Estando ya en pleno quinto año de su administración, el penúltimo de su sexenio, este miércoles comparecerá el gobernador Cuitláhuac García Jiménez ante el pleno de la LXVI Legislatura para glosar su cuarto informe de gobierno.
Según lo que se tiene agendado, dará un mensaje de 20 minutos para hablar de los logros de su gestión, aunque no se sabe si hará anuncios novedosos sobre lo que pretende realizar en 2023 y, si es posible, en los dos años que le restan en la gubernatura.
Quiero creer que no es mi estado de ánimo ni algo inconsciente que me anime contra la actual administración, porque creo estar seguro que no me anima nada, pero percibo que la comparecencia no entusiasma casi a nadie, no le interesa mayormente a los veracruzanos y no despierta grandes expectativas, o de plano ninguna.
Es posible que Cuitláhuac no escape a la tentación de aprovechar el foro para auto alabarse, para decir puras cosas bonitas, para seguir echándole la culpa a sus antecesores de sus fallas y omisiones, para utilizar un lenguaje florido y cantar puras linduras de la 4T, pero no haga, en cambio, un análisis serio, profundo, realista, sobre la situación que guarda el estado y sobre lo que podrá hacer y lo que no y, por lo tanto, sobre lo que se puede esperar.
Él llegó al poder con la bandera de que no son iguales (a los priistas y a los panistas), que son distintos, pero cuatro años después comparecerá con un formato viejo, anacrónico, más que desgastado, el de los priistas, en el que, con sus muy contadas excepciones, han sembrado con anticipación entre sus diputados y aliados incondicionales preguntas a modo para que no lo incomoden y pueda rehuir temas candentes como la inseguridad, la corrupción, los feminicidios, los desaparecidos y un muy pero muy largo etcétera.
Hubo cambio de fecha para su comparecencia, en lugar del día 15 el 14, o sea hoy, y vaya argumento de peso que dio para ello: que porque era quincena y por lo regular las personas no ponen tanta atención a las actividades de las autoridades; que la intención es que estén atentos a su comparecencia y puedan cobrar su quincena y su aguinaldo, como si eso se continuara haciendo a la antigüita y no mediante depósito bancario.
En realidad, se quiere lucir anunciando que se va a pagar un día después a los maestros de la nómina estatal el aumento que autorizó el presidente, como si eso fuera un logro de su gobierno y no un compromiso presidencial y, por lo tanto, una obligación que se tiene que cumplir.
Lo ideal sería que respondiera, como responsable directo del gobierno, los serios señalamientos y denuncias que hicieron los diputados de la oposición, básicamente Anilú Ingram, Ruth Callejas y Marlon Ramírez, durante la comparecencia de los secretarios de despacho, lo mismo sobre casos de violencia de género que de acoso sexual y presuntos, casi seguros, casos de corrupción, utilizando empresas fantasma o fachada, exactamente como lo hizo Javier Duarte durante su gobierno.
Pero nada de eso va a abordar, será una comparecencia ligth, para cumplir un requisito legal y, otra vez, como Javier Duarte, afirmar que, en el peor de los casos sobre los problemas de Veracruz, aquí no pasa nada.
En mi caso, tengo curiosidad por ver si también comparecerá en medio de un circo no de tres sino de muchas pistas, como el que se autoorganizó Eric Cisneros, muy similar a los que se automontaba Eric Lagos en tiempos de Fidel Herrera Beltrán, con payasos, saltimbanquis, tragafuegos, bufones, enanos, eunucos, magos, mojigangas y hasta odaliscas cubiertas solo por un velo transparente en la cara; si comparecerá en medio de un escenario circense o en un acto serio, formal, de acuerdo a su investidura y con respeto a todos los veracruzanos.
AMLO da duro golpe a los “puros” de Morena y su sectarismo
Las señales políticas continúan no siendo buenas para los hombres en el poder en Veracruz, caracterizados por su sectarismo, que como Adolfo Hitler, quien pretendía una raza aria pura, perfecta, superior, pretenden un morenismo puro y no aceptan como compañeros, aunque estén afiliados a su partido, a quienes antes militaron en otras formaciones políticas, olvidándoseles que el mismo Andrés Manuel López Obrador fue priista y hasta le compuso un himno al tricolor.
Ayer, el presidente hizo una declaración que pone más claras las cosas sobre el ánimo que lo mueve en la solución de las candidaturas de su partido, lo mismo para 2023 que para 2024.
A propósito de la rebeldía del frustrado aspirante a la candidatura de Morena a la gubernatura de Coahuila, Ricardo Mejía Berdeja, AMLO no solo defendió el método de encuestas para definir candidatos, sino que afirmó que no son “cuchareadas”, e hizo otras advertencias.
Pidió aceptar el resultado, con el argumento de que “el que participa en una encuesta tiene que aceptar el resultado”. O sea, no les deja de otra a sus súbditos: o la beben o la derraman. ¿Cuántos de los que aspiran en Veracruz a suceder a Cuitláhuac se van a inscribir dispuestos a acatar el resultado, aunque no les favorezca y aunque tengan la sospecha o la certeza de que la encuesta fue “cuchareada” para favorecer a quien Andrés Manuel diga?
Con algo más: el tabasqueño reconoció que en ocasiones los ciudadanos no necesariamente eligen a los más firmes defensores de la 4T. “Hay veces que no nos gusta el que gana, por alguna razón, porque no lo vemos joven o firme o francamente, en favor de la transformación, pero no es nuestro punto de vista lo que decide o determina, es como lo ve la gente”. ¡Zuco!
De inmediato me vino a la mente el diputado federal originario de Minatitlán, Sergio Gutiérrez Luna, militante de Morena, quien aunque está a favor de la transformación y no está dispuesto a renunciar a ese partido, el cuitlahuismo no lo quiere y lo combate, entre otras cosas con el argumento de que no es “puro” porque no viene desde el origen del movimiento de la 4T, pero que aspira a ser candidato a la gubernatura y está trabajando para ello. Así, con lo que dijo ayer López Obrador queda ahora blindado en el sentido de que no va a decidir ni a determinar lo que digan Cuitláhuac y los suyos sino “como lo vea la gente”.
También me acordé de Ricardo Ahued, a quien un grupo o una tribu no lo acepta como morenista, no obstante todos los aciertos que tiene como autoridad municipal y la buena imagen que da a su partido, porque según ellos no es “compañero de lucha”, de los que viene desde el origen. Es el mismo caso. AMLO ya lo blindó y si “la gente” (el dedazo de López Obrador) lo llegara a ver bien en 2024 él será, sin importar que ese grupo sectario no lo quiera y brinque y chille.
Y llegó la sexta ola de Covid
Cuando empezábamos a tener un respiro luego de lo duro que nos pegó la pandemia de Covid, ayer se oficializó que ya empezó la sexta ola en el país y que han empezado a repuntar las hospitalizaciones.
Hugo López Gatell declaró que la ocupación de las camas con ventilador, para intubación, ha repuntado “ligeramente”. Él y Jorge Alcocer, subsecretario de Salud, advirtieron que es previsible que en las próximas semanas aumente la hospitalización, aunque no con la gravedad o mortalidad que se registró en las primeras olas.
Pero el mal ahí está. Según un reporte de la Secretaría de Salud federal, en los últimos siete días México reportó 19 mil 848 casos nuevos y 107 muertes por Covid-19 y, preocupante, Veracruz está entre las primeras diez entidades que tienen el mayor número de casos. Habrá que ponerse en guardia de nuevo.