Cuando curioseamos en las entrañas históricas de una enfermedad destructiva, no podemos menos que cuestionarnos; ¿Desde cuándo existe? ¿Quién fue el primero que soportó semejante castigo?, ¡interesantes preguntas!

La historia de la tuberculosis, también llamada tisis, es paralela a  la de la humanidad misma, es testigo de la evolución  de la civilización, la arqueología ha demostrado caries tuberculosas en esqueletos de la Edad de Piedra, hay evidencia de esa enfermedad en bajorrelieves, momias y vasos funerarios del viejo Egipto.

La enciclopedia del emperador chino Hoag-Ti, 2,637 años a. de C., habla de la tuberculosis llamándola Lao Ping y también la mencionan el Ayurveda hindú, el código babilónico de Hammurabi, en el de Deuteronomio y en el libro de Job de los hebreos. Los asirios la personalizaban como un demonio de fealdad impresionante llamado Pazuzu.  La tisis es casi  tan antigua como la misma humanidad.

Célebres genios han dedicado tiempo a estudiarla, combatirla y la introdujeron en la historia; Hipócrates, Galeno, Areteo de Capadocia. La tisis dejó de ser una maldición y pasó a ser una enfermedad contagiosa cuando Robert Koch descubrió el Micobacterium tubercuoloso, en Berlín en el año de 1882.

 Muchos seres geniales han sido víctimas de la tuberculosis, Chopin, Paganini, Chejov, Kafka, Dostoievski, Gogol, Moliere, Sara Bernhardt, Vivien Leigh, Voltaire, Spinoza, Calvino, Rousseau, Kant, San Francisco de Asís y  muchos más. Legión de elegidos por enfermedad inexorable, seres de talla triunfante en la historia, contribución fecunda de estas criaturas abatidas por la tuberculosis.

Parece ser que en el ser humano la creatividad puede estar condicionada por un estado enfermizo preexistente. “Mozart genio entre los genios de la música, cuya personalidad fue evidentemente patológica, sufrió el Síndrome de Tourette, caracterizado por incontrolables emociones explosivas, tics nerviosos y estallidos obscenos”, solitario, inestable, enfermizo, murió a los treinta y cinco años.

Francisco José de Goya y Lucientes, genial pintor español, dejó obra monumental desarrollada en ochenta y dos años, muriendo de tormentosa enfermedad neurológica causada por saturnismo, inhalación de plomo con que elaboraba las pinturas que dieron el  genial efecto nacarado claro-obscuro a sus obras o quizá la sífilis fue causa de su muerte, falleciendo totalmente sordo de un accidente vascular cerebral.

Al analizar la vida de estos seres inmortales pueden sentirse las alturas del sentimiento a que han logrado elevarse, como si el alma del enfermo emaciado,  tuviese esa virtud excepcional de manera singular. Tal vez el secreto esté en que mientras el mal mina la energía, aguza en cambio la sensibilidad y sublima el espíritu.

Es llamativo que tantos cerebros geniales hayan pertenecido a cuerpos enfermos,  minados progresivamente por la acción de la toxina, la genética o las circunstancias. Algunos pensadores han admitido que al circular sustancias nocivas en el torrente circulatorio del paciente, modifiquen la constitución y funcionamiento de las células cerebrales estimulando las facultades intelectuales. Esto puede ponerse en duda científica o aceptarse entusiastamente con romanticismo literario, pero cabe preguntarse el por qué de tantos enfermos geniales.

Es difícil aceptar la idea de que la asociación de la enfermedad y la genialidad artística o literaria sólo hayan sido una simple coincidencia. Varios biógrafos  dan por hecho la influencia de la tuberculosis como factor de genialidad y afirman que la enfermedad de larga evolución no es creadora de genios pero “aviva” la chispa adormecida y quizá sin el padecimiento, muchos brillantes cerebros hubieran permanecido en el anonimato. En estos seres la enfermedad no ha sido sólo un acontecimiento desafortunado.

Definitivamente, podemos afirmar que hay una estrecha relación entre el romanticismo y la enfermedad crónica y de esto no podemos extrañarnos, pues bien se ha observado desde hace mucho tiempo que ciertos estados patológicos estimulan la creatividad como la esquizofrenia al surrealismo y la neurosis al modernismo.

El deterioro orgánico, astenia y melancolía  estimulan la creatividad, la sensibilidad y la pasión más que a la intuición científica, pues una característica de muchos enfermos célebres es la sublimación del ideal. El ser humano enfermizo, cuando ama lo hace con violencia lejos de la vulgaridad, cuando llora lo hace con voluptuosidad, lejos de complejos.  Su apasionamiento lo lleva a expresar sus vivencias en forma de poesía, música, palabra, forma y color.

Ningún enfermo más arrebatado por una sed insaciable de belleza, ni más melancólico ante el amor inalcanzable o perdido  que quien es víctima de un padecimiento largo y tormentoso. Estas reflexiones nos hacen preguntar, ¿es anormal la mente creadora y puede estimularse su  creatividad hasta altura geniales bajo la influencia de una enfermedad?

Al leer la biografía de grandes hombres llegamos a pensar  que las respuestas son afirmativas. La misma naturaleza parece darnos muestras de que es verdad, la bella perla de tersura y formas perfectas no es más que un producto patológico.

 Lo que he comentado antes es digno de reflexión profunda. Alguien ha dicho que “la enfermedad crónica es un inventor de sensaciones inéditas”. San Pablo decía: “me solazo en la enfermedad, cuando estoy débil es cuando me siento fuerte…”, los ejemplos y citas al respecto son múltiples.

Sin embargo, alejándonos del enfoque romántico con que hemos analizado estos interesantes hechos, no debemos olvidar que en la época en que brillaron todos esos espíritus conspicuos, las enfermedades curables en la actualidad eran entonces, padecimientos frecuentes y fatales, como la sífilis, tuberculosis, depresión, epilepsia.

No deja de ser atractivo el aspecto emocional y ciertamente apasionante de la relación de la enfermedad crónica con la  genialidad.

Son verdad las reflexiones del Dr. Leopoldo Cortejoso en su libro “Tuberculosis célebres” Ed. Mateu, Madrid, 1958. “Los grandes cataclismos patológicos permiten apenas reaccionar, la enfermedad larga, el mal que camina a saltos, da tiempo para templar  almas, sensibilidad y carácter”. ¿Qué piensa usted?

 hsilva_mendoza@hotmail.com

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