Por Pedro Chavarría
28 de enero de 2025.- El desarrollo de la humanidad ha pasado por varias etapas, desde una primitiva dominada por la ideación motivada por el fantástico espectáculo astronómico., durante el día, imposible ignorar al sol durante las oscuras noches de la época, imposible ignorar el cielo estrellado y la luna, este espectáculo, presente hasta la fecha, motivó en esos tiempos que se atribuyeran poderes divinos a los astros, indudablemente que dependemos del sol y ya desde esos tiempos se entendía.
Hoy nuestra concepción ha cambiado, pero seguimos sabiendo cuánto dependemos del sol, el caso es que en la etapa primitiva el pensamiento estuvo centrado en la deificación de los astros y los fenómenos naturales, de donde surgen el dios sol, la diosa luna, otros dioses identificados con planetas, estrellas y fenómenos como el rayo y otros, etapas posteriores fundamentarían el pensamiento en ideas más elaboradas y surgen las grandes religiones monoteístas que hasta la fecha vemos, en términos generales, Dios pasa a ser el centro de la vida y el pensamiento; de ahí el arte religioso de la Edad Media, con sus grandes obras arquitectónicas, pictóricas, escultóricas y literarias.
La vida entera se ciñe a los designios divinos, interpretados por la humanidad y utilizados para promover no solo la convivencia, sino también la destrucción, como aquello de “muerte a los infieles”, o “castigo a la herejía y al pecado”, para la etapa renacentista la idea cambia y surge el hombre como la figura central y se producen grandes avances en lo artístico y científico. Se redescubren los grandes avances de la cultura árabe en muchos de sus aspectos; el caso es que desde entonces hemos puesto al hombre en el centro de la vida, sin por ello pretender que la visión e influencia religiosa haya desaparecido.
El hombre y la naturaleza de la que forma parte, es el eje sobre el que desarrollamos nuestras actividades y proyecciones, si bien es cierto que hemos dejado de lado a la naturaleza, olvidando cuánto dependemos de ella, tras siglos de desarrollo hemos venido a comprender cómo se ha desenvuelto el universo, desde el inicio en el big bang hasta el momento actual, e incluso anticipamos cómo podrían sucederse los cambios por venir, el destino de nuestro sol, de nuestra galaxia y hasta de todo el universo; es cierto que no tenemos un conocimiento completo, que confiamos en la ciencia, pero que debemos estar muy conscientes de que esta formidable herramienta nos permite entender el cambio, es decir, el cómo, pero no los porqués.
Que la ciencia pretenda explicar la serie de cambios que ha experimentado el universo, es decir, que nos cuente su historia, no quiere decir que nos explique por qué ha surgido el universo.Los porqués de la ciencia se refieren a los cambios de estado y no a la causa del origen, de una u otra forma hemos llegado a la idea básica de que el universo ha conspirado a lo largo de millones de años, para engendrarnos; descubrimos que una constante muy importante es el cambio, ya desde la época clásica griega se planteaba la dinámica de cambio todas las cosas, como sostuvo Heráclito. Hemos podido trazar una línea desde el big bang hasta nuestros días, guiada por la transformación constante en el universo, intentaré dar una visión panorámica de este cambio incesante; partimos del momento mismo del Big bang, instante en que el universo, o su germen, está concentrado en un solo punto.
Podríamos pensarlo como “comprimido”, desde donde se expande hasta llegar a lo que podemos ver hoy y anticipar lo que pasará en un futuro próximo y lejano, se piensa que el origen de todo es la energía, misma que se “compacta” y forma partículas materiales, inicialmente muy energéticas, dado que están “escapando” del confinamiento en que se encontraban originalmente, y me refiero al origen verdadero, las partículas elementales, quizá los quarks, porque todavía se discute cómo, dieron en agruparse en tríos y formar protones y neutrones, integrantes de los futuros núcleos atómicos; en los inicios no había ni núcleos ni átomos, ya que la energía que poseían era muy alta, y esto se traduce básicamente en movimiento. Cuando la temperatura del universo fue descendiendo, este se enfrió lo suficiente como para que los primeros protones capturaran un electrón y se formara hidrógeno, el átomo y elemento más sencillo de todos.
Luego el hidrógeno presente en grandes cantidades sufrió los efectos de la fuerza de gravedad, cualquier cosa que esta sea. La gravedad resulta en un fuerza aglutinadora que compacta el
gas hidrógeno, tan apretadamente que los protones sueltos se fusionaron, se supone que cargas del mismo signo se repelen, por lo que dos protones deberían separarse uno del otro,
pero la gravedad llega a tener tan gran efecto que vence la repulsión y une dos protones, al tiempo que se liberan cantidades inmensas de energía (la luz y calor estelar), la unión de dos protones es algo portentoso, dado que naturalmente se repelen.
Si se acumula suficiente hidrógeno, la gravedad es tan fuerte que vence la repulsión natural entre protones y al acercarlos tanto, los une casi indisolublemente y forma helio. Luego el helio
se fusiona entre sí y poco a poco, en diferentes estrellas de tamaños crecientes, se forman muchos elementos más.; las reacciones de fusión solo se dan en estrellas, aunque ahora ya
hemos fabricado pequeñas estrellas en este planeta. Recientemente China ha reportado que su reactor nuclear de fusión, que no de fisión, como el local de Laguna Verde, ha funcionado ya mil segundos seguidos, lo cual es una hazaña.
La física nos explica cómo se han formado lo que conocemos como elementos, agrupados y clasificados en la temible Tabla Periódica de los elementos que tanto desvela a estudiantes de secundaria. Una vez formado el arsenal, la física inventó la química. Los diversos elementos interactúan entre sí a través de su última capa de electrones y se forman infinidad
de compuestos, de lo que están formadas todas las cosas que conocemos y que centró los esfuerzos mentales de filósofos griegos, como Demócrito y otros; la física inventa la química, es decir, el universo evoluciona y se hace más sofisticado con las amplisimas posibilidades de variación e invención posibles gracias a los compuestos químicos.
Bajo condiciones muy específicas, y que por lo que sabemos hasta hoy, solo se han producido en este planeta, la química inventa la biología. Es decir, con la gran variedad de compuestos químicos, en especial los basados en carbono y con la fundamental participación del agua, la química construyó células y con ello organismos vivos, desde bacterias hasta el hombre, mientras no encontremos otras formas de vida más avanzadas; a partir de los organismos vivos se encontró que estos evolucionan, es decir, cambian a lo largo del tiempo y este cambio explica la diversidad de todos las formas de vida, de todos los reinos, de modo que todos estamos emparentados y todos descendemos de un ancestro común.
La evolución ahora podemos dividirla en prebiótica, es decir, antes de la vida, centrada en los cambios físicos y químicos, y la centrada en seres vivos. Estos evolucionan,
el universo inanimado también, a partir del surgimiento de la vida y de la humanidad parece que el universo ha llegado a su fase final; el pensamiento religioso dice que Dios hizo al hombre a su imagen y semejanza, por lo que se entiende que ya no habría más cambios y esto claramente no es así, el cambio no se detiene. Igual los animales y vegetales siguen cambiando, igual el hombre sigue cambiando, aunque no lo apreciemos claramente; al alcance tenemos la diferencia en vello corporal, el tamaño, la capacidad cerebral y con ello la inteligencia, la dentadura y muchos rasgos más.
El hombre, y la mujer, sigue cambiando. Pero no solo a este nivel se seguirá manifestando el cambio evolutivo: el pensamiento antropocéntrico gira alrededor de la humanidad, pero quién dice que la humanidad es el pináculo y que ya no habrá más. La evolución biológica bien podría llegar a generar una nueva especie, salida de nosotros, o de algún simio, capaz de superarnos y que el humano, homo sapiens, quede atrás, como quedó el neandertal o el denisovano; en todo caso, este sería un cambio evolutivo integrado en la evolución biológica, pero ¿Esto es todo lo que hay?, ya está aquí una tercera etapa evolutiva. Primero la pre biótica –física y química-luego la biológica, y finalmente, la posbiológica.
Estamos asistiendo a una etapa de transición, donde seres biológicos, nosotros, estamos cambiando nuestros rasgos básicos y encontramos a un ente nuevo: el cyborg: mezcla de hombre y máquina, aunque parezca exagerado, de ello dan testimonio una serie de artilugios adaptados a la anatomía y fisiología humana, desde órtesis, que se colocan en el exterior del cuerpo, como lentes, férulas y otros, así como prótesis, que suelen colocarse al interior, habitualmente con cirugía. En este apartado habría que ubicar reemplazos de cadera, de rodilla, implantes dentales, lentes intraoculares y otros, mención especial ameritan otro tipo de implantes que nos acercan aún más al cyborg o híbrido hombre-máquina, entre ellos implantes cocleares en el oído, o marcapasos, hasta llegar a implantes cerebrales que podrían mejorar crisis epilépticas, o bien dispositivos que permiten mover un mouse en la computadora solo con el pensamiento, o con sistemas similares controlar una mano o un brazo artificial.
Recientemente se han difundido noticias acerca de implantes que estimulan coordinadamente músculos y que permiten volver a caminar a pacientes que no podían hacerlo, bien por sección medular, o por enfermedad de Parkinson, finalmente tenemos los implantes cerebrales de neuralink, ya no solo diseñados para corregir enfermedades, en plena etapa cyborg, o ciborg castellanizado, veremos implantes cerebrales que mejoren la memoria, o que introduzcan bases de datos, para no tener que estudiar y aprenderlas y quizá más adelante otras mejoras, como capacidad de cálculo matemático, visión y audición mejorada y no sabemos qué más.
Las personas con inteligencia mejorada superarán al humano natural, todavía estos dispositivos forman parte de un período de transición en el que los humanos buscan mejorar adoptando dispositivos tecnológicos de las máquinas, pero la plena evolución posbiológica está un paso más allá; lo humanos hemos construido todo tipo d máquinas, pero las más relevantes en este
momento son las que poseen inteligencia –IA-, es decir inteligencia artificial, asentada en organismos no biológicos, capaces de aprender por sí solos y de resolver múltiples problemas y acometer gran variedad de tareas. Ya se habla de llegar a la “singularidad”: cuando la inteligencia de las máquinas no sólo alcance la del hombre, sino la rebase.
Algunos autores muy reconocidos, como Kurzweil, explican que en realidad un cerebro humano, con todo y que es la estructura más compleja del universo conocido –y yo subrayo: conocido- no es tan complejo y podría ser superado por una computadora, y ahora me pregunto: ¿De veras el humano es el pináculo de la creación? ¿No seremos una etapa intermedia, venida a la existencia con el fin de propiciar la plena etapa de evolución posbiologica, más capaz de aprovechar todos los recursos extraplanetarios?, es claro que la visión humanística y antropocentrista no nos permite ver más allá. Quizá nuestra arrogancia no nos permita ver cuál sea realmente nuestro lugar en El Gran Plan Maestro.
Por ahora no podríamos entender que el Plan Maestro de Dios, cualquiera que sea la acepción y concepción de Dios, vaya más allá del hombre, al menos la filosofía Cristiana y la ética derivada, sostiene que el hombre siempre es un fin y no un medio, ¿Y si solo existiéramos como medios?, medios de propiciar la siguiente etapa evolutiva, ¿Humildad o arrogancia? ¿Aceptaríamos ese papel, teóricamente designado por una entidad divina, que por supuesto no podríamos entender, ¿No decimos que Dios sabe porqué hace las cosas?, así como no entendemos dónde está Dios cuando suceden tantas desgracias, naturales e impulsadas por nosotros, según ha dicho el Papa Francisco; así podría ser que no entendiéramos que solo somos un medio, obviamente, aceptar que somos un medio, que no somos la máxima obra de Dios, es abrir la puerta a la desesperanza e iría contra toda lógica de supervivencia de la especie, del planeta y de la vida en general. Obviamente todas las religiones no son más que sociología pura en sus orígenes y tenemos insertado el mandato –todos los seres vivos-: “Te
mantendrás vivo tanto como puedas”.
Para eso están las religiones, los códigos éticos y morales, las leyes y los castigos al infractor, Pero ¿Si hay un Plan Divino, o al menos Superior, del que no soy consciente y que no podría entender?, con todo y que tenga conciencia –ya que el alma parece equipararse al estado de conciencia, según Francis Crick, y no es tan sencillo desestimar a este hombre, y perdónenme la falacia de apelación a la autoridad- ¿Y si a pesar de creer que tenemos un alma-estado de conciencia, no fuéramos más que un medio?, ¿Arrogancia o humildad?.