Por Darío Pale
En este día, muchas personas llevan a bendecir al Niño Dios, vistiéndolo de diversas formas, y rinden homenaje a la Virgen de la Candelaria, simbolizando el fin del ciclo navideño, transcurridos los 40 días desde el nacimiento de Jesús.
La relevancia de esta fecha se remonta a la presentación de Jesús en el templo de Jerusalén por San José y María. Este acto litúrgico se celebra llevando una imagen del Niño Dios a la iglesia o parroquia. Asimismo, se conmemoran las palabras de Simeón con la bendición de candelas, representando a Jesús como la luz de todos los hombres, dando origen a la “Fiesta de las Candelas” o el “Día de la Candelaria”.
En México, la tradición incluye que aquellos que encuentran el muñeco en la rosca de reyes lo presenten en el templo este día. Se viste y engalana, incluso se le proporciona un trono. Durante la celebración, se bendicen tanto la imagen del Niño Dios como las candelas, simbolizando la luz de Cristo en los hogares. Las velas benditas se utilizan para enfrentar las dificultades a lo largo del año.
La Virgen de la Candelaria, una de las advocaciones marianas, tiene su origen en Tenerife, en las Islas Canarias. Según la tradición, se apareció en 1392 a dos indígenas guanches, pastores de ganado. Este acontecimiento milagroso llevó a la designación de la Virgen como “La Extranjera”. Aunque la imagen original se perdió en 1826, se elaboró una nueva en 1830, bendecida el 2 de febrero.
La devoción hacia la Virgen de la Candelaria ha trascendido, siendo patrona del archipiélago canario desde 1599. Su veneración se ha extendido por la península y Hispanoamérica, especialmente en Venezuela, atrayendo a miles de personas cada año que buscan agradecer y solicitar sus bendiciones.
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