Por Darío Barahona Correa
De acuerdo con dos publicaciones del Dr. Alfredo Jalife-Rahme, analista geopolítico mexicano de primer nivel, la dinámica geopolítica sufrirá pocos cambios de fondo respecto a la lucha entre súper potencias dominantes que sostienen Estados Unidos y China, con cada país impulsando agendas completamente opuestas entre sí como modelos ante un inminente y urgente nuevo orden mundial: la hegemonía unipolar sionista anglosajona globalista contra la multipolaridad del bloque de los BRICS.
Los demócratas, coalición completamente dominada por los intereses neoconservadores straussianos alineados con el proyecto globalista del Estado profundo de las agencias de inteligencia y la Reserva Federal, impulsan un conflicto militar directo contra la alianza de Rusia y China, minimizando la alta probabilidad de una escalada nuclear que implicaría la extinción de la civilización humana. Dicha frialdad refleja el extremismo con el que se conduce el supremacismo globalista, quienes a través de sus organismos, el Foro Económico Mundial y la agenda 2030 de la ONU, abiertamente hablan de la “necesidad” por reducir la población humana.
Sin embargo, Rusia ha estrenado y demostrado un arsenal hipersónico de nueva generación que no solamente la coloca como la máxima súper potencia militar del planeta en el presente, también garantiza que en caso de desencadenarse un conflicto nuclear no existe posibilidad alguna de que alguno de los bandos consiga vencer al otro, desechando las ilusiones globalistas de un exterminio del género humano excepto por una privilegiada élite conformada por un pequeño, selecto y compacto grupo de intereses.
Ante ello y la reciente derrota electoral frente al soberanista Trump, los globalistas y su “partido demócrata” han optado por no precipitar un conflicto nuclear, moderando su ánimo beligerante luego de serias llamadas de atención por parte de Putin, mismas que van desde cambios en la doctrina nuclear militar rusa hasta el uso en combate de armamento hipersónico de carácter no nuclear, misiles que han demostrado superar completamente los sistema de defensa antimisiles más avanzados de Estados Unidos y sus vasallos de la OTAN e Israel.
La estrategia globalista pasa por realizar un ajuste interno dentro de sus filas, mientras procurarán entorpecer tanto como puedan cualquier intención pacifista del gobierno electo encabezado por Trump. El bloque demócrata mantiene la aspiración de debilitar al Estado ruso, conseguir fragmentarlo en múltiples Estados pequeños para con ello controlar los tremendos recursos que posee la nación eslava en sus 18 millones de kilómetros cuadrados, y aprovechar dichos recursos en su ambición por someter al que consideran su mayor adversario y factor de riesgo estratégico para el decadente dominio hegemónico anglosajón: China.
En contraparte, Trump y su corriente soberanista tienen otra óptica. El presidente electo estadounidense considera necesario y posible lograr un entendimiento pacífico con Rusia con la idea de intentar reducir los fuertes vínculos de la alianza de Putin con China, aspirando a, por lo menos, conseguir que Rusia no defienda a China involucrándose directamente si Washington se enfrenta militarmente a Beijing.
Trump y su perspectiva soberanista impulsan la idea de que Estados Unidos no debe actuar como Estado policía global, no tiene sentido estratégico financiar y sostener a la OTAN, proponiendo realizar un combate comercial aplicando tarifas y aranceles en lugar de impulsar peligrosamente una escalada militar. El MAGA promovido por Trump busca el fortalecimiento interno de Estados Unidos primordialmente porque entiende que la súper potencia anglosajona ya no posee el dominio abrumador estratégico del que gozó aproximadamente por tres décadas luego de la caída de su némesis del siglo XX, la Unión Soviética.
El nuevo status quo que rige entre las tres máximas súper potencias del planeta (China, Rusia y Estados Unidos) es resultado en primer lugar por los errores estratégicos cometidos por la incompetencia supremacista de las administraciones neoconservadoras estadounidenses luego del cambio de siglo, quienes se confiaron y no se adaptaron a la evolución tecnológica, manteniendo un envejecido modelo burocrático que ha operado con los mismos estratagemas desde la victoria de los “Aliados” en la Segunda Guerra Mundial acontecida ¡en la década de los 40’s del siglo pasado!
Trump y su proyecto soberano tienen cierto margen de maniobra tanto a nivel interno como en política exterior, pero al igual que la contraparte demócrata globalista, está controlado por el Estado profundo de las agencias de inteligencia, quienes tienen en la agenda un escenario que no coincide exactamente con los intereses nacionales estadounidenses. El mejor ejemplo de ello es el dominio jázaro sionista de las finanzas y el espectro político electoral de Estados Unidos, puesto que tanto la Reserva Federal y el Congreso responden en primer lugar a grupos de intereses supranacioales.
En ese sentido, el que Trump regrese por otros cuatro años como presidente estadounidense representa un cambio de formas, no de fondo. Estados Unidos se desintegrará (como la Unión Soviética) antes que renunciar a su modelo hegemónico unipolar global. La cuestión radica en que ahora sí se enfrenta a un bloque (China-Rusia/BRICS) que puede vencerlo a nivel multidimensional a nivel financiero, económico, político, pero principalmente en los rubros militar y tecnológico.
Un gran ejemplo del nivel de tensión geopolítica es el nuevo puerto de Chancay, financiado por China y ubicado a 75 kilómetros de Lima, Perú. Dicho puerto “representa el primer hub de la logística marítima china en la vertiente del océano Pacífico de América Latina”, de acuerdo con Jalife-Rahme.
“Chancay es un puerto de gran calado, ha sido bautizado como el puerto Singapur de AL y se espera que genere 4 mil 600 millones de dólares de beneficio anual para Perú, que equivalen a 1.8 por ciento de su PIB.”
“Según Global Times, Perú ha lanzado una ferrovía y un plan de construcción de red carretera para conectar a las principales ciudades del país y a otras redes de países de la región con Chancay, donde brillarán las exportaciones de Colombia, Bolivia (que no tiene salida al mar) y Brasil que carece de salida al Pacífico.”
“La inauguración del puerto de Chancay ha creado enorme excitación en Sudamérica y, en particular, en Bolivia –con la máxima reserva de litio del mundo–, donde ha sido bautizado como el puerto de Sudamérica que colisiona con el exorcismo tanto del Comando Sur como del Departamento de Estado que ha bautizado a Chancay como amenaza a la seguridad nacional de EU, ya no se diga después del espectacular ingreso de Bolivia al BRICS durante la Cumbre de Kazán –lo cual puede explicar la grave intensificación de su lucha fratricida doméstica.”
“El rotativo británico Daily Telegraph (DT) amenazó que Perú será el objetivo de la “guerra mundial (sic) entre China y EU (https://bit.ly/40EVSvp)”, no se diga con el nuevo gabinete eminentemente sinófobo del segundo mandato de Trump, y arremete contra los programas controvertidos (sic) de infraestructura global de China. DT amenaza que la designación de Chancay como casus belli es sólo un inicio, ya que cientos de proyectos chinos a lo largo de la Ruta de la Seda pronto gozarán de esa designación geolingüística.”
(Jalife,2024) https://www.alfredojalife.com/2024/11/13/del-megapuerto-de-chancay-peru-a-shanghai-china-se-sacude-la-geoeconomia-de-sudamerica/
El Dr. Alfredo Jalife también retoma los comentarios de Thierry Meyssan, destacado analista geopolítico francés director del connotado portal “Réseau Voltaire”, y del analista geopolítico estadounidense (curiosamente de origen jázaro) Jeffrey Sachs, quienes junto con Jalife-Rahme han sido pioneros en desechar las dicotomías obsoletas de “derecha” e “izquierda” o “intervencionismo” y “aislacionismo”, postulando cada autor con sus matices el surgimiento de una nueva dinámica para el análisis geopolítico del siglo XXI y la era de la inteligencia artificial: soberanismo contra globalismo. Thierry Meyssan (sin mencionar a China) aborda los triunfos electorales de Putin y Trump, reelectos con fuerte apoyo popular, quienes van a retomar su antigua relación, sólo que ahora Rusia es más fuerte que EU en el plano militar.
“En efecto, mientras Rusia, China, Irán y hasta los guerrilleros del paleolítico inferior de Ansarolá de Yemen ostentan misiles hipersónicos; en forma inverosímil, Estados Unidos ha fracasado en todas sus pruebas alusivas”, escribe Jalife.
“Thierry Meyssan advierte que aquellos que pierdan el nuevo tren del futuro pasarán a la irrelevancia o se tendrán que esperar al siguiente: no es momento de cometer errores que practican los ignaros en geopolítica cuando se redistribuyen (sic) las cartas”, continuó el reputado analista geopolítico mexicano.
“El nuevo Trump tiene que pagar facturas electorales, mientras Thierry Meyssan juzga que la consecuencia más probable debería ser el cese de las guerras de Estados Unidos en Ucrania y en Medio Oriente, y su sustitución por una guerra comercial generalizada”, añadió Jalife.
“Thierry Meyssan elabora que la única incógnita está en que no sabemos qué concesiones (¡mega-sic!) tuvo que hacer Trump esta vez para alcanzar la victoria, como los fétidos donativos de Miriam Adelson, incondicional de los sionistas revisionistas. Thierry Meyssan aconseja que para analizar la política de Trump ya no servirán las categorías ni esquemas políticos que han moldeado nuestra reflexión desde el siglo XVIII”, concluyó.
(Jalife, 2024)
https://www.alfredojalife.com/2024/11/17/nuevos-parametros-geoestrategicos-de-la-hipercompleja-era-trump-segun-thierry-meyssan/
Cierro este artículo citando que el Fondo Monetario Internacional estima que “el nivel de la deuda nacional de Estados Unidos alcanzará el 121% del PIB a finales de este año, y llegará al 131,7% del PIB en 2029. Durante la presidencia de Joe Biden, la deuda nacional ha pasado de 28 billones de dólares en 2021 a un nivel sin precedentes de más de 34,5 billones en el año en curso”.