La develación de la escultura de La joven de Amajac, en la glorieta de Paseo de la Reforma, es un paso más hacia la reivindicación de las mujeres, en particular, al visibilizar a las indígenas, coincidieron el gobernador Cuitláhuac García Jiménez y el jefe de Gobierno de la Ciudad de México, Martí Batres Guadarrama.

Al hacer uso de la voz, Batres Guadarrama aseguró que La joven de Amajac es un símbolo de lucha anticolonialista y antirracista porque “reúne símbolos de la subalternidad, es indígena, es joven y al mismo tiempo gobernante. La colocación justo aquí, dentro de lo que fue la glorieta de Colón es un homenaje y una reivindicación de las comunidades indígenas, de los pobres, de las mujeres, es decir, de lo subalterno, de la otredad”.

La réplica es tres veces mayor a la original, hecha en cantera de púlpito del diablo y técnica tradicional de talla directa por canteros de Chimalhuacán; una gobernante del sur de la Huasteca, una figura mágica y cosmogónica, su cara expresa firmeza y nobleza, su corona con chalchihuites significa “cosa preciosa” y de su tocado surgen dos collares que detentan su poderío por medio de un sentido humano y bello.

De acuerdo al Instituto Nacional de Antropología e Historia, representa una joven mujer de pie, tiene rostro pequeño y ojos ahuecados indicados por un reborde, nariz mediana y recta, la boca se presenta abierta y ligeramente ahuecada y posee las comisuras caídas. La oreja derecha es poco definida, pero similar a la izquierda, y de ambas penden orejeras consistentes en dos círculos, uno debajo del otro; hoy la figura se encuentra en el Museo de Antropología de la Ciudad de México.

 

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