Por Heidi Castellanos
30 de diciembre de 2024. Minatitlán,Ver.- Como cada año, la calle Mérida de Minatitlán se llena de color, creatividad y entusiasmo con la venta de los tradicionales “viejos”, muñecos que se han convertido en una de las tradiciones más esperadas para cerrar el año. Este ritual popular no solo marca el fin de un ciclo, sino que también es una forma de sátira en la que se reflejan figuras públicas y personajes emblemáticos.
De acuerdo con los vendedores locales, este año los precios de los muñecos se mantienen como en años anteriores, permitiendo que más personas puedan disfrutar de la tradición.
Entre los muñecos más solicitados destacan los de ex presidentes de México, como Andrés Manuel López Obrador, Enrique Peña Nieto, Vicente Fox y Carlos Salinas de Gortari, así como el infaltable Donald Trump. Sin embargo, no pueden faltar los “viejos” que representan a los trabajadores de las compañías y a PEMEX, figuras muy representativas de la vida cotidiana en Minatitlán.
Los personajes más populares son López Obrador, Peña Nieto, Donald Trump, Vicente Fox, y Salinas de Gortari. Trabajamos con diferentes materiales, como viruta y papel periódico, como cada año aquí estamos haciendo los tradicionales ‘viejos’, dijo Sara Ruíz, quien lleva 15 años vendiendo estos muñecos.
La creatividad no tiene límites en Minatitlán. Además de los tradicionales “viejos” de figuras públicas, cada vez más personas están solicitando muñecos personalizados. Estos incluyen figuras de alcaldes, como Carmen Medel Palma, elementos de la policía municipal e incluso oficiales de tránsito.
Por ejemplo, este año nos pidieron uno de la policía municipal Suzunaga se llama , y también uno de Medel, para bailarlos. La tradición dice que el ‘viejo’ se tiene que quemar rápido, y se les escribe una cartita con los problemas que queremos que se lleve, añadió Andrea García.
La quema del “viejo” es el acto culminante de esta tradición. Simboliza el adiós a lo negativo del año que termina, permitiendo que se den paso a nuevas oportunidades. Este ritual, que ha sobrevivido generaciones, no solo es una celebración, sino también una forma de expresión popular en la que los habitantes de Minatitlán expresan su opinión sobre figuras públicas a través de la sátira.