La frontera de Estados Unidos está cerrada. Así se empeñan en decirlo por todas las vías posibles, en inglés y en español, los funcionarios del Gobierno de Joe Biden y el propio presidente que insisten en mandar el mensaje de que ahora no es el momento de emprender el peligroso camino al norte. Pero al contrario que su predecesor, Donald Trump, que aprovechando la crisis del coronavirus dejó de aceptar solicitudes de asilo en la frontera sur, el demócrata ha comenzado a abrir algunas puertas por motivos humanitarios. Y esas entradas están siendo interpretadas por miles de migrantes que huyen de la pobreza, la violencia y la falta de oportunidades en Centroamérica como una invitación para intentarlo.
Las aprehensiones de migrantes indocumentados en la frontera sur son tantas que, si se mantiene el ritmo, se podrían alcanzar niveles mayores que en los últimos 20 años, como advirtió el secretario de Seguridad Nacional, Alejandro Mayorkas, esta semana. Pese a que su Gobierno regresa a México a todos los adultos que viajan solos y a muchas familias, la decisión de acoger a menores no acompañados y a ciertos padres con niños pequeños está saturando la capacidad de acogida. La situación, que se muestra en la televisión estadounidense como una “crisis humanitaria”, le está valiendo fuertes críticas a la Administración de Biden que enfrenta su primer gran desafío a dos meses de su llegada a la Casa Blanca.
¿Qué dicen los números?
Las cifras de la Patrulla Fronteriza reflejan un aumento exponencial en la llegada de migrantes indocumentados en los últimos meses. En febrero de este año, las agencias fronterizas aprehendieron a más de 100.400 migrantes. Para encontrar una cifra similar habría que remontarse a junio de 2019, el mes después de que Trump llegara a un acuerdo con México, obtenido bajo amenaza, para que frenara la inmigración ilegal. Un mes antes, en mayo de 2019, las detenciones habían superado las 144.000, un número récord en las últimas dos décadas. Ese mes, el Gobierno de Andrés Manuel López Obrador aceptó recibir a más solicitantes de asilo enviados por EE UU mientras esperaban a que una corte viera sus casos bajo los Protocolos de Protección de Migrantes (MPP, por sus siglas en inglés).
La mano dura en la frontera sur y la pandemia, por la que el Gobierno de Donald Trump invocó el título 42 de la ley de inmigración para cerrar la frontera a actividades no esenciales y a nuevos casos de asilo, hicieron caer los niveles de detenciones de indocumentados a poco más de 17.100 en abril de 2020. Desde entonces, las cifras de aprehensiones han ido creciendo mes a mes.
El repunte ha sido notable desde que comenzó el año fiscal (en octubre de 2020), especialmente en las aprehensiones de menores no acompañados y unidades familiares, como llama la Patrulla Fronteriza a los grupos en los que viaja al menos un menor y un padre o tutor legal.
El número de unidades familiares* y menores no acompañados aprehendidos se multiplicó exponencialmente en los primeros meses de 2021.
La mayoría de menores no acompañados y unidades familiares que han llegado a la frontera sur desde octubre son centroamericanos