Sábado, una de la tarde en una gran plaza comercial, sentado con mi pequeña nieta de siete años recién cumplidos, ella con un pequeño helado y maquillando mi nariz, apacible ocio, interviú visual observando el ir y venir de cientos de ciudadanos, asiduos visitantes o clientes eventuales. Me llamó la atención el paso de numerosas personas con perímetro abdominal rebasando la estética elemental.

En mi libreta, “Apuntes urbanos” anoté las personas adultas que pasaron frente a mí en treinta minutos y registré lo obvio del perímetro abdominal de 90 centímetros de circunferencia o más, 30 viandantes cumplieron mi requisito.

A las 6 pm., después de una pantagruélica comida de deliciosas hierbas, frutas rojas y agua de limón con yerbabuena, pensé “echarme una cabeceada” y regresé a otra banca, milagrosamente desocupada, mientras ellas, abuela, madre y nieta revolvían alguna alacena de almacén, y yo solo, repetí el ejercicio, ahora durante una hora, resultaron 63 agraciados con frondosa pancita.

El promedio resultó uno o dos barrigoncitos cada minuto, de las 200 personas que aproximadamente observé esa tarde en la plaza comercial.

El INEGI reportó un millón 716 mil 985 muertes por enfermedades debidas a la obesidad, entre 2006 a 2015, este es el desglose por diagnósticos:

1) Diabetes; 151 mil 214. 2) Enfermedad cardíaca; 218 mil 885. 3) Hipertensión; uno de cada cuatro adultos, 4) Obesidad 71 % de la población adulta. México ocupa el segundo lugar mundial. Estas cuatro enfermedades causan alrededor de 20 muertes por hora.

La Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (ENSANUT) reportó en 2016 que en nuestro país 71 de cada 100 adultos son obesos.

En la revista Kidney International No. 92, investigadores de Columbia, Missouri analizan la obesidad y el daño renal irreversible que causa, sugieren su relación con el estrés oxidativo y señalan sus causas: elevación del ácido úrico, inflamación generalizada, trastornos en el metabolismo de hormonas suprarrenales, manejo del sodio excesivo de la dieta por el riñón y concluyen que intensificando la investigación de estos procesos dará pautas para detener la progresión de las enfermedades desencadenadas por la obesidad y la diabetes.

Por ahora nada concluyente, pero innegable, pues entre más se investigue, aparecerá mayor evidencia del daño orgánico que causa la obesidad, “entre mas gordo y rozagante… menos vida y salud rebosante”. Téngalo siempre presente, sobretodo a la hora de comer.

La anécdota del inicio de este texto fue una llamada coloquial de su atención sobre la elevada frecuencia de obesidad, el asesino evidente porque las cifras preocupantes aquí se las he dado y al obeso solo basta con mirarlo. Lleva consigo un designio de enfermedad sin freno, si no se lo ponemos.

La damas deben buscar que su abdomen sea “en batea” y no en “tonel”, así lucirán mas bellas, que simpáticas. Evite estas consecuencias, bloquee el origen de ellas, no permita a su barriga sobrepasar los 90 centímetros de circunferencia, así de simple.

hsilva_mendoza@hotmail.com

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