La hacienda de El Lencero, bello lugar xalapeño, merece mas que ser visitado por unas cuantas familias uno que otro domingo, es cálida histórica y muy xalapeña.
Hoy, contra lo habitual en nuestras publicaciones, ilustramos nuestro artículo con imágenes conocidas y publicadas, en influyente fuente de internet, de la a hacienda El Lencero ubicada en el municipio de Emiliano Zapata, suburbio de Xalapa, ciudad capital, lo hacemos porque son imágenes bellas, logradas con sentido artístico por los autores, a quienes damos el crédito merecido.
Esta hacienda se llamó originalmente “Nuestra Señora de Aranzazu” y su dueño Don Juan Francisco Caraza, la vendió a Don Antonio López de Santa Anna en $45,000.00, el 27 de mayo de 1842. La extensión territorial era inmensa y sus límites por el norte: El Castillo, Los Ojuelos y Atenca; al sur: Mayorazgo de las Higueras; al oriente: Corral falso (o el Coyote); y al poniente: La Hacienda Quimiapa y las Animas o Ingenio Viejo. El general Santa Anna tuvo mayor inclinación por la hacienda “Manga de Clavo” que se ubicó muy cerca de Cerro Gordo y sí se menciona repetidamente en la biografía del generalísimo y en los pasajes históricos en que él participó, esa hacienda ya no existe desde hace muchos años. José Fuentes Mares, en su libro “Santa Anna” refiere que el general hipotecó todas sus pertenencias del estado de Veracruz en 1847, sólo cinco años después de haber adquirido “El Lencero”. El Generalísimo, Antonio López de Santa Anna, contrajo nupcias en 1825, en la ciudad de Alvarado, Ver., con una mujer alvaradeña, doña Inés de la Paz García Uscanga; en 1844, se casó por segunda vez con una dama aristócrata, doña Dolores Tosta, quien mediante poder otorgado al Sr. Juan de Dios Cañedo en la Ciudad de México, compró en realidad lo que ahora se conoce como “La hacienda de El Lencero”. Ese mismo año, don Antonio María de Rivera fundó en Xalapa el Colegio Nacional, el cual cambiaría su nombre más tarde por el de “Colegio Preparatorio”, hoy nuestra amada “Prepa Juárez”.
Algún tiempo después, el general Santa Anna se casó con la Sra. Dolores Tosta en una ceremonia religiosa efectuada -ahora sí- en la hacienda de El Lencero y oficiada por el cura José Francisco Campomanes, sacerdote de Xalapa. Sobre este matrimonio, poco se ha escrito. Se menciona escuetamente en varias obras, como Santa Anna de Alfonso Trueba, pero la mayoría hace énfasis en su primer matrimonio, como en Santa Anna. Aurora y Ocaso de un Comediante de José Fuentes Mares.
La hacienda fue originalmente una venta porque ahí vivió un soldado desconocido que llegó a esa zona con Hernán Cortés e instaló una vendimia de lencería, por lo cual desde esa época el lugar era conocido como “La venta de lencería”, que cambió poco a poco hasta ser nombrado sólo como El Lencero, en referencia a aquel anónimo soldado. Al ser desterrado, el general Santa Anna vendió La Hacienda junto con todas sus demás propiedades y se exilió en Turbaco, Colombia. Con el paso del tiempo, los terrenos de la hacienda fueron cambiando de propietarios a través de operaciones comerciales.
Lo que se sabe y se ha escrito acerca de las verdaderas vivencias de El Generalísimo en La Hacienda y los orígenes de este lugar coincide en algo con la realidad que fue y quizá muy poco o nada con lo que se dice.
Con el paso del tiempo, la hacienda cambió de dueño en varias ocasiones, entre ellos Don Carlos Hernández, de Dos Ríos, que se dedicaba a vender Lencería y se le conocía como el Lencero y así se le conoce desde entonces. Posteriormente fue propiedad de las familias Caraza-Zavalza, Gorozpe y Arrigunaga y fue precisamente Don Manuel Arrigunaga, que la perdió por embargo del gobierno del estado por deudas fiscales. El 28 de junio de 1935 Don Rafael María Murillo Camacho, distinguido xalapeño, la compró en una almoneda en $5,559.36.
De acuerdo con las escrituras el sr. Murillo adquirió 28 hectáreas que incluían la fábrica, manantiales y el acueducto, mas no la iglesia: además las escrituras asientan que en la venta se incluyó una gran cantidad de implementos para construcción. La casa y la fábrica se encontraban en ruinas. El señor Murillo vendió todos los objetos mencionados y con el dinero obtenido y con vigas, madera y vidrios que se encontraban entre los paredones de la fábrica, llevó a cabo la reconstrucción de los edificios.
La casa se amuebló poco a poco, adquiriendo muebles antiguos, camas de latón preciosas porcelanas, cuadros, lámparas algunas de su casa materna, otras compradas en Tlacotalpan, Veracruz, Guanajuato, Puebla y México. El hermoso piano de cola, de fabricación alemana, lo compró a la profesora Guadalupe Suárez Peredo.
En 1938 se inauguró la casa sirviendo para descanso de la familia y donde tuvieron como invitados a muchas personalidades de la política, artes, clero, como el Sr. Adolfo Ruíz Cortines, Gral. Lázaro Cárdenas, Gabriela Mistral, Vicente Lombardo Toledano, Monseñor Tisserant y otros. En los años setentas Don Rafael mandó restaurar la fábrica, la iglesia y la casa vecina a esta.
En 1968, el señor Rafael Maria Murillo vendió el Lencero a la señora Lourdes Ortiz Monasterio en un millón y medio de pesos, con muebles adquiridos por Don Luis, la hacienda estuvo semiabandonada y descuidada hasta que el gobierno estatal del sexenio del Lic. Agustín Acosta Lagunes la adquirió, la restauró y convirtió en el museo que ahora conocemos.
Actualmente las condiciones de este monumento del pasado se encuentras en condiciones atractivas para visitarla y pasar un domingo confortable de relax.
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