Por Humberto Silva Mendoza
Mi vagabundo corazón, se está cansando
Estoy a cincuenta días de arribar a los ochenta y seis años y no lo creo, me veo bien en el espejo, mis amigos me dicen, “te ves bien”, “¿cómo le haces? Reviso mi presión arterial, pulso, colesterol, electrocardiograma, prueba de esfuerzo, holter, gammagrafía de perfusión cardíaca, todo normal cada año, desde hace treinta. Los últimos también normales, de abril reciente.
Mi columna cervical ha sufrido molestias desde hace varios años y conforme el almanaque se agota, ellas aumentan. En abril de este año una tomografía de columna de rutina solo demostró cambios etarios esperados.
Pero en ella se observaron numerosos depósitos radio opacos, densos, sugestivos de calcificaciones en área cardíaca, Josafat Quiroz, radiólogo de excepción y, enseguida, Abelardo Burgueño y Rodrigo Pale, cardiólogos sin comparación, sugirieron un estudio que, aunque sé lo que es y su importancia diagnostica, al ser yo el objetivo percibí de cerca, cuán genial ha sido el ser humano en su búsqueda de lo perfectible.
Postrado en cama metálica, habitación climatizada gélida, condición necesaria, me sentí “hurgado” en mis entrañas. El tomógrafo me introducía en un túnel redondo, mientras luces de color magenta y verde cintilaban, una voz femenina autoritaria sin matices, emitida por la inteligencia artificial ordenaba, “respire hondo y retenga”, la mesa salía del túnel y la voz, “respire normal” Me estaba haciendo un “Score de calcio coronario”.
Antes de 24 horas, Abelardo y Rodrigo me informaron, resultado nada halagüeño “su score es muy elevado, ¡1400 puntos!”, Me quedé inmóvil.
El score de calcio coronario normal es hasta 400 puntos, cuando resulta de 401, ya sugiere un estado vascular cardíaco digno de vigilancia. Los cardiólogos dialogaron entre sí y conmigo. Pros y contras se discutieron, se fundamentaron y el 25 de junio recién pasado, me hicieron “Cateterismo, diagnóstico de arterias coronarias”, escrutinio directo de los vasos sanguíneos que nutren, oxigenan y mantienen activo y vivo al corazón.
Mi corazón resultó bien irrigado, arterias con buen calibre, ausencia de zonas con déficit circulatorio, ¡bravo podría haberse dicho!, este resultado es producto de la vida que he llevado pendiente de mi corazón, evitando el sedentarismo, tabaquismo, con alimentación balanceada, medicamentos para “cardioprotección”, manteniendo peso ideal, con frecuencia mas bien flaco y normalidad en todos los exámenes, ¿Entonces, por qué el score tan elevado?, porque la pared de arterias de mi corazón tienen cantidades elevadas de calcio y con ellas esclerosis (endurecimiento y engrosamiento), que hoy aún no alteran la nutrición global de mi víscera cardíaca, pero con el paso del tiempo, ¿cuánto?, llegaran a obstruir poco a poco el diámetro circulatorio vascular.
La influencia genética en estos trastornos, tan extendida en el mundo, es incrementada por vicios de alimentación, tabaquismo, trastornos del sueño, estrés, obesidad, sedentarismo y son causa de muerte súbita y prematura.
Me encuentro en la necesidad de intensificar el tratamiento preventivo, hasta donde la cardiología y su farmacología lo establezcan, para dentro de seis meses revalorar la circulación cardíaca mediante Gamma grama del músculo cardíaco en medicina nuclear, tanto en reposo, como durante estrés farmacológico, para observar cambios circulatorios en corazón, estudio que hará otro médico excepcional, Luis Vargas.
Si ese estudio sugiere deficiente circulación cardíaca, los cardiólogos posiblemente me someterán a segundo cateterismo de circulación coronaria y la instalación de un stent, pequeño dispositivo que se introduce hasta las arterias cardíacas, se ubica en el sitio vascular afectado y ahí se deja constituyendo un “canal” que mantendrá abierta la arteria que se encuentre con diámetro disminuido por los depósitos de calcio y grasas, como el colesterol.
¿He fallado en algo, para llegar a esta situación?, no, pero he llegado a los 86 y eso se debe a que el tiempo es implacable y a pesar de mi “profilaxis perenne”, hoy tengo este estado en mi bendito corazón, que es causa de mi edad y recepción de genes, que la herencia me plantó.
Llega el momento en que el tiempo y la edad “pasan facturas”, por los disfrutes que nos han permitido a lo largo de los años y que ha llegado el momento de enfrentar la necesidad de adecuar alimentación a mi presente valorar los “pequeños gustos”, desvelos, bohemia y ahora disfrutar de la vida aceptando lo que no es fácil para ningún ser humano, decirse… “¡He envejecido!”
Amigos queridos se han ido, otros sufren embates de su edad con discapacidades naturales, a edades menores o iguales a la mía. La aceptación de llegar a viejo, me ubica, me inspira a agradecerme el haber sido amante de “mi medicina preventiva”, que no me ha fallado, sino que el tiempo, ente implacable, invencible, siempre logra su objetivo.
Si no hubiese sido un convencido de prevenir para evitar lo predecible, mi genética me hubiese llevado a una muerte temprana, por el designio con que nací. ¿Tu has pensado en esto?
Debo disfrutar cada minuto de esta vida que gozo con buen aspecto, aún, ánimo para vivir y que suceda lo que la vida, regida por Dios, me tenga designado.
Deseo a todos feliz día, feliz vida. Su amigo Humberto.