Magdalena Ruperto Rodríguez

La esperada llegada del primer viernes de marzo en Catemaco ha ocurrido, con sacrificios, velas, hechiceros y adoradores de Satanás que veneraron y juraron lealtad al “Rey de las tinieblas”, tal como se hace año tras año en la conocida Misa Negra, encabezada por el brujo Mayor Enrique Marthén Berdón.

En el centro ceremonial “El Ahijado”, se inició con el sonido de los caracoles, un saludo a Ometeotl y una estrella de cinco picos dibujada en el suelo, que fue iluminada con veladoras. Más de 200 personas se concentraron allí, siendo parte del sacrificio de animales a la deidad del señor de las moscas, Belcebú.

Durante la misa, donde todos los presentes vestían ropa de color negro y llevaban collares con dijes de la Santa Muerte, una pareja de jóvenes llevó un chivo negro entregado al brujo mayor para que su sangre sirviera como ofrenda para Satanás, además de derramar sangre humana de tres personas donadoras sobre una cruz invertida.

También se liberó de manera simbólica a un demonio para acabar con la represión. Posteriormente, un grupo de danzantes prehispánicos apareció para continuar con la ceremonia y, sin dejar de invocar al “rey del averno”, el brujo mayor prendió fuego a un pentagrama o estrella de cinco picos, cerrando así los portales que permitieron la convivencia con el Diablo. Finalmente, unos minutos antes de las 3 horas, se encendieron fuegos artificiales, concluyendo la ceremonia que forma parte del misticismo de Catemaco, atrayendo a al menos 4 mil turistas.

 

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