Por Darío Pale

“¡Que tiemble el Estado, los cielos, las calles. Que tiemblen los jueces y los judiciales! Hoy a las mujeres nos quitan la calma. Nos sembraron miedo, nos crecieron alas”, al escuchar al gran contingente, al unisono diciendo la carne se enchina.

El himno contra la violencia, las consignas, las cartulinas, la blusas moradas, los paliacates, todas a una sola voz para exigir al Gobierno el cese a la violencia contra las mujeres, contra el estado feminicida.

Este viernes 8 de marzo, el contingente de Xalapa, la capital veracruzana, fue numeroso, algunos estiman de 3 mil 500 a 4 mil, quizá más.

Marcharon en paz, marcharon para exigir justicia, un alto a la impunidad, para denunciar a los violentadores, a los acosadores, a los hostigadores.

“¡Mujer escucha, esta es tu lucha! ¡Porque vivas se la llevaron, vivas la queremos!, se escuchó fuerte y claro mientras gritaban y repetían: la que no brinque es macho.

La marcha del 8M lució lila y morada en su gran mayoría, este día fueron dos las convocatorias, una, la que partió de teatro del Estado y la que salió del parque de Los Berros, al final no se juntaron.

En el primer contingente se formaron las madres buscadoras, seguidas de las madres e infancias que particularmente este año lució muy nutrido.

Durante el recorrido de poco más de dos horas, las activistas, madres, hermanas, hijas, esposas portaron cartulinas, lonas de distintos tamaños y colores para exigir justicia y para denunciar a violentadores de mujeres.

La primera parada fue en el monumento a La Madre, ahí mismo en la avenida Ávila Camacho, en donde hicieron un perfomance y una chica se subió al monumento y la cubrió con su largo manto.

También se hizo lectura de los nombres de los niños y niñas que debido a gallos del Poder Judicial han sido arrebatados de los brazos de sus madres, por lo que exigieron un alto a la violencia vicaria.

Algunas de las chicas encapuchadas pintaron la barda del Seminario Menor, las cortinas de algunos negocios hasta llegar al viaducto en donde las consigas resonaron fuertemente por la acústica del sitio.

Al avanzar por la calle Zaragoza, en donde se ubican la cochera de Palacio de Gobierno, la Secretaría de Seguridad Pública y la Iglesia del Beaterio, algunas de las participantes pintaron las paredes y pegaron fotos de algunos presuntos agresores.

Una de ellas caminó varias cuadras con un martillo en la mano hasta llegar a plaza Lerdo en donde se comenzaron a dispersar, aunque un gran número se quedó ahí con sus tambores rústicos, hechos de garrafones de agua.

La marcha fue ordenada, pacífica en casi todo su trayecto y si bien se notó la presencia de las elementos de la Policía Estatal, en esta ocasión no fue tan numerosa.

 

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