Algún autor clásico de la literatura española dijo alguna vez: “Un cigarro es un cilindro de hierba que en un extremo tiene lumbre y en el otro un tonto”, ¡Nada más cierto!
El tabaquismo es “Intoxicación aguda o crónica causada por consumo adictivo de tabaco”. En los países desarrollados es una causa preponderante de muerte.
El daño orgánico es causado por la nicotina, un alcaloide obtenido de la hierba “Nicotiana tabacum”, que estimula la producción de adrenalina en la superficie interna de los vasos sanguíneos (el endotelio), causando espasmo vascular, estimulan la producción de colesterol denso, aumento de anhídrico carbónico con consiguiente deficiencia de oxígeno circulante y aumento de la velocidad de coagulación sanguínea, de aquí al infarto del corazón solo es cuestión del tiempo. El fumador es arquitecto de su propia muerte.
En la Encuesta Nacional de Adicciones en México del año 1998 (ENA) se encontró que el 27.7% de la población fuma y sus edades se ubican entre 12 y 65 años, lo que indica que en esa época había más de 13 millones de fumadores. En México en 2022 mueren 118 personas por secuelas de tabaquismo, que hacen 43 mil 246 al año.
El estudio subraya que la mayor prevalencia de tabaquismo fue entre los 18 y 29 años. Aproximadamente el 10% de los adolescentes mexicanos son fumadores, mientras que el 21.7% de los jóvenes entre 10 y 14 años se iniciaron en el consumo de tabaco antes de los 10 años de edad. Actualmente en México hay 14.9 millones de víctimas del tabaquismo consuetudinario.
En nuestro país el tabaquismo es factor de riesgo para enfermedades cardiovasculares y diferentes tipos de cáncer de pulmón, laringe y boca, todas son padecimientos progresivamente invalidantes y mortales. Entonces el habito tabáquico es una enfermedad progresiva y mortal. En México las enfermedades del corazón relacionadas con tabaquismo ocuparon el primer lugar como causa de mortalidad, en el periodo 1980 a 1998. Los tumores malignos el segundo lugar en el mismo lapso, según el Consejo Nacional Contra las Adicciones (CONADIC), enfermedad tiene muchos años arraigada en la humanidad.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) considera que hay 4.9 millones de muertes anuales debidas al tabaco y en 1999 estimó que había 1100 millones de fumadores en el mundo, en 2023 ya hay 1300 millones, lo que vaticina que en el año 2025 habrá 1600 millones de fumadores en nuestro planeta, cifra preocupante que debe motivar a los ciudadanos del mundo y autoridades internacionales a luchar por revertir esa sombría tendencia.
Las estadísticas de todos los países de la tierra son similares, el tabaquismo se adquiere a temprana edad. El CONADIC considera que la relación de 2.5 hombres por 1 mujer fumadora, se está ampliando en amplio margen, debido a la tendencia femenina a fumar, cada día más difundida.
El tabaquismo es una condición que domina la voluntad del adicto, lo obliga a fumar en lugares públicos y el que las personas cercanas se sientan molestas con el humo que se les obliga a inhalar, los tiene sin cuidado convirtiéndose, con frecuencia, en sujetos indeseables, pero eso tampoco les importa. El fumador empedernido, condición a la que llegan todos, antepone su adicción a todo sentimiento de solidaridad de grupo, se aísla con tal de fumar. El cilindrito de tabaco es el destornillador de su voluntad.
El CONADIC concluye que cuando el tabaquismo inicia en edad madura es difícil que el individuo se vuelva adicto, en cambio cuando se inicia en la adolescencia la enfermedad se consolida con los años. Por esta razón, la industria tabacalera mundial intenta atraer al vicio a 5 millones diarios de adolescentes y jóvenes adultos, mediante publicidad atractiva, para que sustituyan a los fumadores que se han rehabilitado o muerto y desgraciadamente tienen éxito. Basta ver en la calle, cafés y antros a numerosos adolescentes que están muy lejos de saber que quieren hacer en esta vida, pero con largo cigarrillo pegado a su boca, el cual en el otro extremo tiene un botón, que más que de lumbre es de muerte.
El fumador empedernido es un ser inconciente que, o fuma en el mismo recinto de la reunión, solo haciendo la pantomima de “alejarse del grupo”, a una ventana o pasillo, para darle profunda aspiración, el “golpe”, a cada fumada, que es precisamente lo mortal de tal aspiración que da al carrujo, ellos son los fumadores primarios.
Todo el mundo debe saber y, los fumadores más, que no solo ellos se dañan inhalando el humo mortal, sino también a todos los que se encuentran en su entorno, porque existe una clasificación contundente de que, además los fumadores primarios que se autointoxican, están los secundarios y terciarios, ¿quiénes son estos?
Fumadores secundarios, pasivos son las personas que se encuentran en el entorno del o los fumadores e inhalan el humo a distancia, aunque no se vea, pero el hecho de percibir el olor a tabaco es su indicativo.
Fumadores terciarios personas que tienen contacto del humo con la piel y más si juguetean “colillas” de cigarrillos apagados, están aspirando el humillo residual que los fumadores dejaron horas atrás. En los niños cuando su padre fumador lo hace fuera de casa, ellos absorben el humo 5 a 7 veces mayor que si no hubiese fumador en casa, cuando el padre fuma dentro de casa la inhalación es hasta 8 veces más intensa y cuando alguien fuma dentro de un vehículo, la inhalación de los acompañantes aumenta hasta 23 veces, (Sociedad Madrileña de Neumología y Cirugía de Tórax).
Este siniestro objetivo de inducir al tabaquismo a nuestros jóvenes, lo han logrado las empresas tabacaleras diseñando anuncios coloridos, protagonizados por bellas mujeres y atractivos muchachos, promocionando el tabaquismo en transmisiones deportivas (¿?), festivales de cine y conciertos musicales. Esto contrasta con el programa social de otros eventos, que intenta promover hábitos saludables.
Si las autoridades de salud en el mundo enfrentan este formidable enemigo que promociona la adicción al tabaco, mediante inversiones publicitarias costosas, entonces los adultos debemos ofrecer a nuestros jóvenes desde el seno del hogar, de la escuela y con nuestro ejemplo, orientación encaminada a que desde su primer contacto visual con el cigarro aprendan a rechazarlo y no adoptarlo como una actitud de “personalidad”, de “mucho mundo” o de estatus entre la palomilla.
El mundo toma consciencia, pero lentamente. Ya existen asociaciones que ofrecen terapia de grupo anti tabaquismo, han dado resultados precarios debido a la severidad de la adicción de largo plazo. El mejor camino para evitar los daños graves e irreversibles del tabaquismo es ¡nunca iniciarlo! Todo es cuestión de que cultivemos la educación, la sensibilidad y la conciencia de autoestima a nuestros jóvenes hijos.
Cuando haya un fumador en su entorno en sitios de poca ventilación, exíjale que deje de fumar o se retire, debe de hacerlo porque usted estará en su derecho.
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