“Se desenvolvía en dos áreas, el del diseñador y el pintor, en ambas de manera muy franca, directa y con una conciencia sobre la humildad, empezó siendo figurativo y luego abstracto. Vicente decía que la pintura era como un gran laberinto, donde el que entra ya no sale”.
En relación a la obra de Rojo en espacios públicos, siendo la última “Jardín urbano” que se inauguró en octubre del año pasado al abrir el Museo Kaluz que se ubica en el Centro Histórico de esta ciudad, el diseñador y también pintor comentó:
–Él era un artista de espacios, la diferencia que hay entre la página de un libro, una pintura o la calle, es el mismo asunto a resolver: el espacio. Sólo cambian los materiales y circunstancias pero el tema es igual de complejo.
“Hay consideraciones pero obligadamente hay que tomarlo eso en cuenta, aunque para Vicente no había mayor problema, el resolvía esos temas, creo que para él era una aventura. Tenía un carácter ligado a la frescura que podía tener un niño, un juguetón.
“Todo ello a pesar de que el tema del exilio español era doloroso, por haber perdido el derecho de vivir donde nacieron, y eso no se olvida y marca, y ante eso daba su generosidad para contribuir en la vida cultural de este país”.
La actividad de Rojo como diseñador quedó plasmado en suplementos, como México en la Cultura, del extinto diario Novedades; La Cultura en México, de la revista Siempre, La Revista de la Universidad, La Gaceta del Fondo de Cultura Económica, Cuadernos Políticos, y Plural, dirigida por Octavio Paz.
El logotipo del diario La Jornada es suyo, así como portadas de libros tan emblemáticos como Las batallas en el desierto de José Emilio Pacheco, Cien años de soledad de Gabriel García Márquez y La feria de Juan José Arreola, en las editoriales ERA, Sudamericana y Joaquín Mortiz, respectivamente. Al respectó relató Rulfo:
“Sí, está en prácticamente todas las publicaciones culturales de los setentas y ochentas. Su labor no solo fue estética sino de legibilidad, de potenciar la comunicación, y eso toma años lograrlo. Creo que habría que hacer una investigación de toda esa labor que hizo”.
–¿Como considera a Rojo?
“A Rojo hay que verlo como una gran unidad. Desde México bajo la lluvia, estuvo constantemente dentro de ese rigor buscando diversidad, y dentro de ello siempre tuvo esa inquietud pictórica. Fue muy propositivo.
“Tuve la oportunidad de decirle lo que pensaba sobre él y parte de su legado, hace unos años, fue en un momento muy fuerte cuando falleció su hija Alba (en 2016), le dije ‘Vicente, no hay día que pase que mientras trabaje te rinda homenaje, esa es mi manera de rendirte honor’… no me dijo nada, solo me miró y sonrió; y eso se lo dije después, cuando expuse en la Galería Juan Martín hace un par de años”.