El 15 de julio de 2021, en el Congreso del Estado de Veracruz fue presentada una iniciativa para modificar la ley para consentir que sean cometidos abortos en las primeras 12 semanas de gestación, sin protección para la vida del hijo en gestación, así como consentirlo también en algunas causales en cualquier momento del embarazo, sin consideración a la vida del hijo. El martes 20 de julio se llevó a cabo la votación y se modificó el código penal para consentir al aborto, a pesar de que la Constitución de esa entidad protege la vida desde la concepción. Esto sucedió, no obstante, numerosas manifestaciones de parte de la sociedad civil para intentar frenar este hecho.
Desde la dimensión episcopal de la pastoral para la vida alzamos la voz y nos sumamos a la preocupación de los obispos y de los fieles católicos de la provincia eclesiástica de Xalapa. El Santo Padre Francisco en una entrevista televisiva en enero del presente año dijo: “Lo que pierde utilidad se descarta. Las personas que no son útiles se descartan. Se descartan a los niños, no queriéndolos o cuando simplemente no son queridos. Antes de nacer se cancelan en la vida”. Así mismo en la declaración conjunta de los obispos de México sobre el don de la vida y la dignidad humana expresamos lo siguiente: “Celebramos que cada persona es creada por Dios como un ser que merece ser amado por sí mismo y nunca deber ser usado como mero medio. La vida que cada ser humano posee desde la concepción y hasta la muerte natural, es un don que hay que custodiar como algo verdaderamente sagrado” (Declaración conjunta, n.11.a).
No podemos sino lamentar este hecho ocurrido en Veracruz y dejar claro que constituye una grave injusticia que permite cometer un mal inaceptable en contra de otro ser humano en su etapa más vulnerable, cuando requiere mayor protección junto con su madre. En ese sentido vemos con pena que algunos legisladores no prestan atención a los motivos que orillan a una madre embarazada a considerar el aborto. El aborto no soluciona ninguno de los problemas de las madres que están gestando, y solo las convierte en madres de un hijo muerto.
Desde una perspectiva de la promoción plena de la dignidad humana, también advertimos que esta acción permisiva del aborto deja de lado las inquietudes más apremiantes de la sociedad, relacionadas sobre todo con la inseguridad que se sufre en numerosas zonas del país, con la atención de las necesidades de salud de los ciudadanos, con la urgencia que padecen millones de familias por encontrar empleo, y con la preparación de la reanudación de la actividad en las escuelas.
Respaldamos y nos unimos a las acciones de los señores obispos y fieles en el estado de Veracruz hasta garantizar plenamente la protección jurídica de la vida de todo ser humano antes y después de nacer por igual, sin discriminarlo por su grado de desarrollo.
Ponemos en manos de la Santísima Virgen María esta intención y estas acciones, y nos encomendamos a su intercesión ante Dios, para que suceda una profunda conversión de los corazones, y se revierta este atentado contra los hijos e hijas que se encuentran en el vientre de sus madres.