Por Anette Huerta

Podemos escoger esta novela por el simple hecho de que ha sido bastante nombrada últimamente, y caemos en la idea de que es un buen libro. Pero, ¿realmente lo es?

“La Vegetariana”, escrita por la surcoreana Han Kang, nos lanza directamente a una historia fragmentada, contada a través de los ojos de otros, pero jamás desde los de su protagonista, Yeonghye.

Ella solo habla por medio de sus sueños peculiares, sangrientos, que la llevan a tomar la decisión de dejar de comer carne. Una decisión aparentemente simple, pero que desencadena una serie de reacciones controversiales a su alrededor.

Yeonghye no grita, no reclama, no explica. Ella simplemente deja de encajar. Y eso basta para que todo se derrumbe. El título puede sugerir que trata sobre vegetarianismo, pero eso es solo de manera tangencial, secundario, es el disparador, no el tema.

Yeonghye es, para su esposo, poco más que un objeto decorativo. Desde el primer capítulo inicia “fuerte” si es que te atrae la idealización de una monogamia: escoger a alguien porque es especial, diferente a los demás, porque te hace sentir cómodo, vivo. Pero eso, definitivamente, no es lo que piensa el esposo de La Vegetariana. No la elige por amor, sino porque “no tenía nada especial”. Así de crudo. Así de común.

Es en ese contexto donde su decisión de rechazar la carne -de rechazar el orden- se convierte en una ofensa. Deja de cumplir con el rol de esposa, se niega a maquillarse, a sonreír, a tener intimidad con él, y se convierte en una especie de error del sistema. Ya no cabe en el molde, y eso incomoda, irrita, desestabiliza.

Ya no ocupaba ese espacio junto a él en la cama, despertarse de sus sueños e ir al refrigerador a tirar toda la carne, perturbó lo que él tenía fabricado. Y si algo deja claro la novela es que no hay espacio para lo nuevo en lo sólidamente estructurado.

El pasaje en el que el esposo narra, sin culpa alguna, cómo la viola, cómo la fuerza mientras ella se resiste, cómo él lo justifica con una mezcla de deseo, rutina y alcohol… es perturbador. Y lo más inquietante es que él no lo ve como un acto violento, sino como algo inevitable. Un derecho. Una consecuencia de su “abstinencia”.

La hermana, otro personaje que narra, también sufre su propia forma de violencia. A pesar de ser madre, trabajadora, responsable, también está atrapada en una estructura que no permite grietas.

En la segunda perspectiva que aborda el libro, es sobre el cuñado de Yeonghye, el cual al igual que el esposo estaban atraídos por una estética femenina. Una noche, después de estar con su esposa, ella le dio la espalda a él en la cama, susurrándole: “Tengo miedo”. O tal vez dijo: “Me das miedo”. Pero a él no le importó. Estaba cayendo en un sueño tan profundo como la muerte, y ni siquiera fue capaz de prestar atención a lo que ella decía ni a sus sollozos. A la mañana siguiente, todo parecía normal. Para él, su actitud tolerante, era simplemente conveniente. No se detuvo a pensar en lo que había pasado; solo apuró el paso para olvidar cualquier incomodidad. Porque, al final, ni siquiera el dolor de su esposa le parecía digno de atención.

Quiero destacar la gran habilidad que tiene Han Kang para hablar de ese tipo de problemáticas de una manera tan cruda y real; mejor aún desarrolla un personaje increíble que es la vegetariana, comienza con sus comportamientos subversivos que la ayudan a desligarse sutilmente, lentamente, progresivamente de toda esa violencia y ese machismo que ella esta viviendo en todos sus alrededores porque no solamente es su vida marital con su esposo, sino también con su familia, donde nadie puede aceptar que Yeonghye ya no sea quien solía ser.

“La Vegetariana” es una gran metáfora de la subversión, esta cuestión de ir en contra sin importar las consecuencias, sin importar nuestras relaciones familiares o relaciones que vamos teniendo en la vida, de lo que significa romper con lo esperado, de elegir el margen por encima de lo predeterminado.

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