25 de diciembre del 2025. Xalapa, Ver.- Más allá de los regalos y el descanso, la mañana de Navidad esconde datos fascinantes que han moldeado la forma en la que el mundo celebra hoy.
Mientras gran parte del mundo despierta entre papeles de regalo y el aroma del café, pocos se detienen a pensar por qué celebramos como lo hacemos. Aunque el 25 de diciembre es la fecha central del calendario cristiano, su origen es una amalgama de culturas. Antiguamente, estas fechas coincidían con las festividades romanas de las “Saturnales” y el solsticio de invierno, marcando el triunfo de la luz sobre la oscuridad; una esencia que, siglos después, sigue viva en el encendido de nuestras luces decorativas.
Un dato que suele pasar desapercibido es la evolución de la “mañana de Navidad” como un evento familiar privado. Hasta el siglo XIX, la Navidad era una fiesta pública y a menudo ruidosa en las calles. Fue la literatura, especialmente a través de autores como Charles Dickens, la que trasladó la celebración al hogar, convirtiendo las primeras horas de este día en un momento de intimidad y reflexión. Hoy, esa calma matutina es el resultado de siglos de transformación cultural que priorizan el refugio del hogar frente al bullicio del mundo exterior.
Entender que nuestra mañana de Navidad es un mosaico de historia nos permite valorar más cada tradición. Hoy no solo abrimos regalos; participamos en un ritual milenario de esperanza y renovación que sobrevive al paso del tiempo.
