Muchas veces nos encontramos ante situaciones adversas por un tiempo prolongado, un problema económico, de salud, laboral, familiar, emocional, y es difícil reaccionar de manera positiva, especialmente cuando es algo que nos roba la paz, nos distrae, nos mantiene pensando constantemente en ello.

Y uno de los errores más frecuentes del común de las personas, es que después de que los problemas se resuelven para bien o para mal, nos quedamos enfrascados en ellos, dándoles vueltas y vueltas, como si al pensarlos de nuevo le daríamos otra solución, y al repensarlos imaginamos un escenario diferente, sin que podamos soltarlo.

Esta situación no es conveniente para nadie, causa un desgaste emocional de sobra, que no conduce a nada bueno, por el contrario, nos consume energía, limita las ideas, nos roba tiempo, y a veces nos hace vivir en piloto automático con las personas que nos rodean, nuestros seres queridos, amigos, compañeros de trabajo.

Y la verdad, es que muchos de los conflictos o problemas que vivimos cotidianamente, suelen ser mínimos, pero somos nosotros quienes les damos más importancia de la que merecen, y caemos en un círculo vicioso, masticando una y otra vez la misma situación, sin poder dejarlo de lado. Lo mismo sucede cuando el percance es con alguna persona, y uno insiste en cargar con el cadáver del problema, y probablemente esa persona ni siquiera lo ve de esa manera, o caso contrario, nosotros ya lo hemos superado y la otra persona se queda inmersa en el conflicto.

Hay que dar vuelta a la página, darle carpetazo, aplicarle la caducidad como se dice en términos jurídicos, y mandarlo al archivo como asunto total y definitivamente concluido. En nada aprovecha revivir las cosas que nos preocuparon de mas o que incluso nos lastimaron; deberíamos recordar los momentos felices o aquellos que nos dieron calma.

Encontré esta anécdota en internet de Charlie Chaplin “que una vez contó un chiste frente a la audiencia y todos rieron; lo contó por segunda vez, así que solo algunos se rieron. Cuando lo contó por tercera vez, nadie se rió. Luego dijo estás hermosas palabras: Si no puedes reír y reír del mismo chiste, ¿por qué lloras y lloras por el mismo problema, dolor o aflicción? ¿Por qué no disfrutas cada momento de tu vida?

Charlie Chaplin se fue dejando un gran legado sin decir una palabra ni herir los sentimientos de nadie. Les comparto algunas de sus frases que tocan el corazón: “Nada en esta vida es permanente, ni siquiera nuestros problemas”; “Me encanta caminar bajo la lluvia para que nadie pueda ver mis lágrimas.”; “El día que más desperdicias en tu vida es el día que no te ríes.”

Debemos renovar nuestra mente cada día, así como Dios renueva su misericordia para con nosotros. Dejemos atrás el afán por las cosas negativas, incluyendo conflictos del pasado, descansando en las promesas del Señor y en su gran amor por nosotros.

¡No te claves en los problemas, disfruta la vida!

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