El cardiólogo Frank Sanders publicó en 1973, en la revista científica New England Journal of Medicine, el hallazgo de un signo en el pabellón auricular (oreja) que sugiere deficiencia circulatoria en el corazón y su consecuencia un infarto del miocardio en el futuro no determinado en tiempo, pero estadísticamente factible.
El signo de Frank es un pliegue diagonal en el lóbulo de la oreja, de unos 45 grados de inclinación, suele profundizarse con el tiempo y, en algunos casos, hace que la parte inferior del lóbulo se proyecte hacia adelante y arriba, apreciándose “doblado”.
Veamos algunos datos que ayudarán a comprender el mecanismo.
La aorta es la arteria más importante del cuerpo humano, nace del corazón, hace un arco y desciende hacia el abdomen dando ramas numerosas para vísceras del tórax, abdomen, pelvis y miembros superiores e inferiores.
En el arco aórtico emergen las arterias carótidas primarias derecha e izquierda que dan origen a las subclavias y carótidas interna y externa. La arteria carótida externa en su transcurso por el cuello da varias ramas que nutren estructuras de cabeza, cuello y una delgada arteria denominada auricular posterior que nutre de sangre a la oreja, glándula parótida (salival) y el importante nervio facial.
Ahora aquí lo mas notable para los objetivos de este artículo, de la aorta ascendente, antes del arco aórtico ya mencionado, nacen dos arterias que dan sangre al corazón, las coronarias derecha e izquierda.
El exceso de grasas corporales, trastorno metabólico causado por obesidad, diabetes, sedentarismo y en muchos casos por factores genéticos, causa engrosamiento de las paredes de los vasos sanguíneos de todo el cuerpo, comprometiendo la adecuada circulación nutricia y oxigenante de los órganos corporales. Las arterias coronarias son dañadas por la arterioesclerosis, el corazón y demás órganos vitales sufren sus embates.
Las orejas no son vitales, pero sensibles al proceso de déficit circulatorio por su constitución cartilaginosa y ante la deficiente circulación se adelgazan, atrofian y el lóbulo se dobla.
Estudios de seriedad consistente han publicado la real relación entre el signo de Frank, la arterioesclerosis coronaria, la posibilidad de un infarto del miocardio o una trombosis arterial obstructiva cerebral (Alliance for academic infernal medicine, publicado en New Journal of medicine en 1991).
En historia antigua y actual, se han referido personajes que presentan el signo de Frank y tienen antecedente personal o familiar de trastornos vasculares cardíacos o sistémicos, como George Bush, Mel Gibson, que no exigen detalles de su personalidad, o como Adriano, emperador Romano (76-138), en cuya imagen y bustos de la época se distingue claramente el signo de Frank.
El signo de Frank merece la atención de la comunidad médica para su búsqueda durante la exploración física y al encontrarlo orientar el estudio hacia un compromiso vascular isquémico en corazón u otro órgano vital, conducta que ayudará a salvar muchas vidas porque, aunque suene extraño, las orejas predicen con amplia antelación un infarto cuando tienen el signo de Frank.
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