De las cosas que todos queremos evitar en la vida, son los momentos de adversidad, de desánimo, desaliento, porque nos merman la voluntad, nos absorben la energía, nos nublan la mente para pensar con claridad, provocando que lo hagamos de manera negativa antes de actuar o intentar hacer las cosas, de tratar de cambiar o mejorar nuestra condición, en todos los sentidos.
Desde el momento de abrir los ojos por la mañana, uno puede volverse presa de esta clase de pensamientos. Conozco a muchas personas que me han platicado que suelen despertar 10 o 15 minutos o hasta más tiempo antes de que suene su alarma, y ya no se pueden volver a dormir, esperando a que llegue el momento de que comience a sonar, para luego levantarse y hacer las mismas cosas de manera rutinaria, mecánica, casi involuntariamente igual que todos los días, sin tener motivación extra que los obligue a reaccionar diferente.
Hay una frase o expresión que se utiliza cuando alguien pierde el sentido, que al recuperarse, se dice que ha vuelto en sí o que volvió en sí, pero hay personas tan negativas, que en lugar de eso parece que vuelven en no, jeje; es decir, su pensamiento hacia las cosas, hacia las circunstancias o hacia ellos mismos es negativo. Que debemos hacer ante ello, pensar en positivo, en el polo opuesto.
Debemos entrenar a nuestra mente para no sucumbir ante la adversidad, no importando cualquiera que sea, hay que cambiar el enfoque, el chip, ponerlo en positivo para que podamos ver las cosas de manera diferente, con mejores expectativas, con ganas de darle un giro de 180 grados a esas situaciones, pensamientos, problemas. Leí en un artículo que cuando en nuestra mente decimos ¡no puedo hacerlo! ésta se paraliza y deja de funcionar correctamente, por el contrario, si pensamos ¿cómo puedo hacerlo?, entonces comienza a trabajar, a crear, a buscar soluciones, alternativas, pasando de un status de quietud o inmovilidad a la acción; logrando que pongamos manos a la obra, adelante, al abordaje.
Partiendo de la idea que lo negativo es malo y lo positivo es bueno, entonces tenemos que ser amadores de lo bueno, como lo dice el autor Jim George, en su libro “Un hombre conforme al corazón de Dios”, que el hombre de Dios tiene una pasión por lo que es bueno y edificante, sean libros y revistas que lee, en las películas o programas de televisión que ve o en las amistades y entretenimientos que cultiva.
Estas son algunas de las opciones que nos pueden ayudar a mantener nuestra actitud y nuestra mente, en el lado positivo de las cosas de la vida, desde las más insignificantes, hasta las que son más relevantes o trascendentales; y lo más importante, recordar que en todo momento Dios tiene el control de nuestra vida, y que sus pensamientos respecto de nosotros, siempre son buenos y mejores que los que tenemos, tal como lo declara en mi libro favorito en Jeremías 29:11 “Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice el Señor, pensamientos de paz y no de mal, para daros el fin que esperáis”.