Por Marián Solís Domínguez
En la bella ciudad de Xalapa, existe una compañía de danza folklórica con más de 30 años de experiencia y reconocimiento no solo local, sino también internacional, hablamos del Ballet Folklórico de Veracruz.
Ser bailarín del Ballet Folklórico de Veracruz no es simplemente una cuestión de seguir una coreografía, es un compromiso que va más allá del escenario, donde el esfuerzo, la disciplina y el amor por el arte juegan un papel crucial. La vida de estos bailarines está marcada por la constante búsqueda de lograr el equilibrio respecto a sus responsabilidades personales y profesionales con la rigurosa exigencia que implica pertenecer a un ballet de este nivel.
Como integrantes del BFV, los bailarines enfrentan diversas responsabilidades fuera del ballet, ya sea estudios, trabajo, amigos o familia, sin embargo, su compromiso con el arte no disminuye.
Esta dedicación se hace más evidente en temporadas altas como las funciones de Cri-Cri durante el día del niño, Calavera Catrina en noviembre y, por último pero no menos importante, Pastorela en Navidad. Estas son épocas clave, donde el ballet se prepara para ofrecer espectáculos inolvidables, lo que significa más ensayos, estar desde las 5 de la tarde hasta las 11:00 de la noche, mucha preparación física y mental, y una entrega total al arte, sin olvidar que a lo largo del año existen muchas más funciones que cumplir que se vuelven experiencias inolvidables.
Muchos coinciden en que su pasión por la danza es lo que los impulsa a seguir adelante, a pesar del agotamiento y las exigencias externas: “El esfuerzo vale la pena cuando ves el impacto que provocas en la gente, cuando sientes la energía del público y sabes que estás transmitiendo algo más grande que tú mismo”, comparte una bailarina del ballet.
Uno de los aspectos más valorados por los bailarines es el equilibrio que los maestros logran entre la accesibilidad y la exigencia. Los maestros en muchas ocasiones entienden las dificultades que los bailarines enfrentan fuera del estudio. Sin embargo, eso no significa que las expectativas sean bajas; al contrario, los maestros exigen lo mejor de cada bailarín, sabiendo que el esfuerzo y la dedicación son esenciales para mantener la calidad y la tradición del ballet.
Un error común es asumir que todo bailarín es capaz de ser un buen maestro. Aunque muchos de los miembros del ballet eventualmente exploran la enseñanza, esto no es necesariamente una transición automática. Enseñar requiere habilidades pedagógicas, paciencia y un profundo entendimiento no solo de la técnica, sino también de cómo transmitirla a otros y saber desarrollar el humanismo.
El Ballet Folklórico de Veracruz es un espacio donde la cultura y el arte se unen y es así que gracias al esfuerzo colectivo de bailarines, maestros y todo un equipo de apoyo, el compromiso que cada bailarín brilla y se reconoce. Especialmente durante temporadas de alta demanda, es un testimonio de su amor por la danza y por la tradición veracruzana.
A pesar de las dificultades que enfrentan en sus vidas personales y profesionales, su capacidad para equilibrar todas estas responsabilidades y seguir brillando en el escenario es un claro ejemplo de su dedicación y disciplina.
Al final, cualquier tipo de arte requiere disciplina, el bailar es más que una representación artística; es una forma de vida que requiere entrega total, pero que también ofrece recompensas incalculables.