“Cuando bailas no baila sólo tu cuerpo, también baila tu alma. Por eso ninguna pandemia, ningún virus te puede detener”, dice el primer bailarín Mikhail Kaninskin, director artístico del Festival Danzatlán, que se realizará del 30 de julio al 7 de agosto.

A pesar de los desafíos que supone realizar un encuentro internacional de danza en tiempos de covid, el artista ruso, junto con la prestigiosa bailarina Elisa Carrillo, su esposa, decidieron realizar una nueva edición del festival combinando las plataformas digitales con presentaciones en vivo.

Así, a lo largo de nueve días, Danzatlán ofrecerá conversatorios, estrenos, clases magistrales, ciclos de cine y videodanza y tres galas de ballet con nueve figuras internacionales, como la bailarina española Lucia Lacarra, considera un ícono del ballet, y la cubana Yolanda Correa, primera bailarina del Staatsballet Berlin.

“Lo más fácil era no hacer el festival, pero Elisa y yo dijimos ‘vamos a pelear por esta edición. Vamos a hacer lo mejor posible para mostrar que con los debidos cuidados sanitarios podemos regresar a los escenarios’”.

¿Cómo lograron conformar el elenco para presentar en vivo la Gala Elisa y Amigos?

Fue muy difícil porque la mayoría de las compañías de ballet han estado en confinamiento. Aunque los bailarines seguimos entrenando en casa y tomando clases en línea, la pandemia ha afectado muchas de nuestras actividades.

Otra situación difícil fue que no todos los bailarines pueden viajar, algunos ya tienen funciones en puerta y si salen del país, al volver a sus compañías deben estar catorce días en cuarentena. Hablamos con los directores de las compañías y con los primeros bailarines. En el caso de Lucía Lacarra, ella viene con su pareja, el bailarín Matthew Golding. Eso facilita las cosas porque como viven y bailan juntos los riesgos se reducen.

Todos los artistas que vienen ya están vacunados, eso nos permite protegernos a nosotros y a quienes trabajan en los teatros. Algunos ya habían participado en galas anteriores, aman México y están ilusionados por presentarse en el escenario.

Agradezco mucho el apoyo de compañías como la Staatballet Berlin, el Ballet de la Ópera Estatal de Hannover, el Ballet Igor Moiseyev, Ballet Eifman no solo para la gala sino también para las presentaciones virtuales.

¿Cuál será el protocolo sanitario?

La seguridad sanitaria es nuestra prioridad. Vamos a hacer pruebas de covid a los bailarines antes y durante el festival. Durante los ensayos usaremos mascarillas y únicamente las dejaremos de usar en las funciones. Hasta ahora el aforo permitido en las tres presentaciones será del 70 por ciento, pero seguiremos las indicaciones de las autoridades sanitarias. Una de las galas va a filmarse para que la gente que no pueda asistir tenga la oportunidad de verla en televisión.

En Alemania ya abrieron los teatros de manera muy controlada, es obligatorio el uso de mascarillas y se pide pasaporte de vacunación; todo eso es necesario porque el virus todavía está presente y necesitamos proteger al público, pero también necesitamos dar el ejemplo a la gente joven porque ellos van a tener que convivir con este virus en el futuro y eso no significa que no podamos disfrutar del arte. Hay vida después del coronavirus.

¿Cuál es la importancia del arte en el contexto actual?

Es esencial en la vida. Sin arte no hay futuro para ningún país del mundo. Necesitamos ver el arte como una inversión en el futuro. El ballet, como todas las artes, despierta en tu alma los mejores deseos como ser humano. Hay que enseñar a los niños, no importa si cuando crezcan van a bailar o no, van a dedicarse al arte o no, pero un niño que tiene un violín en sus manos nunca va a tomar un arma. Y ese debe ser un trabajo en equipo, no le corresponde solo al gobierno o a una organización como la Fundación Elisa Carrillo, porque la fundación sola no puede hacer todo el trabajo. Tampoco se trata solo de dar dinero, es un trabajo que debe empezar desde la familia, seguir en la escuela, involucrar al sector privado para que sumemos esfuerzos y el arte se vea como una inversión.

¿Cuál ha sido la labor de la Fundación Elisa Carrillo en este sentido?

Yo tenido mucha suerte en la vida. Me han dado clases los mejores maestros y junto con Elisa hemos trabajado en las mejores compañías del mundo y hemos bailado en los escenarios internacionales más importantes, pero no puedes solo tomar lo bueno y quedártelo. Cuando has recibido tanto, necesitas dar. Con ese propósito creamos la Fundación, Elisa dijo “necesito regresarle a mi país algo de mi experiencia. Hagamos equipo y demos a México lo máximo que podamos”. Para Elisa siempre ha sido su México querido y ahora México también está en mi corazón. Sé que no puedes cambiar el mundo en un click, pero puedes poner tu granito de arena y ese granito un día se convertirá en una pirámide. Hemos visto ya los resultados, varios niños que han sido becados por la fundación ahora están en compañías europeas y han tomado la danza como una profesión.

¿Te ha dejado alguna enseñanza esta pandemia?

A pesar de cuidarnos muchísimo –siempre usamos mascarilla y guantes, y guardamos sana distancia— enfermamos de covid. Fue súper feo, muy difícil, pero aprendí que mientras respire, mientras esté vivo, necesito ver hacia adelante. Todas las cosas, buenas o malas, pasan y la vida sigue. Así es que hay que mantener la vista en lo que quieres y hacer lo mejor posible a pesar de las circunstancias. Tienes que buscar otras maneras de hacer las cosas, siempre hay qué pensar cómo puedo disfrutar de la vida, qué puedo hacer con mi familia. Durante la enfermedad Elisa, nuestra hija y yo nos acercamos más. Así es que aún en las cosas malas puedes encontrar algo positivo. No puedes pensar que ya es el final. Siempre hay que pelear. No puedes dejar de soñar porque cuando lo haces tu alma está muerta.

(nota de Milenio)

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