POR: Elsa Maile Landa

 

Hablar de lo que sucede y de lo que no sucede en las mañaneras de López Obrador siempre se convierte en un tema complicado debido a la diversidad de sus temas y, en muchas ocasiones, a las contradicciones mismas que presenta. Durante esta semana analizar su discurso desde un solo tema nos dejaría con grandes huecos sobre lo que se estuvo hablando y sobre las decisiones que se tomarán. Considero que los temas de importancia de esta semana se pueden englobar en tres temas que si bien no abarcan por completo la realidad del país nos pueden servir de guía.

 

En primer lugar, la economía; mucho se habló sobre el riesgo de entrar en una recesión técnica y de lo dañino que eso es para la economía. Es necesario explicar que la recesión técnica de la que hablamos es la que se da cuando en más de dos trimestres nuestro PIB se encuentra a la negativa, la economía se estanca y el poder adquisitivo disminuye de forma drástica debido a que nuestro crecimiento económico no es suficiente para contrarrestar la inflación. Nuestro presidente nos reiteró durante la semana que nuestra economía va bien y que la moneda a tomado fuerza, el INEGI dio a conocer que según sus reportes el PIB aumentó un 0.1%. En definitiva, en términos técnicos implica que no hay recesión y si hablamos en el sentido estricto de la palabra también demuestra un crecimiento, será necesario analizar otro tipo de datos como los niveles de inflación, la confianza en términos de inversión extranjera. Aunque parezca difícil de creer la economía es relativamente estable en estos momentos. La oficina del presidente y la secretaria de economía tienen un panorama más amplio de todos los medidores económicos, pero incluso con la poca información que tenemos puede ser que el discurso del presidente no sea tan descabelladamente optimista.

 

En segundo lugar, la diplomacia. Conforme se acerca el plazo que nos dio Estados Unidos para resolver el fenómeno de la migración más se resalta la importancia del plan designado por Relaciones Exteriores para disminuir las tazas de migrantes que llegan a la frontera norte. Si algo ha quedado claro desde que se inició la estrategia es que no sería una cuestión solamente de política interna y esto se ha demostrado aun más con la puesta en marcha de proyectos de apoyo a países de Centroamérica y el uso tan controversial del Fondo Yucatán para crear programas de ayuda social en el extranjero. Es verdad que el posicionamiento del país como un referente regional es algo que se había dejado de lado y que se puede convertir en una estrategia útil en el futuro; pero también es cierto que nuestro gobierno debe decidir sobre el rumbo que se tomará porque la posición de esta semana en cuanto a la diplomacia que dio Marcelo Ebrard contradice el modelo de diplomacia interna que proclamó el presidente hace unas semanas.

 

Finalmente, es importante volver a hablar del pueblo. De esta idea que tiene AMLO sobre la bondad de la gente que solo necesita un buen ejemplo y que les digan que deben portarse bien. Por muy bien que suene la idea de seguir creyendo en el buen salvaje al mero estilo Rousseau esto implica recordar una larga historia de instituciones y de educación en el egoísmo y la corrupción que no se borran de la memoria histórica; además del hecho de que también es posible que no todos seamos buenos y que nuestra naturaleza requiera de un Leviatán, como dice Hobbes, de que sepamos que nuestra libertad se debe ceder a cambio de un poco de seguridad.

 

En resumen podemos decir que por el momento nuestro gobierno seguirá con una política diplomática fuerte, a pesar de lo que se dijo con anterioridad, que tendremos que ver este tiempo como experimento para ver qué tanto se puede confiar en la buena naturaleza del hombre y, que por el momento tendremos que confiar en tecnicismos y aceptar que la economía no se hunde.

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