24 de diciembre del 2025. Xalapa, Ver.- En muchos hogares mexicanos, la Navidad tiene un recuerdo muy particular: aquellas pequeñas series de luces que, además de parpadear, tocaban villancicos electrónicos con una melodía metálica inconfundible. Desde “Campana sobre campana” hasta “Noche de paz”, estos aparatos se convirtieron en un símbolo de las fiestas decembrinas durante los años noventa y principios de los dos mil. Hoy, sin embargo, son casi imposibles de encontrar, lo que ha despertado una nostalgia creciente entre quienes crecieron rodeados de su característico sonido.

Estas lucecitas eran producidas principalmente por fabricantes chinos que comenzaron a exportarlas masivamente a América Latina a finales del siglo XX. Su atractivo radicaba en su sencillez: un pequeño módulo plástico con un chip musical pregrabado, un selector de canciones y una serie de focos de colores que parpadeaban al ritmo del villancico. Se trataba de un producto económico y llamativo, ideal para decorar árboles, ventanas o nacimientos.

Con el paso del tiempo, varios factores contribuyeron a su desaparición del mercado. En primer lugar, los estándares de seguridad eléctrica se endurecieron, lo que dejó obsoletos muchos modelos antiguos que no cumplían con las normativas actuales sobre control de voltaje y materiales ignífugos. Además, la industria migró rápidamente hacia las luces LED, que consumen menos energía, duran más y permiten efectos más complejos, aunque sin el icónico sonido integrado.

Otro motivo clave fue el cambio en las preferencias del consumidor. A medida que el diseño navideño se volvió más minimalista y silencioso, la demanda por accesorios musicales disminuyó. Las series con sonido, consideradas por muchos como “ruidosas” o “pasadas de moda”, dejaron de producirse masivamente. Hoy sólo pueden encontrarse en tianguis, comercios muy específicos, bodegas de saldos o en plataformas de venta de objetos vintage.

Pese a ello, la memoria emocional que estas luces evocan es profunda. Para muchos, representan tardes en familia, árboles modestos pero llenos de color y el ambiente cálido de una Navidad más sencilla. En redes sociales, cada diciembre resurge una auténtica fiebre nostálgica: videos, publicaciones y búsquedas de “las lucecitas que cantaban villancicos” demuestran que, aunque desaparecieron de los aparadores, siguen vivas en los recuerdos de quienes las escucharon.

Hoy, en un mundo dominado por luces inteligentes y decoraciones sofisticadas, aquellas pequeñas series musicales se han convertido en un símbolo del pasado, un sonido que nos conecta con una época donde la magia navideña dependía de detalles simples, pero llenos de encanto.

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