El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha de don  Miguel de Cervantes Saavedra, primera y segunda partes (1605 y 1615), es la obra que más ha motivado a pasar de sus páginas a la vida misma, es la obra mas famosa del mundo a través de todas la épocas,  sin embargo su vida no fue feliz, su obra fue ampliamente aceptada como una caricatura de los caballeros andantes del medioevo, pero a don Miguel de Cervantes pocas veces se reconoció como autor.

El tiempo ha convertido al Quijote en una obra única, algunos autores como el escritor español Miguel de Unamuno (1884-1936) han dicho que Cervantes no creó al Quijote, sino que éste creo a Cervantes, por la fuerza lograda en el magistral personaje. Leer este libro es transportarse al mundo de don Quijote y a su filosofía, actualmente más vigente que en su época.

Don Miguel de Cervantes fue un escritor homodiegético, autor y protagonista, de su formidable obra y eso le imprimió a su pluma la sensibilidad humana, sentido filosófico y humorístico con que cuenta la crisis esencial de su tiempo, es un relato en que se conocen diversos aspecto culturales y científico predominantes en aquel tiempo. La medicina es uno de ellos. Don Quijote hace gala de su conocimiento en diagnóstico y recursos terapéuticos, dispongámonos al deleite de conocer algunos.

En sus páginas describe el conocimiento médico popular español del siglo XVI. La obra contiene múltiples referencias a médicos y remedios. Las aventuras del enjuto e ingenioso hidalgo y su  fiel escudero, casi siempre terminaban en serios descalabros, más duros para el cuerpo que para el elevado espíritu de Don Quijote.

En la obra cervantina se tratan con igual interés, males físicos y espirituales. Las heridas padecidas por Don Quijote a causa de su obsesiva idea de cumplir su misión son más de las que alguien podría soportar en la vida real. El caballero se crece ante los obstáculos y su resistencia al castigo es heroica y patética, apoyado fielmente por su escudero don Sancho Panza y Zancas largas.

Don Quijote y Sancho jamás recibieron lesiones graves, a pesar de las frecuentes riñas en que se vieron envueltos, es posible decir esto sin  tomar en cuenta la gran cantidad de palos y  pérdidas del sentido por contusión cerebral; sin embargo, los dos simpáticos aventureros corrieron menos suerte con sus costillas, pues en su enfrentamiento con los pastores sufrió el hundimiento de varias costillas y tuvo síntomas inequívocos de contusión abdominal profunda.

Interesante descripción del cutis y aspecto saludable de la Duquesa, enemiga jurada de Dulcinea,  debido a que mantenía abiertas dos úlceras en las piernas a través de las cuales dejaba salir “los malos humores”. Don Quijote se mostró especialmente impresionado por la idea del posible beneficio para la salud con esa técnica.

La psicología tratada en la obra es fascinante, las acciones de Don Alonso Quijano y Don Quijote de la Mancha, las dos personalidades del protagonista, van de la lucidez a la locura y viceversa. Con gran capacidad analítica Cervantes subraya la monomanía del héroe tratando de diferenciarla de la demencia senil. Don Quijote nunca fue pasivo, por el contrario, hiperactivo, impulsado siempre a la lucha por sus ideales.

En otro pasaje, Don Quijote confunde los cueros de vino con un gigante enemigo de la princesa Micomicona, pero en realidad está dormido, viste sólo camisa y gorro de dormir, está soñando. Esto sugiere un episodio de sonambulismo.

Cervantes se anticipó a las descripciones y vertió en la personalidad de Don Quijote el perfil clásico del asténico y en la de Sancho el del pícnico; la primera corresponde a la psicología esquizotímica y la segunda a la psicología ciclotímica. De la genial  mente del autor, se obtiene una clara concepción del tipo esquizoide: tendencia al autismo, predominio de pensamientos fantasiosos y desconexión del tiempo y espacio. Es el tipo quijotesco. Sancho permanece siempre en contacto con la realidad y el tiempo; participa de las alucinaciones de su amo por complacerlo.

Don Quijote se mueve entre  hiperestesia o hipoestesia, su sensibilidad es rígida, no se inmuta, esto lo lleva a luchar por modificar el mundo, según su manera de sentir. Sancho, realista, siempre consiente a su patrón.

La última enfermedad de Don Quijote fue una fiebre alta, quizá paludismo a los ojos de Cervantes y, antes de morir, renuncia a sus sueños andantes, dicta testamento con su verdadero nombre, Alonso Quijano, porque recobra la lucidez, fenómeno frecuente en los últimos momentos de muchos enfermos mentales.

Los médicos son aludidos en diversos capítulos, en uno muy simpático Sancho satiriza con mordacidad a los galenos cuando se elige como Gobernador de la Isla Barataria, donde el doctor Pedro Recio de Agüero, en su celoso afán de cuidar y controlar la gula del gordo escudero, lo hace experimentar hambre y frustración.

Sancho insiste en comer perdices asadas, el médico lo condena diciendo “nuestro maestro Hipócrates, norte y luz de la medicina, en un aforismo dice: ‘omnis saturatio mala, perdices autem pessima’ (todo hartazgo es malo, pero de perdices, pésimo)”, lo que enoja a Sancho y se enfurece cuando el médico le prescribe una dieta exigua para preservarlo de una indigestión, y en el clímax de su furia está a punto de pegarle en la cabeza con una silla. El glotón irredento expresa,  “el tiempo es un mejor médico para curar todos los males”.

El Quijote está colmado de incidentes médicos y el caballero de La Mancha hace gala amplio conocimiento de esta ciencia en aquella época. Alguna vez recetó a Sancho una sangría para aliviar la rubicundez que el gordo mostraba, recurso médico actual en algunas circunstancias. Su gran entendimiento se evidencia en las palabras dirigidas a Roque Guinart: “Señor Roque, el principio de la salud está en identificar la enfermedad y aceptar las medicinas recetadas por  el doctor y Dios, nuestro médico, inspirará las medicinas sanadoras, poco a poco, no de repente ni por milagro”.

Leer don Quijote es disfrutar de la filosofía espontánea de don Miguel de Cervantes Saavedra, los dichos y aforismos mencionados son solo algunos que se leen en las páginas de este maravilloso libro, recordemos otros, “La envidia es la raíz de males infinitos y carcome las virtudes”, “Amor y deseo son diferentes, no todo lo que se desea se ama ni todo lo que se ama, se desea”.

El intelecto creador de esta magna obra fue de Don Miguel de Cervantes, pero el actor que las interpreta el momento preciso, fue Don Alonso Quijano, el nombre que adoptó cuando empezó a ser presa de la locura.

Más hay que comentar sobre el tratamiento de todo asunto en las páginas de la obra, pero sirva lo hasta aquí escrito para rendir culto a su autor, quien gracias a su genialidad incursionó en diversos campos del saber. Cervantes nos deleitó con su encanto de prosa y nos mostró la cultura de su lejana época, a través de su genial creación”Don Quijote de la mancha”.

hsilva_mendoza@hotmail.com


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