La reina Isabel II murió a los 96 años este jueves, confirmó el Palacio de Buckingham.
Gran Bretaña se despide de la monarca con el reinado más largo de su historia: cumplió 70 años en el trono este 2022. Falleció en el castillo de Balmoral en Escocia después de que los médicos dijeran que se habían preocupado por su salud el jueves.
“La reina murió en paz esta tarde”, anunció la Familia Real en sus cuentas de redes sociales. Su hijo Carlos, que ahora es rey, regresará a Londres el viernes.
El primero en fijar sucesión es Carlos, el príncipe de Gales e hijo mayor de la reina. Es el monarca británico heredero al trono que más tiempo ha esperado, pues es el aparente heredero desde los 3 años.
También es el primero en obtener un título universitario. Desde 2005, está casado con Camilla, la duquesa de Cornualles.
Se espera que se anuncien detalles sobre las honras fúnebres para Isabel II.
Elizabeth Alexandra Mary, “Lilibet” para sus amigos, nació el 21 de abril de 1926. Y solo una década más tarde Isabel supo que estaba realmente destinada a dirigir un imperio.
Y se trató de un ardid de la historia, obra del escándalo: su tío Eduardo abdicó para poder casarse con Wallis Simpson, una mujer estadounidense divorciada, el amor de su vida, pero un impedimento para el trono.
El padre de Isabel se convirtió en rey. Y ella resultó la heredera por accidente. Y desarrolló un profundo sentido del deber.
Incluso antes de ser coronada, Isabel se dedicó en cuerpo y alma a desempeñar su papel “real”.
“Declaro ante todos ustedes que toda mi vida, sea corta o larga, estará dedicada a vuestro servicio y al servicio de esta gran familia imperial a la cual todos pertenecemos”.
“Creo recordar haber oído ese discurso y lo recuerdo muy bien, recuerdo ciertamente haber leído no muchos años después la forma en que dedicó su vida al país; fue un ejemplo de lo que sentí exactamente años más tarde cuando crecí; de eso se trataba: de dedicar tu vida a tu país”.
Durante más de medio siglo, condujo su imperio y luego lo vio decaer, en un descenso controlado, en lo que se conoció como la mancomunidad británica de naciones, una asociación de países ahora independientes. 16 países la mantuvieron como la jefa simbólica del Estado.
Por décadas ha soportado todo lo que la historia y su familia le han puesto por delante, con una reconfortante compostura.
Su reinado comenzó cuando Winston Churchill era primer ministro.
Se ha reunido con todos los presidentes de Estados Unidos, excepto uno; siempre dio prioridad a esos encuentros.
“Recuerda haber aprendido de sus padres la importancia de mantener de su lado a Estados Unidos durante la guerra. Y Estados Unidos entró en la guerra. Lo recuerda muy bien. Recuerda a los soldados estadounidenses, el Día D y todo eso. Para ella, fue una parte importante de su crianza”, dice Robert Hardman, autor de Our Queen.
El monarca británico no tiene poder político, pero Isabel tenía inmenso poder como figura insigne, como se demostró en el 2011 en la primera visita de Estado de un monarca a la vecina Irlanda, desde que este país se separara del Reino Unido.