Queridos amigos, permítanme presentarme¸ soy miembro de una compleja comunidad funcionalmente infalible y en la que todos todos los integrantes cumplimos nuestras funciones a la perfección, me refiero al cuerpo humano, yo soy el riñón, miembro de esa maravillosa maquinaria orgánica, el cuerpo humano, estoy a sus apreciables órdenes, considérenme su leal aliado.
Usted conoce mi imagen, ha oído hablar de mí y aunque sabe que es mi función final, es emitir dos litros de orina al día, ignora cuán complejo es mi trabajo. Cuando fallo, las consecuencias son tristes y a veces fatales para usted. Soy un incomprendido, porque la mayoría de la gente me considera un simple eliminador de orina cargada de desechos, pero soy un químico experto, maestro en eso de la alquimia orgánica, de la intercomunicación y control biológico en el cuerpo humano, cibernética pura.
Mi función es purificar al organismo humano, me encargo de mantener la limpieza de la sangre, mediante procesos de ultrafiltración y excreción elimino miles de sustancias de desecho producidas por el metabolismo energético, cuya acumulación sería nociva y en cambio reabsorbo (rescato) otras vitales, y necesarias para el organismo, pues de no ser por mi capacidad selectiva, se perderían.
Como resultado de estas acciones diversos elementos se mantienen en equilibrio continuo en nuestro organismo mediante una serie de procesos de exactitud matemática, las más conocidas son: hidrógeno, bicarbonato, sodio, cloro, potasio, calcio, fósforo, magnesio y con ello el medio acuoso interno del organismo se mentiene neutro, sin acidez ni alcalinidad fuera de control, cuyos desequilibrios pueden ser irreversibles y frecuentemente mortales.
Me ocupo de que usted produzca 180 litros de orina en 24 horas, reabsorbo 178 para que orine sólo 2 litros al día, puedo eliminar variable cantidad, dependiendo del volumen de ingesta. Soy responsable de que su cuerpo no pierda o retenga en exceso varias de las sustancias mencionadas en el párrafo anterior, si esto sucede sus músculos tendrán serios trastornos, empezarán a fallar, contraerse y debilitarse y si otros aumentan pueden aparecer trastornos del ritmo del corazón, que podría fallarle y detenerse.
También respondo por mantenimiento de su presión arterial en límites compatibles con una vida normal y confortable. El corazón suele ser la víctima de esa hipertensión, causada por el desarreglo de mis funciones. Por eso algún fisiólogo dijo: “para curar el corazón, debemos cuidar al riñón”.
La glándula pituitaria, desde el centro de la base de su cráneo, rige mis funciones y el mando inmediato, mi jefa la suprarrenal, confían en mí como eficiente bioquímico del organismo humano, regulando con su influencia algunos aspectos de mi función. Este sistema glandular es rector de las acciones hormonales que me ordenan, no derecho a titubear, debo hacerlo a la perfección, para evitar cualquier desequilibrio en los líquidos internos de su organismo entre la proporción de agua, sales y varias hormonas disueltas.
Imagine usted la magnitud de desequilibrio que puede haber en el medio interno del cuerpo humano en que el 60% de su peso es agua, ¡sí, señores!, ustedes son casi pura agua, y debe mantenerse el control de su composición constante entre elementos ácidos, alcalinos, agua y hormonas, si este equilibrio se pierde, la salud también.
Produzco por mi iniciativa, cuando considero necesario, la eritropoyetin hormona necesaria para que la médula ósea genere glóbulos rojos, evitando la anemia. Otras hormonas emisarias de los jefes que me dan órdenes son: la anti diurética, renina, aldosterona y parato-hormona, cuatro rectoras eméritas de mis actividades a favor del organismo humano, pues rigen la eliminación o retención de la vital agua, la tensión arterial, el metabolismo del calcio y la salud de sus huesos. Usted puede deducir que cuando me enfermo el organismo cae en caótico estado funcional y bioquímico.
Tengo un gemelo, somos dos riñones idénticos con forma de frijol, con un peso de 130 gramos cada uno, capaces de hacer lo hasta aquí platicado y mucho más.
Por le que he explicado, con gran placer, aprovecho esta oportunidad para pedirle nos mantenga sanos y poder velar por su salud, ¿cómo hacerlo?, tome dos semanas de vacaciones al año, descanse la tarde de sábado y el día domingo, vea la vida con optimismo, piense, ¡nada es imposible!, tome 40 centímetros de agua por kilo de peso diariamente, es suficiente, muévase, camine treinta minutos al día cuando menos, cuide su alimentación, que sea balanceada, no engorde, vigile su perímetro abdominal, no rebase los 88 centímetro en la mujer y 100 en el hombre (OMS). Aunque sea usted delgado ¡si su barriga rebasa esa barrera a la salud, cuidado!.
Tome su presión arterial cada mes, porque la hipertensión arterial es un “ enemigo silencioso” causado en forma importante por trastornos funcionales de su servidor, el riñón, y lo recomendado hace unos renglones es sencillo de cumplir e importante para tener una vida de confortante calidad.
Las personas recurren al cardiólogo cuando se enteran de su hipertensión, cuestión de costumbre y mercadotecnia, pues los laboratorios así lo difunden porque es más rentable, debido a que en México hay un nefrólogo por cada 100 mil habitantes (IMSS), mientras hay 80 cardiólogos por ese mismo número de ciudadanos (SSA).
Cuando me deterioro para siempre, nada volverá a ser lo mismo, ni con diálisis peritoneal o hemodiálisis, ni aún con trasplante de riñón del mejor donador, padres o hermanos, nada sería igual que cuando se tenía un riñón sano, leal y lozano.
Hágase un examen general de orina cada año y si ha llegado a los cuarenta, incluya biometría hemática, química sanguínea, perfil de lípidos, electrocardiograma y hágalo bien, hágalo completo, agregue usted, si es dama, mastografía, si es caballero, antígeno prostático. Es sencillo, solo recuerde, la medicina más efectiva es la preventiva y no la correctiva.
Esta narrativa, vehemente y entusiasta, espero no haya sido una perorata para usted, sino que le haya parecido amena e ilustratativa. Si ha sido así me quedo satisfecho y le ruego piense en lo complejo de mi función, que por cariñosa gratuidad y sin espera de recompensa ejerzo cada segundo, día a día, en beneficio de usted.
No me olvide y consulte a su médico una vez al año.
Atentamente, soy el ciudadano Glomérulo Silva Mendoza, su riñón seguro servidor.
hsilva_mendoza@hotmail.com