Airbnb es una compañía que ofrece una plataforma digital dedicada a la oferta de alojamientos a particulares y turísticos mediante un anfitrión y un huésped.

En el año 2015, en víspera de año nuevo sucedió un trágico hecho que orilló a la compañía a cometer un desmoralizado acto, todo transcurrió cuando una mujer australiana de 29 años junto a un grupo de amigos llegaron a alquilar el apartamento del primer piso en West 37th Street, a pocas cuadras al sur de Times Square mismo que era tan conocido que se dejaba un juego de llaves en el mostrador de una bodega cercana para que los inquilinos de Airbnb las recogieran.

Era víspera de año nuevo y luego de celebrar, esta mujer dejó a sus amigas en el bar donde habían estado conviviendo y regresó al apartamento por su cuenta. No notó nada extraño, pero en su habitación se encontraba un hombre escondido, cuando se dio cuenta de que no estaba sola, el filo de un cuchillo ya estaba apuntando hacia ella. El extraño la agarró, y la violó.

El agresor huyó con su teléfono, pero ella logró llegar a sus amigas con un iPad, y corrieron a la calle para encontrar a un oficial. Lograron agarrar al agresor y vaciaron su mochila, encontrando artículos incriminatorios: un cuchillo, uno de los pendientes de la mujer y un juego de llaves del departamento.

Una semana después, un miembro del personal fue enviado a la corte para ver si se mencionaba a Airbnb durante un procedimiento. No lo fue. Los medios de comunicación locales tampoco informaron sobre el crimen, a pesar de los detalles espeluznantes, y la compañía quería que siguiera siendo así. La historia no se informó hasta ahora, en gran parte porque dos años después del asalto, Airbnb le escribió a la mujer un cheque por 7 millones de dólares, uno de los pagos más grandes que la compañía haya hecho. A cambio, firmó un acuerdo para no hablar sobre el pago “o implicar responsabilidades” por parte de Airbnb o del anfitrión.

Los detalles del crimen, la respuesta de la empresa y el acuerdo se reconstruyeron a partir de registros policiales y judiciales y documentos confidenciales, así como de entrevistas con personas familiarizadas con el caso.

La mujer, cuyo nombre fue redactado en documentos judiciales y que pidió no ser identificada a través de su abogado, se negó a comentar. Su abogado también. Ben Breit, un portavoz de Airbnb, dijo que la compañía no tiene el poder de mantener las historias fuera de los medios de comunicación y que, a pesar de la redacción del acuerdo, la mujer “puede discutir si responsabiliza a alguien”. Añadió que el objetivo de Airbnb tras el incidente era apoyar a la víctima de un “ataque espantoso” y que los problemas políticos locales no tenían nada que ver con su respuesta.

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