Con instrumentos dentales, brochuelos y escobetillas, los arqueólogos Rodolfo Aguilar, Mary Laidy Hernández, Karina López y Jacqueline Castro comenzaron a “liberar” figuras como plumas en forma de cuchillo, una cabeza y un pico labradas en una roca de tezontle rojo. De inmediato llamó su atención, se trataba de un águila real de grandes dimensiones y que está cerca del Cuauhxicalco, edificio circular cuyo nombre se traduce en “lugar de la jícara del águila”.

El hallazgo se hizo en noviembre de 2019, en la Plaza Oeste, en las entrañas del cruce de las calles República de Argentina y República de Guatemala. Después se hicieron labores de excavación, limpieza, restauración y un registro “preciso y meticuloso”, que concluyeron en febrero de 2020, para después continuar con trabajo de gabinete.

La escultura del águila real mide 1.06 metros de largo y 70 centímetros de ancho, y fue labrada en una roca de tezontle rojo: “Es una roca ígnea intrusiva, es decir, una escoria volcánica que en época mexica fue muy bien aprovechada para la escultura y la arquitectura”, dice Aguilar.

La escultura fue hallada en la Plaza Oeste, donde se han encontrado otros 67 “bajorrelieves adosados al piso”; sin embargo, este descubrimiento es importante porque hasta el momento es considerada la más grande ubicada en ese sitio. “El águila real fue un ave de suma importancia en el bestiario mexica y de otros grupos prehispánicos. Para los mexicas, el águila se relacionaba con Huitzilopochtli, el Sol, la guerra y con el sacrificio”, dice Aguilar.

“El Templo Mayor es una posición de simbolismos. En la parte norte se concentra todo el vínculo hacia el dios Tláloc, la vegetación y la lluvia. El sector sur se relaciona con Huitzilopochtli, dios solar y la guerra. No es azaroso que el águila aparezca al sur, además está muy cerca al Cuauhxicalco, donde se presume que se realizaba la cremación de los antiguos reyes mexicas y muy posiblemente donde se depositaban sus cenizas, así como sacrificios en honor al Dios del Sol”.

Los arqueólogos plantean que, debido a su ubicación, el bajorrelieve correspondería al gobierno de Motecuhzoma Ilhuicamina o Moctezuma I (1440-1469 d.C.).

El hallazgo fue publicado en un artículo del número más reciente de la revista Arqueología mexicana. Ahí los cuatro arqueólogos plantearon la pregunta: ¿Existirán otros bajorrelieves de águila en la parte occidental del Cuauhxicalco aún no explorada? La respuesta podrá responderse con futuras exploraciones.

 

“La porción occidental del Cuauhxicalco aún no se ha explorado, pero encontrar más bajorrelieves nos ayudaría a entender más el simbolismo que guarda tanto el Cuauhxicalco como la Plaza Oeste. Sería muy sugerente que aparezca otra águila, porque sin lugar a duda, estas águilas estarían en torno al Cuauhxicalco y sería una manera muy importante de referenciar el nombre del edificio a partir de la cercanía de las esculturas”, indica.

Los arqueólogos esperan el momento para poder continuar con los trabajos de campo, que entre otras cosas, contemplan más excavaciones, luego, incluido el hallado en 2019, serán levantados para continuar con la exploración.

“Hay pisos más antiguos (en la Plaza) y es probable que encontremos más esculturas, ofrendas o arquitectura”, explica el arqueólogo.

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