Por Roberto Barradas
Cuando era niño, escuché en varias ocasiones, en reuniones familiares o dicha por mis profesores, la frase “los hijos son el reflejo de los padres”, y de igual manera, la frase “nuestra casa es el reflejo de nuestra persona”, y quiero mencionar, que francamente no les tomaba cierta importancia, pero ahora que ya soy adulto, me doy cuenta de cuanta verdad hay en ambas frases. Y en esta columna, quiero abordar un poco el tema del orden de nuestra casa, que además de reflejar el cuidado que tenemos hacia nuestra persona, también es una motivación para vivir en paz, feliz y con gozo en el corazón.
Hace unos días encontré una reflexión anónima que decía: Un hogar que está sucio y desordenado, no es un lugar feliz para vivir, tiene energía negativa y las personas que viven en este entorno se verán afectadas. El desorden entorpece y estanca haciendo muy difícil seguir adelante en nuestros caminos.
Nuestra casa es el reflejo de nuestra, vida, nuestra persona, de lo cuidadosos que somos o no, con el orden y aseo; esto implica todo: la parte física, espiritual, sentimental, familiar, laboral, económica y social.
El orden o desorden de nuestra casa en es un reflejo de nosotros mismos, nos dice como nos encontramos en ese momento, si estamos estancados, rodeados de un montón de cosas que no nos aportan nada y nos impiden ver o tener tiempo para las cosas más importantes, además de que provoca ansiedad, deprime y trae confusión, por ello la importancia de tirar, o donar lo que ya no necesitamos para dar un aire nuevo al hogar.
Por el contrario, tener nuestro hogar ordenado facilita la búsqueda de cosas. Recordar siempre que hay un lugar para cada cosa y éstas deben estar en su lugar, esto ayuda a estar en armonía y repercute en un mejor flujo de energía.
Se debe hacer limpieza de casa y deshacerse o remodelar todo aquello que no nos haga sentir bien, para dejar paso a lo nuevo. No se deben acumular cosas innecesarias, sacar de la casa todo aquello que no aporta nada, todo lo que no sirve o ya no te gusta. Es como la ropa, si hay algo que tiene más de un año que no te lo pones, debes darlo de baja, regalarlo o tirarlo; Debes dejar ir las prendas viejas para que lleguen nuevas.
Simplifiquemos nuestra vida y quedémonos con lo que verdaderamente merece la pena. Aligerar tu vida hace que te sientas liberado. Ayuda a tomar decisiones hace que te sientas más seguro y responsable. Hay que rodearse de cosas que nos gusten, que nos traigan buenos recuerdos, que nos motiven. Regalar cosas te hace sentir desprendido, más generoso. De igual forma teniendo ordenado tu espacio te sientes más organizado y eficaz.
Es una forma de liberar espacio no solo físico, sino también mental, dejar espacio para que entren cosas nuevas, eso no significa tirar cosas que nos recuerden quiénes somos, eso también es importante tenerlo, los recuerdos son las raíces de nuestra identidad, nuestra esencia. Debemos evitar acumular por acumular (acumulador compulsivo).
Una vez que hayamos depurado todo aquello que no necesitamos, debemos continuar con la rutina del orden, formando el hábito de la limpieza, para así mantener un ambiente agradable en nuestro hogar con hábitos como: Tender tu cama, que sin duda le da un aspecto más ordenado a la habitación. Lavar los platos sucios al momento, para evitar que se acumulen. Depositar la basura en un bote con una bolsa, para luego cerrarla, evitará malos olores; y sacarla en los horarios establecidos por las autoridades. Volver a colocar las cosas en su lugar después de utilizarlas. Hacer limpieza de rutina diaria, sin caer en obsesión, frustración y que nunca disfrutes de la vida.
Un hogar limpio y ordenado, siempre transmite paz, tranquilidad, armonía y equilibrio, sin duda lo más lujoso de tu casa será el orden, recuerda que no se trata de ordenar y limpiar en todo momento, sino de ensuciar y desordenar menos.
Yo siempre he compartido con mi esposa y mis hijos la idea de que, ayudar a ordenar y limpiar tu casa, es un acto de amor para tus seres amados, y aún más cuando lo hacemos con la plena conciencia de que Dios ve con agrado nuestra actitud de amor, de servicio o sacrificio, pensando que Él es el centro de nuestro hogar y que se merece que nuestro hogar este ordenado. Si te sirve de motivación, te comparto esta promesa que viene en el libro de Colosenses capítulo 3, versículos 3 y 4: “…Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres, sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa…”