Trump es el comandante en jefe de Estados Unidos, pero también su animador principal y el jueves convertirá el Día de la Independencia en un gran espectáculo personal en horario estelar.
Con tanquetas en el centro de Washington, ruidosos aviones de combate sobrevolando el cielo y un discurso desde las escalinatas del Monumento a Lincoln: bienvenidos a la fiesta nacional del 4 de julio del presidente Donald Trump, que rompe con una tradición estadunidense.
El evento, sin precedentes, incluirá un discurso televisado, despliegue militar y una enorme exhibición de fuegos artificiales, sin embargo, el centro de atención no estará en las armas ni en los fuegos artificiales, más bien, será Trump.
La festividad es única por ser muy patriótica y que será más cívica que militar, donde se dejará de lado la pelea entre demócratas y republicanos.
Mientras tanto, los opositores a Trump planean su propia artillería política en el National Mall, la explanada de césped que va desde el Monumento a Lincoln hasta el Capitolio.
La oposición de izquierda “Code Pink” desplegará su tradicional “Baby Trump”, un inflable que muestra al presidente en pañales; además, grupos de soldados veteranos planean entregar camisetas en honor al fallecido senador John McCain, un republicano con el que Trump solía chocar con frecuencia.