Por Gabriel Alejandro Aguilar González
9 de noviembre de 2024. Xalapa, Ver.- A través de ellos se ha ayudado a transformar la vida de muchos niños, dejando una huella profunda en la comunidad local, destacó Vivian Lizeth Ríos Cortés, una de las promotoras de estos paseos.
Ella ha continuado el legado familiar de pasear ponis en este icónico rincón xalapeño, una tradición que comenzó con sus padres hace 36 años. Lo que inició como una microempresa familiar, impulsada por la pasión de su padre por los caballos, ha evolucionado en un proyecto dedicado a ayudar a niños con autismo, síndrome de Down y problemas de motricidad.
Uno de los muchos ejemplos es el de Alan, un niño que estaba postrado en silla de ruedas y con el tiempo, gracias a la equinoterapia, logró caminar y hablar, es uno de los muchos casos que han marcado profundamente ellos y a su familia.
El cuidado de los caballos es una tarea que va más allá de lo que los visitantes pueden observar. Desde la preparación diaria que incluye bañarlos, alimentarlos con una dieta balanceada y monitorear su salud, hasta la atención especial que requieren para mantener su bienestar físico y emocional, cada aspecto es meticulosamente supervisado.
Lizeth recalca que los caballos son animales extremadamente sensibles, capaces de generar un vínculo emocional profundo con las personas, especialmente con los niños que participan en los paseos.
A pesar de la disminución en el número de visitantes al parque, sobre todo después de la pandemia, Lizeth y su familia se esfuerzan por mantener viva esta tradición.
Aunque algunos podrían ver su labor como una simple actividad recreativa, ella subraya que la equinoterapia que ofrecen tiene un impacto significativo en el desarrollo socioemocional y motriz de los niños, quienes no solo encuentran un espacio de diversión, sino también de sanación y crecimiento personal.
Esta labor demuestra cómo la conexión entre humanos y animales puede ser un motor de sanación y crecimiento.
