La cacería de los asesinos del presidente haitiano Jovenel Moïse se aceleró ayer con múltiples operativos policiales en Puerto Príncipe. El comando que lo ultimó estaba integrado por 28 personas, 26 colombianos y dos estadunidenses de origen haitiano, informó la Policía Nacional de Haití. Además, el gobierno de Bogotá especificó que los colombianos implicados en el magnicidio son soldados y suboficiales retirados.
Moïse, de 53 años, fue asesinado a tiros en la madrugada del miércoles en su casa, lo que sumió al país más pobre de América en un caos mayor en medio de profundas divisiones políticas, hambre y violencia de pandillas generalizada.
El jefe de policía, Leon Charles, declaró que rastrearon a los presuntos asesinos hasta una casa cerca de la escena del crimen en Petionville, un suburbio al norte de la capital, Puerto Príncipe.
Un feroz tiroteo se prolongó hasta altas horas de la noche y los sospechosos fueron detenidos, mientras que se recuperaron tres cadáveres de presuntos homicidas.
“Arrestamos a 15 colombianos y a los dos estadunidenses de origen haitiano. Tres colombianos murieron y otros ocho se dieron a la fuga”, indicó Charles en una conferencia de prensa.
El miércoles, la policía notificó que había ultimado a cuatro sospechosos. Charles no explicó la discrepancia, pero agregó que “se confiscaron las armas y materiales utilizados por los atacantes”, y prometió continuar la caza de los otros presuntos asesinos. “Fortaleceremos nuestras técnicas de investigación y búsqueda para atrapar a los otros ocho mercenarios”, aseveró.
Mathias Pierre, ministro de Elecciones y Relaciones Interpartidos, identificó a uno de los haitiano-estadunidenses detenidos como James Solages, pero no dio más detalles. La prensa colombiana identificó también a Solages y al otro estadunidense como Joseph Vincent. El portal Bluradio identificó además a cuatro de los colombianos detenidos en Puerto Príncipe, y precisó que todos nacieron entre 1980 u 1981.
Solages, de 35 años, se describe como un “agente diplomático certificado”, defensor de los niños y político incipiente en un portal de una entidad caritativa que él estableció en 2019 en Florida para ayudar a residentes, señaló Ap sin precisar cómo se llama la organización de caridad. En su biografía web, Solages dice que trabajó como guardaespaldas en la embajada de Canadá en Haití. De Vincent no se tiene más información.
Según el ministro de Elecciones, Mathias Pierre, los integrantes del comando tienen edades entre los 35 y 55, siendo Solages el más joven.
El Departamento de Estado de Estados Unidos dijo que estaba en contacto regular con funcionarios haitianos para discutir cómo brindar asistencia. El gobierno estadunidense no confirmó ni desmintió que ciudadanos suyos estén implicados en el magnicidio.
El ministro de la Defensa de Colombia, Diego Molano Aponte, manifestó anoche que “inicialmente las declaraciones señalan que son ciudadanos colombianos, miembros retirados del Ejército Nacional” y anunció que el gobierno del presidente Iván Duque prestará toda la colaboración para esclarecer el crimen.
El director de la Policía Nacional colombiana, José Luis Vargas, indicó que autoridades de la nación antillana solicitaron información sobre seis personas, dos de las que murieron en un operativo policial y cuatro más que fueron capturadas. Refirió que los fallecidos serían suboficiales retirados y los capturados soldados retirados.
En videos difundidos en redes sociales el miércoles, que aún no son verificados de manera independiente y oficial, hombres armados se identificaron en inglés y español como miembros de la DEA, la agencia antidrogas de Estados Unidos, cuando ingresaron a la residencia de Moïse. El Departamento de Estado y el embajador de Haití en Washington, Bocchit Edmond, rechazaron por separado que los sujetos fueran agentes de la DEA.
El jefe policial Leon Charles relató que la población ayudó a localizar a los sospechosos, pero imploró a la ciudadanía que no haga justicia por cuenta propia.
Una multitud se reunió por la mañana de ayer para ver cómo se desarrollaba la operación policial, y algunos prendieron fuego a los autos de los sospechosos y a la casa donde se refugiaron. Los coches no tenían matrículas y dentro de uno había una caja de balas vacía y un recipiente con agua. Había balas esparcidas por la calle.
Dos sospechosos fueron descubiertos ocultos tras arbustos por una muchedumbre y algunos agarraron a los hombres de la ropa, los empujaron y abofetearon, relataron testigos.
La fuerza pública arribó a la escena poco después para arrestar a los sospechosos, que sudaban profusamente y usaban prendas que parecían estar cubiertas con lodo, detalló Ap. Los agentes los colocaron en la parte trasera de una camioneta y se alejaron del lugar, mientas la gente los seguía corriendo hasta una estación policial cercana.
Una vez allí, algunos comenzaron a gritar: “¡Ellos mataron al presidente! Dénnoslos a nosotros. ¡Los vamos a quemar!”. Un hombre alegó que era inaceptable que extranjeros llegaran a matar al líder del país.
Otros exigían: “¡Quémalos!”, reportó la agencia Reuters.
Las autoridades no han señalado un móvil para el ataque, condenado por los principales partidos de oposición en Haití y la comunidad internacional, y sólo han dicho que fue perpetrado por un “grupo altamente entrenado y fuertemente armado”.
La fiscalía de Puerto Príncipe ordenó interrogar a los dos responsables de la seguridad del mandatario. “Si eres responsable de la seguridad del presidente, ¿dónde estabas? ¿Qué hiciste para evitarle este destino al presidente?”, se preguntó Me Bed-Ford Claude, comisario del gobierno de la capital y encargado de abrir los procedimientos judiciales en nombre de la sociedad haitiana.
El juez Carl Henry Destin dijo que Moïse recibió 12 impactos de bala y que su oficina y alcoba fueron saqueadas, informó el periódico haitiano Le Nouvelliste. Añadió que los investigadores encontraron casquillos 5.56 y 7.62 milímetros entre la conserjería y el interior de la residencia.
La hija de Moïse, Jomarlie Jovenel, se escondió en la habitación de su hermano durante el ataque, mientras una empleada doméstica y otro trabajador fueron atados por los agresores.
Tiendas, bancos, puestos de gasolina y pequeños comercios cerraron sus puertas en una ciudad en tensión, a la que se suma una controversia sobre la transición del poder.
El primer ministro interino saliente, Claude Joseph, que asumió el gobierno de Haití con respaldo de la policía y las fuerzas armadas, solicitó a la gente que reabra sus negocios y regrese a sus trabajos, al tiempo que ordenó reabrir el aeropuerto internacional.
Helen La Lime, representante especial de la Organización de Naciones Unidas para Haití, aludió que Joseph seguirá siendo el líder de la nación caribeña hasta que se celebren elecciones en septiembre.
Moïse nombró esta semana como nuevo premier a Ariel Henry, para remplazar a Joseph, aunque aún no había jurado cuando el presidente fue asesinado. Henry declaró a Le Nouvelliste que ya no consideraba a Joseph como el primer ministro legítimo y que debería volver al papel de canciller.
La Constitución establece que en caso de vacancia en la presidencia, el cargo lo asume el presidente de la Suprema Corte, y enmiendas que no fueron aceptadas por todos señalan que el mandatario debe ser elegido por el Parlamento, y no hay esa asamblea desde 2020. Además, el titular de la Suprema Corte murió el mes pasado de Covid-19.
(Nota de La Jornada)