Por Heidi Castellanos
Coatzacoalcos, Ver.- Amelia del Carmen Torres Ávalos vivió 20 años como víctima de violencia psicológica en su matrimonio hasta que hace dos años decidió separarse de su expareja tras darse cuenta de que el trato que recibía no era normal.
Para Amelia, originaria de Coatzacoalcos y de 51 años, fue muy difícil dejar de normalizar y justificar los actos que la denigraban y le bajaban la autoestima. “Nada debe estar por encima de mi amor propio”, dice la mujer.
“Mi vida y mis dolencias tal vez no han sido tan gravosas como las de muchas mujeres que han perdido hasta la vida. Afortunadamente, hoy te digo que respiro sin dolor, con mucho ánimo, con mucha entereza para salir adelante. Lo que puedo decirles a las mujeres que están viviendo algún tipo de agresión es que resurjan, salgan, limpien las heridas, lámanselas como los gatitos, quiéranse y acéptense como son”, comenta.
BUSCAR AYUDA
Amelia proviene de una época en la que mantener el matrimonio y la familia se consideraban obligaciones sociales. La libertad que muchas mujeres disfrutan hoy en día era inexistente, dice.
El miedo a perder la estabilidad social la mantenía en una situación de constante duda sobre su capacidad y autoestima. Buscar ayuda fue crucial para Amelia, quien vio cómo su salud se veía afectada y cómo perdía la confianza en sí misma. La violencia que sufrió la llevó a dejar de vivir plenamente, pero finalmente encontró la fuerza para recuperarse, un proceso que considera difícil, pero no imposible.
“El hablarlo no es fácil, da temor por lo que van a decir. A mí me tocó a nivel de mis padres, prácticamente ‘es que no les vamos a decir que ya no estás con él, porque las vecinas andan diciendo que te dejó’, y yo le dije a mi madre ‘adelante, dilo’, pero para que yo hiciera eso me costó trabajo, tenía miedo de que la gente se enterara. Yo lo decía en unos escritos, tengo 50 años y me quedé soltera, ahora qué hago, porque nosotras nos visualizábamos a esta edad con los nietos, otra etapa de nuestra vida, sin embargo, hoy estoy aquí, pero ese proceso es la parte más liberadora y creo que llego en el momento justo”, explica.
TATUAJES, PARTE DEL PROCESO
Un tatuaje en forma de fénix es parte del proceso liberado de Amelia. Simboliza su resurgimiento de la violencia que la mantenía prisionera de la infelicidad. Amelia destaca su temple y carácter, forjados a través de las dificultades, y está decidida a no perder más tiempo ni energía.
Decidió contar su historia sin temor a lo que dirán, porque está segura de que podrá ser de ayuda para recordar a las mujeres que ninguna debe normalizar o justificar ningún tipo de violencia.
“La violencia que lastima, que daña y que mina la mente, el alma, el corazón, es la psicológica. El que te lastimen, el que te coarten, que te hagan sentir que nadie te quiere es muy doloroso y al final afecta en la salud”, dice.
En el marco del Día Internacional de la Mujer, decidió enviarles un mensaje. “Mi mensaje para las mujeres, para ti, no permitas que nadie te agreda de ningún tipo, porque tarde o temprano después de ser víctima te vas a convertir en victimaria, eso te lo puedo jurar, porque es tanta la frustración que cargamos que luego lastimamos a quien más queremos. El daño se va a terminar cuando el poder que tú le diste a alguien para lastimarte se lo quites”, concluye.