01 de noviembre del 2025. Xico, Ver.- En el pintoresco pueblito de Xico, Veracruz, con sus empedrados, su neblina que desciende del cerro y sus casas de teja roja, circula una de esas historias que hielan la sangre: la del “reloj que llama a los muertos”.

Según la tradición local, el viejo reloj ubicado en la torre de la Parroquia de Santa María Magdalena, que es una iglesia del siglo XVIII-XIX en Xico, no solo marca las horas del día. Se dice que cuando suena fuera de turno, en plena madrugada o en horas poco comunes, no lo hace por error mecánico, anuncia una muerte.

El mecanismo parece estar “perfectamente” revisado, según relojeros del pueblo, sin embargo, el evento continúa. Los viejos del lugar aseguran que cuando el reloj rompe el silencio nocturno con campanadas inesperadas, poco después “alguien se va”.

Una noche, relatan, el reloj dio doce campanadas a las tres de la mañana y fue descubierto al día después el cuerpo sin vida de un hombre mayor, aparentemente sano, “sin violencia ni heridas visibles”. Desde entonces, en Xico nadie toma a la ligera los sonidos del reloj en la oscuridad.

Para muchos, esas campanadas no son para los vivos, sino para los que ya no están. Más allá del relato de misterio, la leyenda tiene valor como manifestación de la cultura de lo que no se ve, como el luto, la pérdida, lo que se espera y lo que se teme.

En un pueblo donde la muerte convive con las ofrendas, las velas, el Día de Muertos, la campanada fuera de hora adquiere un peso simbólico, el de lo inevitable, el de la llamada final. Si alguna vez visitas Xico y caminas por sus calles en la madrugada, presta atención al sonido del reloj, y si lo oyes en una hora que no es hora, detente por un momento. No se trata solo del mecanismo que marca el paso del tiempo, sino de la creencia viva de que el tiempo de los muertos también se mide.

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