Por David Quitano Díaz
Tenemos en nuestro poder comenzar de nuevo el mundo
Thomas Paine
Aún en el marco del Plan Nacional de Desarrollo 2024-2030, existe un plan tangente que enfrasca a lo económico como un vector fundamental para el desarrollo nacional: Plan México. Mismo que ha de jugar un papel importante en la coyuntura internacional, por el nearshoring y los cambios políticos en el mundo occidental.
En esa tesitura, nos encontramos ante una oportunidad histórica, un momento en el que México tiene el potencial de transformarse en una de las grandes potencias económicas del mundo. Quiero destacar que, a diferencia de documentos del pasado, el Plan México no es solo una estrategia, es una declaración de intención y un llamado a la acción para todos nosotros.
El plan, cuenta con 2,000 proyectos, una inversión de 277 millones de dólares y un enfoque en sectores estratégicos como el textil, automotriz, farmacéutico, aeroespacial, agroindustrial y de electromovilidad, este plan busca llevarnos a las grandes ligas de la economía mundial.
Sin embargo, para alcanzar esta meta, es fundamental entender los factores internacionales que pueden impulsarnos hacia este ambicioso objetivo, a fin de realizar el fortalecimiento del capital humano y la tecnificación de nuestras fuerzas productivas.
Contrario a los planes tradicionales, el Plan México, parte de la lógica de “fast track”, es decir, de la agilidad en la aprobación de proyectos. Ya que propone reducir los tiempos de aprobación de proyectos de inversión de dos años y medio a solo un año. Este cambio no solo acelera la inversión, sino que nos alinea con las demandas del entorno global, donde la velocidad es clave para competir.
Derivado de lo anterior, podemos observar, que el objetivo es claro, elevar la inversión total al 27% del Producto Interno Bruto(PIB) y posicionar a México como la décima economía mundial para 2030, avanzando desde nuestra actual posición. Pero para que esto sea posible, debemos aprovechar el entorno internacional, donde los grandes flujos de inversión buscan destinos confiables y dinámicos.
Es decir, donde la plataforma logística cuente con la reconfiguración de las cadenas de suministro, principalmente, cuando en el contexto actual, la globalización está redefiniendo las cadenas de suministro. Mientras China ha aumentado su participación en el comercio mundial del 1.8% en 2000 al 13.6% en 2023, Norteamérica ha disminuido del 19.8% al 13.8% en el mismo periodo.
Esta dinámica nos abre una ventana de oportunidad. La relocalización de procesos productivos en Norteamérica no solo favorece nuestra cercanía geográfica con Estados Unidos, sino que también posiciona a México como un socio estratégico para la región. El objetivo no es menor: lograr que esta reconfiguración impulse nuestro PIB en un 1.2% adicional.
Lograr ese aumento porcentual, implica, la creación de empleo y manufactura avanzada, la meta de crear 1.5 millones de nuevos empleos en manufactura avanzada y tecnología, México puede consolidarse como un líder global en sectores estratégicos. Pero este crecimiento no se dará en aislamiento; dependerá de nuestra capacidad para alinearnos con las tendencias globales en sostenibilidad, tecnología e innovación.
Como consecuencia de ello, se establece la creación de 10 nuevos parques industriales previstos en el plan, junto con un fondo especial para pequeñas y medianas empresas, son una herramienta poderosa para fortalecer nuestra posición en las cadenas globales de valor.
Quien no ha escatimado argumentos, es Altagracia Gómez, actual coordinadora del Consejo Empresarial, y encargada del Plan, que el verdadero propósito del Plan México es integrar a nuestra economía en una Norteamérica fuerte y competitiva.
Mientras las tensiones comerciales entre Estados Unidos y China persisten, México tiene la oportunidad de consolidarse como el socio preferido para la manufactura, la innovación y la producción sustentable.
Al respecto, los integrantes de El Consejo Mexicano de Negocios han calificado al Plan México como el más “innovador” de los últimos años. Esta innovación no solo radica en la velocidad y el alcance del plan, sino también en su alineación con las demandas globales de sostenibilidad y tecnología.
México tiene la capacidad de liderar en industrias verdes, pero para ello, debemos invertir en energías limpias y asegurar que nuestras políticas públicas fomenten el crecimiento sustentable.