La labor cuentística de las mujeres, salvo contadas excepciones, no tuvo espacio en las antologías en todo el siglo XX sino hasta las últimas dos décadas derivado del impulso de los movimientos feministas de la época y las condiciones sociales que poco a poco fueron favoreciendo su visibilización, asegura la escritora e investigadora Liliana Pedroza, quien durante dos décadas se ha dedicado a estudiar y recopilar los cuentos mexicanos escritos por mujeres.

De esa labor nació “A golpe de linterna. Más de 100 años de cuento mexicano” (Atrasalante, 2020), una antología en tres volúmenes que reúne 100 cuentos de 100 escritoras seleccionadas entre más de 500 autoras (que han escrito al menos un libro de cuentos) y de entre más de 900 libros.

“Creo que ‘A golpe de linterna. Más de cien años de cuento mexicano’ es una antología muy ambiciosa pero que finalmente corona un trabajo de prácticamente 20 años de investigación, en el que estuve intensamente durante dos años viajando por el país, era una jovencita un poco inconsciente, me fui buscando a estas autoras, estas obras de corta distribución, de corto tiraje que por estas particularidades no llegan a las mesas de novedades del centro del país que es donde sucede todo”, asegura Pedroza.

La ensayista y narradora que es doctora en Filología Hispánica por la Universidad Complutense de Madrid UCM, dice que después de toda su investigación para hacer el “Catálogo historiográfico Historia secreta del cuento mexicano (1910-2017) (UANL, 2018), que sigue abierto y ampliándose, Iván Trejo, editor de Atrasalante le propuso esta antología pues toda su investigación no podía quedarse en nombres y títulos.

Entonces por casi tres años volvió a la tarea de releer las obras y las autoras para reunir en tres tomos 100 cuentos de 100 escritoras de las más de 500 autoras que hay en México, y que abordan un periodo que va de 2010 a 2018.

“Este es como un pronunciamiento no solamente de escritura de mujeres, sino de escritura dentro de las voces periféricas, de lo que viene siendo, lo que se canoniza y se queda como fijo, estos son los nombres, estos son las autoras, esto es lo que escriben, y esto es lo que nos llega”, señala la narradora que asegura que además de los criterios de calidad puso especial cuidado en recoger las voces de diversas geografías.

Su interés era incluir cuentos que tienen como protagonistas a mujeres y lo logró. En la mayor parte de los cuentos los personajes principales son mujeres porque a Pedroza le interesaba quitar los estereotipos de la mujer que es madre o de la mujer que es niña o abuela o anciana.

“Hay historias desgarradoras de mujeres que no quieren ser madres, que rechazan esa posibilidad, están estereotipos de madres con los que no nos identificamos o que tenemos angustia porque no somos la madre ideal, la madre que hemos construido y estas mujeres rompen con todo esto, y así con todas las etapas de la vida; por eso para mí era importante que prevalecieran los cuentos donde las mujeres eran las protagonistas y contaran sus propias historias”, señala.

Liliana quería además dar cuenta del paso de las estructuras narrativas, los temas, los intereses, las voces diversas que se ha dado en el cuento escrito por mujeres a lo largo de cien años y cómo en su mayoría estas autoras han quedado fuera del canon literario.

“Digamos, esta genealogía de escritura tiene que ver con las luchas sociales que recaen en las mujeres y en la literatura se ve claramente, en cómo ellas construyen los personajes femeninos, cómo cada vez son más osadas para hablar sobre diferentes sexualidades e identidades de género, y de cómo abordan las historias, de cómo hablan sobre el aborto, sobre el divorcio, sobre mujeres profesionistas”, afirma la también autora de “Historia secreta del cuento mexicano”.

El reto de descolonizarse

Para plantear una mirada amplia sobre el cuento mexicano durante más de un siglo escrito por mujeres, Liliana Pedroza tuvo que “descolonizarse” de todos los prejuicios con los que se nos adoctrina a hombre y mujeres en la escuela, pues asegura que desde las aulas hay un adoctrinamiento sobre lo qué es la literatura y sobre lo qué es la historia.

“Fueron años de entrenamiento, fue quitarme ese prejuicio como lectora sobre los temas que trabajan las mujeres, que muchos de los temas que trabajan las mujeres son del ámbito del que provenimos o del que fuimos históricamente puestas, que es el ámbito doméstico. Porque claro de ¿qué vamos a hablar sino es de lo que conocemos?”, señala la estudiosa de la literatura.

Como lectora y como estudiosa se tuvo que despojar de esos prejuicios para hacer un trabajo de recuperación. “De manera inconsciente vamos haciendo estereotipos de lo que deben ser los roles femeninos y masculinos; sobre los temas que son universales y sobre otros temas que son de “señoras que en lugar de un taller de tejido hicieron un taller de lectura”. Tras quitarse esos estereotipos revisó con mirada más amplia el panorama del cuento en México hecho por mujeres.
“Creo que con esta antología lo que estamos diciendo es que hay cien autoras más que las cuatro que siempre se mencionan. Aquí hay una apuesta de cien autoras, con cien cuentos, cien historias deslumbrantes; y que si tienes la posibilidad de buscar más sobre estas autoras te vas a encontrar con una obra ya sólida con una imaginación ya asentada en el mundo ficticio”, dice la también cuentista.

Pedroza dice que las cuentistas en México son muchas como lo confirma su investigación de 20 años, pero ha tenido como limitantes la propia sociedad y la narrativa oficial, pero sobre todo tiene que ver con la narrativa de los historiadores y de los antologadores que sistemáticamente han hecho a un lado el trabajo de las mujeres en todo los ámbitos.

“Muchas escritoras del siglo XIX y del siglo XX han sido reconocidas y valoradas en su época pero a la hora de recoger este trabajo, de hacer una relatoría, en este caso de la literatura mexicana, sus nombres y sus obras son quitados porque no tiene que ver con un cierto pensamiento del heteropatriarcado”, afirma la ensayista.
Y agrega que las mujeres hablamos de otras cosas que “no son literarias o que no son universales”, porque lo universal y ya lo decía Virginia Wol “siempre es lo masculino” y lo femenino es lo particular, “creo que hemos estado llenos de prejuicios”, dice Pedroza.

El primer volumen, subtitulado “Pioneras. De 1910 a 1959”, reúne a las primeras mujeres que desde finales del siglo XIX escribieron y publicaron cuento en México, primero en revistas y suplementos culturales y a partir de 1910 reunidos en un libro.

“Hablaban de la Revolución Mexicana pero desde distintos puntos de vista, está Nellie Campobello habla desde esta niña que vive la Revolución Mexicana, pero hay otras autoras que hablan desde los pueblos que padecen estas luchas internas, hablan de mujeres que fueron coronelas o que tuvieron cargos de alto rango, eso es bien interesante cómo mujeres tomaron las armas y no solamente fueron ‘las adelitas’; hay otras mujeres que hablan sobre el ámbito doméstico, pero hay otras también que se relacionan con otros espacios, que los imaginan o que los toman de la realidad”, afirma.

En el volumen dos, titulado “Insumisas. De 1960 a 2008”, son autoras que pertenecieron o estuvieron cercanas a la Generación de Medio Siglo y Casa del Lago, quienes, al realizar sus propias revistas culturales (“Rueca” y “El Rehilete”), hicieron un llamado a otras autoras y dieron lugar a una variedad estética y temática que abarca el mundo indígena sin idealización o exotismo, lo detectivesco, el horror, lo fantástico, el realismo mágico, la ciencia ficción.

Y el volumen tres: “Exploradoras. De 1990 a 2018”, presenta una marcada exploración estructural que intenta romper con el cuento clásico para abrir camino a relatos fracturados con una mínima tensión narrativa y una extensión con tendencia hacia la brevedad. Presenta además diversidad de paisajes (rurales y urbanos ya no centrados en la Ciudad de México) y lingüística al cruzar el español con el inglés o al escribir desde otras lenguas nacionales.

“En las últimas décadas las autoras hablan sobre muchas violencias ejercidas sobre todo a mujeres, sobre precarización laboral, sobre feminicidios, sobre cómo viven el narcotráfico, y la verdad es que es muy interesante, también dentro de esta descentralización de la cultura recojo cuentos de mujeres que escriben en lenguas originarias y también escritoras mexicoamericanas que escriben sobre la cultura mexicana ya enraizada en Estados Unidos y escriben en inglés”, afirma Pedroza.
Al final la antología dividida en tres volúmenes y organizada de manera cronológica con el fin de que el lector pueda ver no solo a través del tiempo la evolución de los grupos generacionales (con líneas temáticas y estéticas asociadas) sino permitir un diálogo entre generaciones sobre las distintas visiones que tienen sobre temas que comparten estas cien escritoras.

En “A golpe de linterna. Más de 100 años de cuento mexicano” hay más de cien miradas de escritoras entre las que están María Elvira Bermúdez, María Enriqueta Camarillo de Pereyra, Guadalupe Dueñas, Laura Madrigal, Lola Vidrio. Rosario Castellanos, Amparo Dávila, Emma Dolujanoff, Beatriz Espejo, María Luisa Hidalgo, Lilia Rosa, Eglantina Ochoa Sandoval, María Esther Ortuño de Aguinaga, Carmen Rosenzweig, Velia Márquez y Olivia Zúñiga, entre muchas otras.

EL DATO

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