Durante más de 50 minutos, el documental rememora su historia personal y política que comenzó con la búsqueda de su hijo Jesús Piedra Ibarra, hasta lograr ser la primera madre de un desaparecido y mujer candidata a la presidencia por el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT), en 1982.
Para lograrlo, contó Rodríguez Castañeda, “al igual que otros partidos de izquierda, enfrentó un dilema: Iban a darle al régimen carta blanca y aceptar que la legalización de partidos implicaba ya la democracia”.
El fundador del PRD, Edgard Sánchez, respondió: “La solución maravillosa, digamos, fue esta confluencia con Rosario, que el eslogan principal, el motivo principal del discurso de la candidata presidencial Rosario Ibarra (1982) era: ‘no hay democracia con desaparecidos’.
“Entonces, nosotros sí ejercíamos un derecho democrático, pero, al mismo tiempo, denunciábamos el hecho de que el derecho democrático del registro no significaba que ya hubiera libertades democráticas y la mayor prueba era que había desaparecidos, y, como decía Rosario: ‘Para decirlo, es el hecho que la candidata es la madre de un desaparecido”, agregó.
Fue con su discurso, que la gente en México escuchó y se dio cuenta de que algo estaba pasando no solamente con los presos políticos o los desaparecidos, sino el hecho de que te detienen, no te presentan ante las autoridades, te pasean, te torturan y que tenía relación con la violencia política del Estado.
Tres años más tarde, en las elecciones intermedias, aceptó postularse como candidata externa a la Cámara de Diputados y así obtuvo su primer cargo de representación popular y presentó una iniciativa para una nueva Ley de Amnistía que enlistaba a los detenidos desaparecidos.
En 1988 volvió a hacer campaña presidencial por el PRT, flanqueada por otros candidatos de oposición: Cuauhtémoc Cárdenas, del Frente Democrático Nacional (FDN) y Manuel Clouthier, del Partido Acción Nacional (PAN), ondeando la bandera de los derechos humanos y la reivindicación de los desaparecidos de la guerra sucia, narró Rodríguez Castañeda.
“Durante los meses previos a la elección de 1988, las organizaciones de izquierda para que declinaran en favor de quien parecía tener la delantera en la oposición: Cuauhtémoc Cárdenas, del Frente Democrático Nacional. Heberto Castillo, candidato del Partido Mexicano Socialista declinó a favor del hijo del general. Rosario Ibarra siguió adelante”, añadió.
Durante la irrupción zapatista, en 1994, Rosario Ibarra, como diputada federal del PRD, aceptó asistir a la Convención Nacional Democrática del EZLN en la Selva Lacandona. Asistió a las mesas de diálogo que derivaron en los nunca aplicados Acuerdos de San Andrés.
En 2002, con Vicente Fox como presidente, se crea la Fiscalía Especial para Movimientos Sociales y Políticos del Pasado y ordena la presunta apertura de los archivos de los desaparecidos, pero solo permite que se revisen las versiones públicas, documentos con enormes franjas negras bajo el pretexto de proteger datos personales, recordó.
La Fiscalía “resultó un fiasco”, sentenció. Los crímenes del 2 de octubre de 1968, del 10 de junio de 1971 y de la guerra sucia continúan impunes, concluyó Rodríguez Castañeda.
En 2006 fue candidata externa para senadora por la coalición formada por el PRD, PT y Convergencia y asumió la causa de la guerra emprendida por el presidente Felipe Calderón contra el narcotráfico e insistió en cambiar las palabras “levantón” o “secuestro” por “desaparición forzada”, recordó.
“¿Por qué y cómo decidió convertir Rosario Ibarra su causa personal en una bandera política? ¿Cayó en la tentación del protagonismo? ¿Los políticos aprovecharon su relevancia pública para obtener votos? O era, en el fondo, una convicción ideológica profundamente arraigada en su ser interior”, inquirió.