Uno de los temas que más gusta compartir, reflexionar y aprender es el de la educación de los hijos, cumplir con una buena crianza, ejercer la paternidad de manera responsable, pero sobre todo, con amor, mucho amor, que es lo que más necesita este mundo.

He sentido una necesidad urgente por escribir estas líneas, con la intención de que juntos podamos reflexionar sobre el papel que tenemos los padres en la vida de nuestros hijos, la forma de incidir en su formación, crecimiento y desarrollo, cosas que son valiosísimas ante la ausencia de valores con la que vive gran parte de la sociedad hoy en día.

Mi esposa y yo, tenemos por costumbre ver los noticieros nocturnos después de cenar, para estar al día de los acontecimientos de relevancia que suceden en nuestro entorno, nuestro estado, país y en el resto del mundo; y con mucha tristeza y preocupación vemos cada noche, la violencia con la que actúan muchas personas, cometiendo crímenes atroces, algunos con extraños, otros con familiares, pero con un común denominador, la frialdad de corazón, el enojo, rencor o resentimiento, sin el más mínimo remordimiento.

Esto me lleva a considerar, que estaría pasando por la mente de estas personas, que tienen en el corazón, que fue lo que aprendieron cuando eran aún niños o fue la falta de un guía en casa, que les inculcara valores, principios, temor a Dios. Seguramente, en muchos casos fue así, la ausencia de los padres o su mal ejemplo, fueron de las principales causas en esas malas conductas, malas decisiones y terribles consecuencias.

Nosotros como padres somos la influencia más grande e importante en la vida de nuestros hijos. Frecuentemente los hijos tienden a repetir los patrones o modelos de conducta que ven en sus padres. Por eso somos doblemente responsables de vivir una vida ejemplar, basada en los principios, en los valores y en las enseñanzas de Dios, a fin de dar un parámetro lo mejor posible y correcto a nuestros hijos.

Muchas veces esas conductas a seguir por nuestros hijos las hacemos de manera consciente, pero otras no, y esas son las que debemos cuidar aún más. ¿Y cómo lo vamos a conseguir? Viviendo de manera ordenada, honesta, con empatía, solidaridad y respeto por los demás, y con mucho amor para nuestros seres queridos; con ello podemos estar tranquilos y seguros de que nuestro ejemplo será bueno para ellos.

En muchas ocasiones he hecho cosas deliberadamente con la intención de que mis hijos las observen, las aprendan y las repliquen, como ayudar a los demás, ser amable, ser respetuoso, ser empático; pero claro, que muchas otras que ven suceden sin que yo tenga plena conciencia, tienen el mismo impacto en ellos o tal vez es mayor, por eso le pido a Dios que me dé sabiduría para conducirme en todo momento, sin equivocarme lo menos posible y no ser piedra de tropiezo.

Esto no es fácil, se necesita de mucho esfuerzo, amor y paciencia, para lograr que nuestros hijos actúen con valores, principios, buenas costumbres y sobretodo con fe, una disculpa si parezco reiterativo en este tema, pero en la medida en que los padres hagamos una buena tarea educando y guiando a nuestros hijos para que se conviertan en buenas personas, no solo habremos cumplido con nuestra misión, sino que dejaremos un legado al mundo, contribuyendo con ello a una mejor sociedad, como dice una frase: no se trata de que mundo les estamos dejando a nuestros hijos, sino de que hijos le estamos dejando al mundo.

Por último, exhorto a todos los padres a educar a sus hijos con amor, paciencia y un buen ejemplo, actuando siempre con la mente y el corazón tal como lo dice mi libro guía en Lucas: 6:45 “El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo bueno; y el hombre malo, del mal tesoro de su corazón saca lo malo…”

Y sobre todo, con amor a Dios, para cimentar su fe cómo está escrito en el libro de Deuteronomio: 6:5-7: “Y amarás al Señor tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas. Y estás palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte y cuando te levantes.”

 

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