01 de septiembre de 2024. El pasado 29 de agosto se conmemoró el Día Internacional contra los Ensayos Nucleares, proclamado en 2009 por la Organización de las Naciones Unidas, a fin de poner de manifiesto la importancia de parar de una vez por todas los ensayos con estas armas letales.

Y es que entre 1954 y 1984 hubo un promedio de al menos un ensayo por semana de armas nucleares en algún lugar del mundo, la mayoría con una explosión mucho mayor a la del bombardeo en 1945 en Hiroshima.

Armas que han explotado en el aire, en la superficie, bajo tierra y bajo el mar; y cuyas consecuencias radioactivas, según la ONU, se han extendido por toda la faz de la Tierra, lo que se puede encontrar, por ejemplo, en los colmillos de los elefantes o en los corales de distintos puntos del planeta, lo que es mínimo con respecto al legado de muertes y destrucción que ha hecho inhabitables las tierras y ha creado problemas de salud a largo plazo para las personas.

En 1996 se acordó crear el Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares, que han firmado 187 países del mundo, con el cual se esperaba frenar el desarrollo de estas armas, aunque la realidad es que ni se han dejado de producir, ni han parado los ensayos, pues en estas casi tres décadas ha habido casi una docena de pruebas.

Lo irónico de este tratado que cuenta con un apoyo internacional casi universal, los únicos países que no lo han ratificado son Estados Unidos, China, Irán, Israel, Egipto, India, Pakistán, Corea del Norte y Rusia.

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