Por Pedro Chavarría
¿Y si tuviera seis dedos en la mano, en lugar de cinco? Suena extraño, ¿verdad? Sí hay personas con polidactilia, es decir, con más de cinco dedos en las manos, pero por lo general son más bien apéndices que incluso entorpecen el movimiento de la mano. A lo que me quiero referir es a tener seis dedos funcionales en la mano. Aún más: es muy importante de qué dedo extra estamos hablando. Los casos que conozco, en fotografías de libros, muestran un dedo, o más, agregados al lado externo del meñique, donde resulta poco funcional.
Una característica distintiva del ser humano es justamente la mano. Aunque no somos los únicos animales con manos y dedos hábiles, sí tenemos una característica distintiva: contamos con un dedo pulgar oponible. Nuestros parientes más cercanos, los chimpancés tienen cinco dedos, pero el pulgar está colocado en la misma fila que los otros cuatro. En nuestro caso, el pulgar no está en línea: ocupa una fila aparte y queda prácticamente de frente a los cuatro restantes.
Esta característica de mirar frente a frente a los otros dedos hace del pulgar una herramienta muy poderosa y útil. La mano humana es capaz de manipular muy precisamente todo tipo de objetos a través de su función prensil y finísimo control motor. Los simios tienen dedos más largos y muestran gran capacidad prensil a través de rodear con todos sus dedos los objetos que blanden. Cierto que en estos primates incluso los pies tienen gran capacidad prensil, que nosotros no tenemos, por eso, inutilizar las manos de un chimpancé no nos pone a salvo de sus pies, capaces de ataque prensil, más allá de golpear.
El caso es que nuestra mano toma todo tipo de objetos rodeándolos con lo cuatro dedos que llamaremos “menores”, sin despojar a cada una de su importancia. El dedo pulgar completa el rodeo del objeto desde un punto de apoyo diferente, enfrentado a los otros y eso proporciona un agarre diferente, potente y preciso, que agrega posibilidades de giro que otras manos sin pulgares no pueden hacer. Ya ni se diga a la hora de tocar instrumentos musicales, pues están hechos acordes a la mano humana.
El dedo pulgar tiene un área cerebral reservada para su control. Es un área muy grande en comparación a otras partes del cuerpo, mucho más que para el resto de los dedos. La lengua, los labios y otras partes de la cara tienen también zonas muy extensas. Entre más grande el área de control cerebral, más amplia e importante su función. A lengua nos permite una serie de movimientos capaces de expresar sonidos, junto con el aparato fonador, y de ello surgen las amplísimas posibilidades del lenguaje y el canto. El dominio de la lengua es fundamental para hacernos entender.
Pero volvamos al pulgar. En pacientes con enfermedad vascular cerebral algunas zonas del cerebro pueden dañarse por falta de irrigación sanguínea. Las neuronas de la zona dañada mueren y dejan de ejercer sus funciones controladoras, de modo que el paciente pierde movilidad y otras capacidades. El daño a la mano es frecuente y el movimiento que pueda conservar el dedo pulgar es indicativo de las posibilidades de recuperación motriz en lo general. Entre más pronto mueva el pulgar, más pronto habrá de recuperar funciones de movilidad perdidas.Y una de las pruebas funcionales es pedir al paciente que haga función de pinza entre el pulgar y los demás dedos. Esta función de pinza es crucial para la vida diaria. Pensemos en el abotonar ropa, sostener un peine o un cepillo, manipular cubiertos, etc. Sin pulgar funcional el paciente enfrenta limitaciones que pueden ser importantes.
Desde luego, en el trabajo diario el pulgar es también muy importante por aquella función de pinza, de modo que personas que han perdido este dedo en algún accidente enfrentan limitaciones laborales muy importantes si el trabajo es manual. Existe un procedimiento quirúrgico para recolocar un dedo en el lugar del pulgar faltante, lo que se conoce como “pulgarización” de ese dedo. Inclusive se ha usado un dedo del pie para sustituir el pulgar perdido.
Ahora la situación empieza a cambiar. Leo la noticia muy reciente de un avance tecnológico muy importante (https://www.popsci.com/technology/robotic-third-thumb/?utm_source=Live+Audience&utm_campaign=ee307b7812-nature-briefing-ai-robotics-20240604&utm_medium=email&utm_term=0_b27a691814-ee307b7812-51631616&mc_cid=ee307b7812&mc_eid=ac9d988bb2)
Ya es posible tener un sexto dedo, y justamente otro pulgar. O sea, una mano con dos pulgares, con todas las ventajas de manipulación que este dedo facilita. Es un dedo protésico impreso a 3D, articulado. Lo más sorprendente es que se coloca con un simple brazalete, sin ningún tipo de intervención quirúrgica, por lo que creo que más bien es una órtesis. Cuenta con varias articulaciones, o puntos de flexión.
¿Y cómo se puede controlar algo así? Recordemos aquel personaje que derrota a Superman y tiene dos brazos, si no mal recuerdo, que le salen de la espalda. ¿Cómo coordinar el movimiento de los brazos naturales con los artificiales? Se requeriría un área cerebral dedicada, lo cual claramente plantea un reto formidable. Pues en este caso lo han resuelto de manera muy ingeniosa: con sensores en los dedos mayores de cada pie, que pueden ser presionados de manera simple y por vía inalámbrica controlan dos movimientos de la órtesis: abir/cerrar, subir/bajar.
Los pies controlan al nuevo pulgar. Podría parecer complicada la coordinación: apretar derecho o apretar izquierdo. Pero ya lo han probado con todo tipo de personas, desde niños de tres años y el 98% pudo controlarlo razonablemente con un minuto de práctica. Han sido capaces de tomar un huevo, romperlo y vaciarlo en un vaso, destapar un bolígrafo, pelar un plátano. Todo con una mano, tan solo por tener un pulgar extra.
Personas con limitaciones físicas podrían subsanar sus deficiencias sin cirugías complicadas parcialmente mutilantes. Todavía se plantea la posibilidad de extender las capacidades de una mano normal, pensando, por ejemplo, en músicos. ¿Qué posibilidades adicionales podría tener un guitarrista ya de por sí talentoso? Estamos hablando de una extensión de las capacidades humanas en alguien sin deficiencias. Recordamos el caso de Oscar Pistorius quien carecía de piernas y corría con dos prótesis, con las que se volvió un atleta de élite, al que sin embargo, por un tiempo no le permitieron competir oficialmente por considerar que tenía ventajas. ¡Un corredor sin piernas, con ventajas sobre atletas normales!
Ahora podemos pensar en humanos “mejorados”, que no “corregidos” por tener alguna deficiencia. Cierto que es una órtesis muy aparente, con un brazalete, que ocupa ambos pies para ser controlado. Cierto también que es una primera versión. Cierto también que “Neuralink” ya implantó en un ser humano el primer chip cerebral. Se antoja que pronto estos dispositivos cerebrales controlen nuevas funciones corporales. De hecho ya hay manera de mover un cursor de computadora, mover un robot y algunos miembros artificiales con solo enviar una orden cerebral a través de circuitos externos, o con mínima invasión quirúrgica.
La idea del cyborg, o híbrido hombre-máquina ya está aquí desde que se inventó la “pata de palo”, o el garfio de aquel famoso pirata. Muchas personas no solo usan lentes, prótesis dentales, aparatos externos para caminar, sino que desde hace mucho ya que es posible implantar lentes intraoculares, prótesis de cadera, rodilla, hombro, válvulas cardíacas, stents coronarios y en arterias de las piernas, bombas de insulina, sensores continuos de glucosa en sangre, etc.
Hace mucho que el ser humano ya no es lo que solía ser. Desde la aparición del primer bastón, hasta el implante cerebral, el ser humano ha encontrado la manera de superar sus limitaciones adquiridas desde antes de nacer y a lo largo de toda su vida. Nos asusta la palabra cyborg, pero pensemos: dónde poner el límite: ¿dónde termina el ser humano “natural” y empieza el cyborg? ¿Y si hubiera posibilidad, no de reemplazar, complementar o suplementar el cuerpo humano, sino sustituirlo por completo, dejando tan solo el cerebro? ¿Y si llegáramos a ser cerebros en un frasco controlando avatares?
¿Dónde reside la esencia del ser humano? Pues tan humano es el prototipo normal completo, como aquel a quien le falta una pierna, o las dos, o hasta quien tiene solo medio cerebro, que ha habido casos así. Recuerdo un paciente a quien se le hizo una tomografía de cráneo y se sorprendieron mucho al ver que casi no tenía cerebro: había sido atrofiado por al dilatación extrema de cavidades internas de ese órgano. Cierto que tenía retraso mental desde niño, pero era funcional, se podía platicar con él y era capaz de desplazarse de forma autónoma por la ciudad, en transportes públicos. ¿Era menos persona, o menos humano por tener casi nada de cerebro?
¿Si me ponen un dedo extra, o tengo tres riñones, dos míos y otro ajeno, inclusive de una persona del género contrario, o si uno de los riñones no es humano, sino de cerdo, eso me discrimina como ser humano? Ya dieron de alta del hospital a los primeros pacientes que llevan un riñón de cerdo funcionando. ¿Dónde poner la raya de separación? Y si ya hay sujetos nacidos varones y transformados en mujeres que incluso concursan en Miss Universo.
El ser humano ya no es aquel tal cual nace. Se ha venido transformando: pierde partes en mayor o menor medida, ahora gana componentes, biológicos, humanos, de otras especies, tecnológicos… Ya hay una persona que se niega a aceptar género alguno: ni hombre ni mujer, sino género null, caso de Norrie May-Welbi. Ya no somos lo que solíamos ser. ¿Estamos preparados para afrontarlo? ¿Es posible ponerle límites al concepto de ser humano?
¿Y si nos atenemos a los genes? Ya hay terapia génica, o ingeniería genética. Al parecer dos niñas chinas fueron manipuladas para adquirir resistencia a la infección por el virus del SIDA. Ni siquiera se necesita tener cierta dotación génica para asegurar que una persona es un ser humano. Cada vez veremos más casos de manipulación genética, primero con fines terapéuticos, luego quizá con claras intenciones con propósitos variados. ¿Y si nos pudieran agregar un gen de otra especie que nos volviera resistentes, por ejemplo, al virus del COVID, o VIH, o Ébola, o resistentes a ciertos tipos de cánceres?