La Marcha por la Democracia de este domingo (la tercera en lo que va del obradorato) fue un éxito. Los manifestantes desbordaron el Zócalo y las calles adyacentes y aguantaron candela como por ejemplo, cuando las autoridades de la CDMX ordenaron a las patrullas encender sus sirenas para evitar que se escuchara el discurso de Lorenzo Córdova.

Temeroso de que las hordas de la derecha y los conservadores reaccionarios y corruptos fueran a atacar el Palacio Nacional, López Obrador ordenó que lo rodearan con planchas metálicas.

Pero no hubo ningún atisbo de violencia. Los cientos de miles que colmaron el Zócalo estuvieron bien portados pero su voz se dejó escuchar con dos palabras: “¡Democracia y libertad!”.

No pidieron votar por Xóchitl, sino que se paren las reformas de Andrés Manuel porque las consideran una amenaza para la democracia. No quieren  que desaparezcan los contrapesos; no desean que se toque al INE, al TRIFE a la SCJN y demás órganos autónomos. Aunque algunos ya pasaron a mejor vida.

En contestación, López Obrador les vomitó su autoritarismo sectario. “Quienes fueron a esa marcha defienden la democracia de los oligarcas, ricos y corruptos. Y nosotros lo que queremos es que haya la democracia del pueblo”.

Y como siempre se fue de la lengua al manifestar que la marcha fue como el mundo al revés, porque sus adversarios lo tachan de dictador, autoritario y vinculado al narcotráfico.

Con sorna agregó: “Ellos son los demócratas, nosotros la dictadura. Ellos no tienen nada que ver con los narcotraficantes, nosotros somos los narcotraficantes. Cuando ellos estaban se padeció un narco-Estado. Hay pruebas, no calumnias. Ahí está García Luna que fue secretario de Seguridad de Calderón y protegido de los que fueron ayer a la marcha”.

Pero calumnia sin pruebas porque ni con Calderón ni con Peña, se vivió la violencia que se vive en la actualidad, donde varios municipios del país están en manos de la delincuencia que pone desde el presidente municipal hasta al personal de intendencia.

Y desde la altura de su soberbia retó: “Ahora resulta que yo soy el que está relacionado con el narcotráfico; ¡pruebas!” exigió.

¿Pruebas ahorita? No hombre, jamás. Y menos contra un presidente que se ha portado muy bien con Estados Unidos y está bailando al son que le toca Biden. Pero a ver qué dice la DEA cuando entregue la banda a su sucesora.

Lo que pidieron los manifestantes es que ya no siga transformando al país porque lo está dejando del asco. Y es que lo está transformando de un país que mal que bien tenía sus órganos autónomos, a un país sin contrapesos. De un país que tenía uno de los mejores sistemas de abasto de medicamentos del mundo, a un país sin medicinas. De un país donde se perseguía a los criminales a uno donde se les apapacha.

Y eso nomás por poner tres ejemplos.

Pero López Obrador dice que esas transformaciones son las que está pidiendo el pueblo y el pueblo manda. Y a ver quién es el guapo que le lleva la contraria.

A pesar de que la marcha le hizo mella a Claudia Sheinbaum, no veo cómo Xóchitl Gálvez le pueda ganar por la abismal delantera que le lleva en las encuestas la candidata de Morena.

Pero todo es cuestión de esperar a que llegue el 2 de junio y salir a votar, porque en política también hay milagros  y están por encima de las encuestas.

Portazo a periodista

Walter Ramírez es un profesional del periodismo que estudió en la escuela Carlos Septién García y trabajó en varios medios impresos de la Ciudad de México antes de radicar en Xalapa.

También desde hace años cubre la fuente del Congreso local y se ha convertido en un dolor de muelas para los diputados porque les hace preguntas incómodas, que es lo que debe hacer todo buen periodista.

Esto le costó que por varias semanas le prohibieran la entrada al recinto legislativo, a donde regresó para hacer lo que sabe: preguntas incómodas a los legisladores.

Ayer por la mañana se aprestaba a cubrir la conferencia de prensa del gobernador Cuitláhuac García, cuando le dieron con la puerta en las narices.

Personal de seguridad de Palacio de Gobierno le dijo que por órdenes de Jonatan García, un sujeto que trabaja como Jefe de Logística y Eventos de la Coordinación de Comunicación Social, no podía entrar a la conferencia.

Pero hay que poner las cosas en su justa dimensión, Jonatan es un empleado de medio pelo que obedece órdenes. Y si el gobernador le dijo que ya no quiere ver a Walter en sus conferencias, pues tuvo que acatar.

Y es que Walter Ramírez tiene la peculiaridad de irritar a Cuitláhuac y sacarlo de sus casillas, de ahí que la orden haya sido terminante.

Lástima de sujetos como el gobernador, que llegaron enarbolando la bandera del respeto a la libertad de expresión de los periodistas y los persiguen, amordazan o les dan con la puerta en las narices.

Y dicen que la que viene es peor que el que se va.

Futa…

bernardogup@hotmail.com

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