Falta solo un día para que México celebre el Día de Reyes. Como ya es costumbre no puede faltar en la mesa una deliciosa Rosca de Reyes para convivir y festejar en familia.
El origen de la Rosca de Reyes es una tradición arraigada en nuestro país que tuvo sus orígenes en la Edad Media (siglo XIV) en países europeos como Francia y España que poco tiempo después, llegó a México hasta el siglo XVI durante la conquista. Desde ese entonces es costumbre partir una rosca de pan, la cual se caracteriza por tener forma circular, anteriormente se escondía un Haba dentro del pan y quien la encontraba se convertía en Rey por un día, sin embargo se ha sustituido por uno o varios muñecos hechos de plástico, aunque esto puede variar dependiendo el país.
Cuenta la historia que tres Reyes Magos (Melchor, Gaspar y Baltazar), montados en un camello, un caballo y un elefante, viajaron desde el Oriente hasta Jerusalén guiados por una estrella, para adorar a un profeta recién nacido y llevarle tres ofrendas: oro, incienso y mirra. Los tres “Reyes del Oriente” encontraron al Niño, quien tenía tres días de nacido, se postraron ante él y le dieron las tres ofrendas. El día en que finalmente los Reyes Magos conocen al Niño Jesús, se le denomina como epifanía, encuentro que simboliza la Rosca de Reyes.
Para los cristianos, la forma ovalada de la rosca, representa el círculo infinito del amor hacia Dios. Las frutas secas cristalizadas que adornan el pan, simbolizan las joyas incrustadas en las coronas de los Reyes Magos, el muñeco escondido, representa al Niño Jesús.
En la tradición de México quién encuentre el Niño Dios en la rosca, se convierte en su padrino y automáticamente adquiere el compromiso de cuidarlo para después invitar los tamales el 2 de febrero, Día de la Candelaria.