Claudia Cruz
”Por un mundo donde seamos socialmente iguales, humanamente diferentes y totalmente libres”: Rosa Luxemburgo
La lucha de las mujeres por la eliminación de todo tipo de violencia de género, es un proceso tan basto, que solemos concentrar los esfuerzos en determinadas aristas, sin embargo, hay otros temas significativos que no han sido suficientemente analizados.
Entendemos que es prioritario garantizar lo fundamental: el derecho a la vida, por ello, exigir mecanismos que nos protejan de la violencia criminal, que bien puede darse en el entorno laboral o familiar, es la primera demanda del movimiento, las cosas se han tornado tan graves, que a últimos tiempos ocurre un feminicidio cada dos horas aproximadamente.
Dicho lo anterior, el tema que nos ocupa, son los obstáculos que enfrentamos para consolidar el empoderamiento, de nada nos sirve que se abran espacios para el desarrollo profesional, sino estamos preparadas para ello.
En este contexto, de acuerdo “con el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), en México solo tres de cada 10 profesionistas que eligieron carreras STEM son mujeres, lo cual refleja que la brecha de género se hace presente desde la infancia y crece hasta que participan en el mercado laboral”.
Cabe precisar que las carreras STEM (por sus siglas en inglés), relacionadas con ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas, aumentaron 42% entre 2012 y 2021; sin embargo, la brecha de género, por las cifras mencionadas en el párrafo anterior, siguen siendo una muestra de la discriminación de género.
Pero, además de ser menos las egresadas, las oportunidades laborales en materias de puestos y salarios, también son una muestra más de la inequidad. Basta revisar la información del IMCO, cuando señala que “las mujeres tienen mayor probabilidad de ser oficinistas o dar clases cuando llegan al mercado laboral en áreas STEM, mientras que los hombres tienden a ocupar puestos en plantas industriales”. La relación porcentual es de un 60-65% contra 25-30% de mujeres en puestos gerenciales.
En lo relativo a los ingresos, aunque la brecha es menor, no deja de ser significativa: por cada 100 pesos que gana un hombre en STEM, una mujer gana 82 pesos.
Desde luego, lo importante de esta información, es fomentar las políticas públicas trasversales con perspectiva de género, insistimos, nos es suficiente el reconocimiento ante la ley, sin en la práctica se reproducen los fenómenos de antaño. Utilizamos una desagradable analogía para entender la problemática: de nada sirve que la educación básica sea un derecho constitucional, sin en la vida real los niños no hay las suficientes escuelas y los niños no tienen para un par de zapatos.
Así pues, recurriendo de nueva cuenta a los expertos del IMCO “es necesario intervenir desde los primeros años de escuela para que más mujeres tengan el deseo y las capacidades para optar por carreras STEM y así incrementar su participación en estos sectores”.
Para apoyar lo hasta ahora expuesto, citamos un párrafo de un documento del Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (un grupo de expertos independientes ubicado en Buenos Aires, Argentina), en el que expresan dos planteamientos para lograr una inclusión exitosa de las mujeres en el ámbito de la ciencia y la tecnología:
“Los principales caminos que pueden seguir las políticas públicas para sortear estas barreras y promover la inclusión de las mujeres en los ámbitos de CyT son dos. El primero es un abordaje integral que ataque todos los obstáculos: políticas educativas y de formación profesional con perspectiva de género para dotar a las mujeres de las habilidades, interés y confianza necesarias y facilitar su acceso al mundo laboral; políticas culturales para derribar sesgos y estereotipos de género en empresas e instituciones, y promover la visibilidad de las mujeres en CyT; políticas para lograr una mejor conciliación entre la vida familiar y laboral y para fomentar la inserción de mujeres en este ámbito y su ascenso a posiciones de liderazgo. El segundo camino es la implementación y profundización de opciones de política que refuercen mecanismos fundamentales: proveer información pública de calidad y de manera sistemática; fortalecer y coordinar los esfuerzos del sector privado y, naturalmente, su sociedad con el ámbito público”. (https://bit.ly/3tJdZxZ)
No hay duda, la movilización, como objetivo final, tiene que enfocarse a promover políticas públicas con perspectiva de género, no podemos conformarnos con la lacrimosa retórica oficial, el cambio es de fondo, cultural y debemos comenzar por lo más importante, la inclusión a través de la educación, este es el verdadero reto.