Cada día disfrutamos de las gratuidades que la vida nos obsequia, la radiante luz del sol de la mañana, respirar profundo el aire matinal, al amor de la familia, dormir a pierna suelta, bienes tan cercanos, que en nuestra vida cotidiana dejamos a la vera del camino sin darles el valor divino que nos muestran, por perseguir satisfacción profesional y monetaria.
Hoy al volver a disfrutar las cosas sencillas de este mundo, el júbilo de vivir no tiene precio. Todo al alrededor es un obsequio, disfrutemos sin cota ni medida.
Un regalo generoso de Dios al hombre, aunque siempre percibido, en este día yo más lo estimo, es el hechicero encanto de las féminas su belleza natural, su carácter que avasalla al dolor y capacidad infinita de amar no tienen igual en el universo, ni más allá de sus sinfines.
El hombre ha cantado a los atributos femeninos de su madre, de su amiga y de su amante. A la madre por incondicional cariño eterno, con sacrificio por delante para ayudar al hijo inconsistente y comprensión alentadora para el vástago que se supera. A la amiga confidente que sin juzgar nos da opinión y sugerencias sin caer en el lazo dominante del consejo. A la amante, fuente de ternura, de pasión para el sentimiento masculino.
La mujer solo por serlo, ya es bella. A todas las partes de su cuerpo le han cantado los poetas desde tiempos ancestrales hasta épocas actuales.
El rey Salomón le cantó a su amada Sulamita, ensalzando su cuerpo entero y la belleza de su ombligo, en el legendario libro El cantar de los cantares.
Hoy con gran placer, recrearé algunas prosas y poemas inspirados en una parte del cuerpo femenino, los pies de la mujer, ocasionalmente alabados por la inspiración de los poetas y olvidados en las prosas del romance novelesco.
Se ha dicho que la atracción de algunos hombres hacia los pies de la mujer es un fetichismo y por ello antes de entrar en este agradable coloquio, debemos discernir y disentir con este concepto burdo porque deshace la poesía.
El fetichismo es una desviación sexual, atrayente de la atención pasional hacia alguna parte del cuerpo humano o a algún objeto no vivo relacionado con él, como zapatos, brasieres, calzones, tomándolos como objetivo de excitación, deseo y logro de placer.
Vuelvo a disfrutar la presencia señorial de las mujeres, la admiración hacia alguna parte del cuerpo femenino es un placer y puede tener visos sensuales, artísticos y poéticos de homenaje o elegía. Pueden gustarnos algo o parte que podemos ver del cuerpo de mujer, el cabello, los ojos, los labios, senos, talle, muslos y… los pies.
Si alguna parte del cuerpo de mujer nos gusta, nos inspira con motivación poética hasta venerarlos de verdad, entonces estamos cometiendo un parcialismo, no fetichismo, porque son partes de un ser vivo, vibrante y adorable.
“Los pies de mujer son una parte linda, delicados, tersos, adornados por la filigrana ónico perversa de las bien cuidadas uñas, donde termina en diez pequeñas partes su belleza”.
El poeta uruguayo Mario Benedetti adorador de la mujer dijo “la mujer de pies bonitos es imposible que sea fea y con sus pies hermosos puede vagabundear sobre la tristeza”.
Hay un poema candoroso de la pampa, cuyo autor no conozco, pero habla de los pies femeninos con evidente adoración: “Claveles de mi sangre regaría sobre tus pies desnudos, si pudiera lograr que florecieran con la sangre de mis venas, vida mía. Dedos de luna con perfume agreste, talón de Venus de color y aroma de jazmines, uñas de sol dormido en los cerezos. Son tus pies la blancura adorable, donde acaba en diez dedos tu hermosura.”
Pie de mujer visión hermosa, tanto como la exquisita boca y el gracioso talle que provoca. Los pies femeninos, motivo de advocación indiscutible, no pueden caer en un simple fetiche de analista, sino como una inspiración naciente desde el mismo corazón del hombre, al que embelesa y enamora.
En pinturas celebres de la antigüedad los pies de la mujer aparecen albos, delicados y como simple parte natural del cuerpo femenino, pero se ve el cuidado del artista en delinear su imagen, como en la obra Lady Godiva de John Collier de 1897, Escuela de Fontaneibleu. El retrato de Diana de Poitiers, amante de Enrique II de Francia, representada como “Diana la cazadora”, 1550 y “Diana saliendo del baño”, de Francoise Boucher, 1743, las tres últimas obras se encuentran en el Museo de Louvre, París.
¡Bien por la mujer! hurra por sus pies y más arriba, por la rodilla redonda pitonisa vecina de entre pierna, predictor de bellezas muy cercanas. Para llegar luego al ombligo coqueta cicatriz estilizada, sin olvidar con toda reverencia al venusto monte femenino, un verdadero cielo en nuestro entorno.
Por todo esto y mucho que ha faltado, ofrezco mi brindis en este día que florece, lo ofrendo en pleitesía, a los pies de las mujeres.
Por eso, amigos respetables, les invito a abrevar con alegría todas las cosas simples de esta vida, un tesoro a nuestro lado, que por usual sentimos rutinario.
¡Feliz día de las madres!, feliciten a mamacita y bésenle los pies, porque ustedes junto a ella, pueden ver la luz de este nuevo sol prometedor de calor, luz, alegría, vida, por el amor que les rodea y han sabido cultivar. Brindemos por las cosas simples de la vida y… por el ensueño hermoso que son los pies de las mujeres.
Deseo de corazón salud, paz y un cariño verdadero, a mis amigos que algún día han hojeado mis tristezas y compartido mis anhelos, semejantes a los que su corazón espera.
hsilva_mendoza@hotmail.com