La diabetes es una enfermedad  del endotelio, delicada membrana que cubre el interior de los vasos sanguíneos, arterias y venas distribuido en todo el cuerpo humano. Este recubrimiento interno en un adulto de 70 Kg. pesa 3.5 Kg., es el cinco por ciento del peso corporal, su  estructura la forman células planas consideradas por mucho tiempo solo una especie de “alfombra”, sobre la que circulaban el plasma, glóbulos rojos, blancos y plaquetas.

Es un órgano productor de sustancias fundamentales para el control de la tensión arterial y diversas reacciones químicas complejas para el buen funcionamiento orgánico. La inflamación del endotelio causa un sin número de enfermedades, como diabetes, hipertensión arterial, trombosis, hemorragias y muchas más, es una enfermedad  de todo el organismo, por ello la diabetes es un compromiso patológico sistémico, no hay un minúsculo fragmento del cuerpo humano que no esté afectado y la glucosa elevada en sangre solo es una manifestación de la diabetes, en forma general permite inferir si la enfermedad esta compensada, o no.

La diabetes es un problema de salud mundial y en México la obesidad y la diabetes son verdaderos problemas de salud pública. Nuestro país tiene la tasa más elevada de estas dos enfermedades, entre los países pertenecientes a la Organización para Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE), porque en el año 2012 tuvo 71%, comparado con la media de 48 % de los demás países pertenecientes a la OCDE. Se considera que en México el 51% de los adultos tienen diabetes, porcentaje que es el más del doble de los países de dicha organización, datos obtenidos de la Oficina de Información Científica, Tecnológica Congreso de la Unión (INCyTU), agosto 2016.

En México,  en 2018 había 82 millones 767 605 de diabéticos y la tasa de mortalidad por diabetes en 2020 fue de 11.95 personas por cada 1000  habitantes, cifra más alta en los últimos diez años.

La Federación Internacional de Diabetes estimó que a nivel mundial en 2019  había 493 millones de diabéticos y considera que para 2030 habrá 578 millones y en 2045 existirán 700 millones (INEGI, 12 de noviembre, 2021).

El estado de Veracruz posee el segundo lugar nacional  en casos de diabetes con 41 mil 050, solo por debajo del Estado de México con 40 mil 890 personas diabéticas. (Sistema Nacional de Vigilancia Epidemiológica 2021).

La frecuencia de la diabetes bajaría sustancialmente si se tomase en cuenta el consejo genético, régimen alimentario equilibrado, disciplina en ingesta de medicamentos, ejercicio y a  la convicción de que esta enfermedad requiere una disciplina cotidiana para controlarla. Generalmente esto no es  posible porque los enfermos a quienes “nada les duele” no se inmutan, se confían en que tienen cifras de glucosa en sangre “ligeramente altas”, como 130 a 140 mg %, pero la  enfermedad está descompensada y en todo momento daña al organismo, con un proceso degenerativo sistémico.

La diabetes, da chance, el paciente la ignora, pero siempre llega un momento cuando inicia el deterioro orgánico, no  transitorio sino progresivo e implacable ya no habrá cura, hasta la muerte.

Esto  debe conocerlo el diabético desde el momento de enterarse de su enfermedad, un refrán dice “conoce a tu enemigo para vencerlo, con la diabetes, nada es más cierto”. Las leyes de la herencia son importantes en la transmisión de la diabetes, pero esta enfermedad es propiciada por el irresponsable descuido en el cuidado de la  salud. La obesidad, otra enfermedad con inflamación endotelial generalizada propia, suele ser acompañante y cómplice de la diabetes.

Todas estas características hacen a los  diabéticos víctimas  de este fantasma  implacable que cae sobre su salud, sin embargo la mayoría piensa que “la diabetes está bajo control porque se encuentra asintomático y sus cifras en sangre muestran glucosa de 135-140 mg% y ellos lo consideran normal.

El diabético debe prevenir las manifestaciones tardías de la enfermedad tratando de  vivir con ella en armonía y equilibrio, esto se logra con disciplina en la alimentación, práctica  regular de ejercicio, cumplimiento de la toma de medicamentos y tener en mente que a sus espaldas camina un ente etéreo, silencioso, complaciente, que afloja cuerda, esperando el momento, en un futuro no muy lejano, de ajustar cuentas y cobrar los réditos de la inversión  displicente del enfermo, acumulada a través de los años.

Esos réditos los recibe el diabético en forma de dolor e incapacidad por lesión de los nervios sensitivo-motores periféricos y viscerales, daño sistémico por hipertensión arterial, ceguera por lesiones de retina, insuficiencia renal progresiva irreversible, aislamiento, tristeza familiar, gastos progresivos y al final la muerte, que se toma su tiempo… pero llega.

hsilva_mendoza@hotmail.com

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *