WASHINGTON – A unas horas de que Joe Biden  juramente como el presidente constitucional número 46 de los Estados Unidos y se ponga punto final al atípico mandato de Donald Trump, en la capital de este país pulula un tufo de insurrección y de miedo a una lucha armada.

La Casa Blanca y el Capitolio, símbolos del capitalismo, la democracia y la libertad que presume Estados Unidos, están acordonados y vigilados por cientos de policías y agentes especiales sin contar que las calles y accesos de Washington son vigilados por 25 mil soldados.

El fervor por la llegada de Biden o el carpetazo a la pesadilla llamada Trump como le dicen algunos, se desvanece a la vista de cualquier persona con el acordonamiento de la ciudad capital que parece que se prepara para repeler el ataque de un regimiento de terroristas.

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