Invitamos a quienes son xalapeños, y a los que no pero acogidos por Xalapa, a remontarnos en el vuelo vertiginoso de la imaginación a 1956. Todos recibiremos en un instante imágenes que habíamos olvidado y ahora con el conjuro del pensamiento vienen a nosotros como un velo mágico que Cronos, dios del tiempo, nos concede.

Xalapa, bella ciudad tranquila, de natural belleza tropical y montañesa que perdura a pesar de la picota “progresista” sin sentido alguno del estético urbanismo.

En la mitad de los años cincuenta del siglo pasado Xalapa era ciudad apacible, bucólica, cubierto el suelo de verdor exuberante y el cielo por niebla nacarada que jugaba a escondidas con las estrellas. Los xalapeños éramos amigos y hermanos. En la calle principal, Enríquez, por las tardes nos encontrábamos los estudiantes de la Prepa Juárez, escuela de recuerdo sempiterno.

Los domingos nuestro lugar de reunión era el parque Juárez, símbolo de la ciudad, fue inaugurado el 16 de septiembre de 1892 por el gobernador interino Don Leonardo de Alcolea y posteriormente hermoseado por don Teodoro Dehesa con fuentes y bellas araucarias traídas de Chile, hoy testigos de su historia, fue construido sobre los amplios terrenos que ocupó el convento de San Francisco, derruido por deterioro durante el gobierno del general Juan de la luz Enríquez, histórico monumento que merece atención aparte. (Bermúdez Gorrochotegui G. Xalapa en el siglo XVI ed. Xalapa antiguo 2018),

Protagonizamos noviazgos de varios meses, sin haber logrado más que tomar de la mano a las doncellas de nuestros amores y eso solo en las matinés con “Chaperón”, en las mañanas de domingo en el cine Radio, de entrañable memoria. Al terminar las películas, nos íbamos retozando al parque Juárez

Vuelven a nosotros, imágenes de los paseos de juventud, dando vueltas en el redondel del parque, ellas en un sentido y ellos en el opuesto. Como película en blanco y negro disfrutamos de aquellas tardes, aun bajo el “Chipi, chipi” del medio día dominical, buscando en cada vuelta a nuestra linda novia o pretendida, para lanzarle una “Flor” preparada en los siete días de la semana y mandarle un beso furtivo con la mano.

Las “vueltas” en el Juárez, después de la película fueron motivo de emoción e impaciente espera del fin semana. En cada vuelta con afán buscábamos una banca libre para invitar a la elegida a sentarnos con un algodón de azúcar en una mano, mientras la otra buscaba la de ella, que insistente retiraba, el aire era surcado por las notas de “La Vikina”,” El Zopilote Mojado” “Noche de luna en Xalapa” emitidas por la célebre Banda del estado, dirigida por el maestro don Juan Loman, que aún suenan en nuestros oídos al evocar aquellos lejanos días. Xalapa de inocencia, paz con sabor a provincia, que ha perdido con el paso del tiempo. Esa Xalapa, se fue para no volver.

Muchos romances de entonces fueron devorados por el tiempo, pero otros fructificaron y hoy son abuelos felices.

Parque Juárez reducto de recuerdos, bagaje de un pedazo de vida que a pesar del paso tiempo, permanece en nuestra memoria de espíritu y corazón.

Hoy en el siglo XXI, Xalapa es moderna, llena de luces, gente pujante y progresista, y su esencia provinciana perdura en cada rincón de “sus callejas, vericuetos sin destino manifiesto”, que invitan al romance, como escribió don Juan Sánchez Miguel, en “Xalapa, joyel de México”, 1976.

Nuestro parque Juárez sigue siendo el símbolo substancial del Xalapa de siempre. Es hermoso contemplarlo por las noches bajo la luz de los faroles, juego de luces que le dan imagen mágica, evocadora de su historia.

Para los xalapeños de origen y corazón, Xalapa siempre será Xalapa de nuestra infancia, juventud e ilusiones, que se cumplieron al germinar la madurez.

hsilva_mendoza@hotmail.com

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