Por David Uscanga
El telescopio espacial James Webb ha detectado una impresionante colisión de agujeros negros, marcando la detección más distante de este tipo hasta la fecha. Los astrónomos, liderados por la Universidad de Cambridge, identificaron la fusión de dos galaxias y sus agujeros negros cuando el universo tenía apenas 740 millones de años. Esta observación, correspondiente al sistema conocido como ZS7, revela la existencia de agujeros negros supermasivos en una etapa muy temprana del cosmos, sugiriendo un crecimiento rápido y temprano de estos objetos masivos.
El descubrimiento se logró gracias a las capacidades del telescopio Webb, que permitió identificar las características espectrográficas distintivas de los agujeros negros activos. Los investigadores encontraron evidencia de gas denso y en movimiento rápido cerca de los agujeros negros, así como gas caliente e ionizado iluminado por la radiación energética típica de estos fenómenos. Uno de los agujeros negros identificados tiene una masa 50 millones de veces mayor que la del Sol, mientras que el otro, aunque similar, está más enterrado en gas denso y es más difícil de medir.
Este hallazgo es crucial para entender el crecimiento de los agujeros negros y su impacto en la evolución de las galaxias desde los primeros tiempos del universo. Además, una vez que los agujeros negros se fusionen, generarán ondas gravitacionales que podrán ser detectadas por futuras misiones como la LISA (Laser Interferometer Space Antenna), aprobada recientemente por la Agencia Espacial Europea. Este avance no solo aporta información valiosa sobre el universo temprano, sino que también ajustará los modelos de tasas de fusión de agujeros negros y la producción de ondas gravitacionales desde el amanecer cósmico.